Icarus #1 Bnior Got7

28(JY)

Me despierto con una notable resaca que humilla a cualquiera que haya experimentado antes, mis parpados se niegan a abrirse y doy media vuelta con pereza buscando algo junto a mí como por instinto, pero no hay nada. Abro los ojos lentamente para notar que no estoy en mi cama o mi habitación, reconozco a penas el lugar pero la lluvia de recuerdos de todo lo acontecido la noche anterior me da las respuestas que necesito o al menos casi todas.

¿Dónde esta JaeBum? 

Lanzo una mirada hacía el interior del baño desde donde estoy para comprobar que tampoco se encuentra allí, me siento con lentitud y apoyo la cabeza sobre el respaldo algo cansado. Veo de reojo mi torso descubierto recordando instantáneamente las hermosas caricias que las manos de JaeBum me proporcionaron, toco mi cuello llevado por el mismo sentimiento de regocijo e intento rememorar la sensación de su labios sobre este. Entonces tomo la almohada junto a mí para abrazarla y me sorprendo al percatarme de que aun conserva su olor, canela y miel. 

"Volveré pronto con el desayuno bebe, espérame y descansa.
JB"

Leo la nota que dejó sobre la mesa de noche junto a un agua y aspirinas sin dejar de sonreír. Me levanto con las sabanas envueltas en mi cintura luego de beber el analgésico y camino hasta el baño en busca de mis ropas pero para mi sorpresa no están allí, ni en ningún otro lugar. Me vuelvo un gato enjaulado yendo de un lado a otro con el celular en mis manos abierto en la parte de contactos. Observo en la pantalla el nombre de Jin por enésima vez pensando en si debo hablar o no con él, probablemente debo de ser el tipo más idiota sobre la faz de la tierra. Si esto fuera una película romántica el público seguramente tiraría palomitas a la pantalla tan solo escuchar lo que pienso. Pero al margen de que sea el ex del chico del que estoy enamorado también es mi amigo, o lo era. 

— ¿Supongo que necesitaré más que café y panecillos para borrar esa expresión, no?— La voz de JaeBum me saca de mis cavilaciones haciendo que voltee a verlo. Trae puesta una mochila, dos cafés en su mano izquierda y una bolsa que calculo contiene los panecillos en la derecha. Dibujo una tenue sonrisa en mis labios para luego acercarme y ayudarlo. 

Aunque odio desayunar en la cama, no tengo muchas opciones, y para ser sincero es lo que menos me importa en este momento. Sorbo de mi café caliente al mismo tiempo que él ataca un panecillo, me deleito con la blanquecina sonrisa que no deja sus labios, con la forma en que sus ojos se vuelven dos simples rayas y con el sonido de su voz al pronunciar mi nombre. 

— ¡Ts!¡Come y luego habla!—  lo regaño, él ríe y traga para poder hablar. 

— ¿Esta bien tu café? No sabe como los que haces en casa pero son aceptables.

— Esta delicioso— me ruborizo como un colegial porque aunque no lo diga, este café sabe mejor que cualquiera que haya probado. No por su sabor en sí, sino por el detalle de que fue él quien lo trajo y quien lo disfruta conmigo con una sonrisa tan radiante como si hubiera salido campeón del mundo o ganado la lotería. 

Estar junto a él es cálido, dulce y reconfortante, me eleva a otro mundo haciéndome el chico más feliz. Instala seguridad y pánico en mi corazón, también intensidad que a la misma vez me hace sentir relajado, me muestra otra cara de mí que desconozco y por primera vez en mucho tiempo estoy cómodo siendo como soy. Sin etiquetas, sin tener que complacer a nadie, sin obligaciones impuestas, sin incomodidades que me hagan entrar en pánico. 

Definitivamente no puedo explicar las miles de cosas que este hombre hace nacer en mí, porque siento que absolutamente todo es nuevo, excitante y reconfortante. 

  — ¿Puedes faltar mañana a clases?— me pregunta de repente irrumpiendo en mis pensamientos. 

— ¿Por qué?