~P.D.V. Jhonnatan.
Al despertar mi celular sonaba, con mi mano y sin abrir los ojos busque mi celular.
—¿Donde...? —Seguía sin encontrarlo y no paraba de sonar, abrí mis ojos molesto.—¿Dónde está el maldito celular?—Detuve mi búsqueda cuando dejo de sonar. Giré mi cabeza soltando un suspiro, pero me sorprendí al toparme con la hermosa imagen Lucy, estaba durmiendo plácidamente, recordé lo que había sucedido ayer, una sonrisa se instaló en mi boca, pero rápidamente la borré. Mierda, no pude haber sido más imbécil que enamorarme de mi propia prima. Mi conciencia ya empezaba a joderme, como pude ser tan desgraciado de tener sexo con mi propia prima. ¡Joder! ¿Por qué todo tiene que ser tan jodidamente difícil? Hubiera seguido regañándome si no fuera por Lucy, quién se acercó más a mí, hasta abrazarse a mi pecho, estando ella aún desnuda. No voy a mentir verla así hace que tenga un ligero problema allí abajo y que sus senos se apretaran contra mi pecho no ayudaba, para nada.
Con la mirada y tratando de no despertarla busque mi celular. Con cuidado tome las manos de Lucy para soltarme y poder salir de su agarre.
Entre todo el desorden encontré mis pantalones, revisé los bolsillos ¡Bingo! Lo encontré.06:43 AM.
¡Mierda! Pasamos toda la noche aquí.
«Cumpleaños de Lucy»
Es el mensaje que saltaba en la pantalla de mi móvil. Mis ojos se dirigieron al cuerpo de Lucy, quién se volteó boca arriba dejando al descubierto sus pechos.
Tengo que darme una ducha ¡urgente! Y por sobre todo ¡fría!Salí del baño con una toalla amarrada en la cintura y otra en mi mano derecha secándome el cabello.
—Hola... —Saludo bajito, mis ojos viajaron directo hacia la cama donde ella se encontraba sentada y cubierta por las sabanas. Sonreí inconscientemente al verla.
—Hola. —Seguí secando mi cabello y buscando la ropa que me pondría hoy. Deje la toalla que tenía en mis manos sobre mis hombros, me iba a sacar la toalla que se encontraba en mis caderas cuando veo que Lucy con una de sus manos se cubre sus ojos y con la otra sujeta la sabana contra su pecho.
—Eeeh... e-esto... yo... —Titubeo al hablar. La miré divertido, reí. —N-no... No te rías. —me reprocho. Me senté a su lado en la cama, ahora con bóxer. Sentí su nerviosismo al sentarme, tomé la mano que cubría sus ojos.
—¡Hey! No es algo que no hayas visto antes, solo que ahora está más grande. —Susurre con voz ronca en su oído, sus mejillas iban tomando un color carmín. Mordí mi labio reprimiendo una sonrisa, me volvía loco que fuera tan inocente. Bueno no tanto después de lo de anoche.
—Lucy, hermosa, abre los ojos. —Pero ella negaba aún con sus ojos cerrados como una niña pequeña. —Lucy...—Insistí. Ella poco a poco fue abriendo sus hermosos ojos azules. La bese, mordiendo ligeramente su labio inferior, dando ella un leve suspiro de placer, que logro excitarme, introduje mi lengua dentro de su boca en busca de la suya, comenzando una guerra erótica entre ellas, sus manos estaban instaladas acariciando mi cabello durante nuestro exquisito beso. Maldita sea, controlarme con ella será una verdadera tortura. Con mucha dificultad corte nuestro beso. Uní mi frente con la de ella, no me cansaría nunca de mirar sus ojos. —Lucy, yo...—Alguien tocando la puerta me interrumpió. Lucy se tensó al igual que yo y más aún con quién era el que llamaba a la puerta.
—Jhonn, despierta, mi tío y nuestro padre te están buscando. —El silencio se instaló en la habitación durante unos breves segundos. Peter intento abrir, pero la puerta estaba asegurada. Agradecí internamente. —¿Jhonnatan, estas ahí? —Lucy empezó a temblar, bese su frente y con mis labios articule "Tranquila".
—Sí, está bien, me visto y salgo. —Dije lo suficientemente alto para que escuchara.
—Apresúrate, te esperan en el vestíbulo. —Los pasos se alejaron de la entrada. Lucy seguía ensimismada, la abrace, no quiero que esto termine, esta mal y lo sabes.
—Jhonn... —Coloco mi dedo índice en sus labios impidiendo que continué.
—Shhh... Lucy, no me arrepiento de nada. —Miro directamente a sus ojos. Sonrió ante mis palabras. —Ya tendremos tiempo de hablar de esto, ahora debemos vestirnos y yo tengo que ir a ver qué es lo que quieren nuestros padres. —Ella asintió con su cabeza, ahora mucho más tranquila que hace unos minutos. —Aunque si quiero largarme de aquí sin tener que hacerte el amor otra vez, tendré que prestarte algo de ropa. —Lucy se cubrió su desnudez al notarla. Reí ante su acción y en consecuencia una almohada llego en mi rostro. Ella río al igual que yo.
Mi padre Vincent Hatson junto a mi tío, se encontraban discutiendo sobre temas de la empresa, al momento de mi llagada callaron y mi padre volteo hacia mi dirección.
—Hijo que gusto verte, con tu tío estábamos hablando sobre el nuevo proyecto de la empresa. —Sonrió mi padre. Hace unos meses empecé a involucrarme en la empresa familiar a petición de mi padre diciéndome que ya tenía la suficiente madurez para entrar en la empresa.
—Tenemos pensado unir la Empresa Hatson con la Compañía Tucker. —Continúo diciendo Barry, mi tío. Mi ceño se frunció levemente, era una compañía distribuidora reconocida mundialmente en el ámbito económico. Pero además él dueño y presidente de esa compañía era Christian Tucker, el hermano mayor de Miranda Tucker. No me gusta el rumbo de esta conversación.
—Es notable el beneficio que traería a la empresa que la compañía Tucker se uniera a nosotros, pero ¿Qué probabilidades hay que Christian acepte el trato? —Era evidente el beneficio que obtendríamos, pero Christian era un hueso duro de roer, no daría su brazo a torcer sin sacar el mayor beneficio por su parte, no sería fácil convencer.
—¿Él tiene una hermana no es así? —Muevo la cabeza de forma afirmativa hacia mi padre. —Pues resulta que ella es la vicepresidenta de la compañía. Ella será nuestra llave maestra para unir a la empresa Hatson y a la compañía Tucker.
—Y tú, Jhonnatan, te comprometerás con Miranda Tucker.
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Atracción Pecaminosa | Completa✅ | En Edición✍🏻
Teen FictionLucy Hatson, una adolescente de diecisiete años, a poco días de celebrar su decimoctavo cumpleaños, para ella no es más que otro aburrido y anhelante año, en donde aún se alberga la esperanza de que él atraviese esas frías puertas blancas. Ante la s...