XXII

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—Nunca creí que mi hijo tuviera a una señorita tan guapa a su lado— el sonrojo de Astrid era más que notable.

—Papá creo que lo mejor será que vuelvas en otro momento, ahorita voy a trabajar y...— paré en seco.

— No hay problema hijo, tal vez otro día puedas mostrarme a tu linda novia — y sin decir más salió por la puerta que está atrás de habitación.

Esto no me agrada, el nunca se va así como así, algo debe estar mal.

—Hiccup, porque no me dijiste nada de que tu padre iba a venir— Astrid habló, no le respondí ya que sinceramente ni yo sabía.

— Mejor vámonos, olvídate ya de eso— me dirigí hacia la sesión pensando demasiado en la inesperada visita de mi padre.

Mérida...

— Mérida... — ¿acaso escucho murmullos?.

Mérida... — ok si estoy escuchando murmullos.

Jamás me había sentido tan aterrada en toda mi vida, aunque claro siempre fui una cobarde, en este momento no sabía ni cómo reaccionar.

—¿Hola?—nadie contestó, los susurros pararon y en ese momento pensé que todo había terminado, me sentí sumamente aliviada.

El sonido de mis zapatos pisando el suelo uno tras otro se hizo presente en el pasillo en cuanto comencé a caminar, me había concentrado en eso; en el sonido de mis pasos.

Pero desde lo más profundo de mi cabeza un desgarrador dolor empezó a aparecer, me sentía mareada tanto que presentía que en cualquier momento caería, a pasos torpes me dirigí hacia la pared de al lado y coloqué mi mano ahí para intentar mantenerme de pie, y como si eso no fuera suficiente las palabras que antes eran susurros aparecieron en forma de desgarradores gritos.

—¡Mérida!— rápidamente me tape los oídos, sentía que me sangraban y la cabeza me retumbaba como si dentro de ella existiera una bomba que hasta hoy decidió despertar, los gritos seguían y ya no sabía que era peor si el mareo, el terrible dolor de cabeza o los desgarradores gritos— ¡Ahhh! — gemí inconscientemente — ¡Mérida!— ya no soporté más  —¡Ahhhh...!— esta vez no gemí... grité mientras caí sobre mis rodillas y las lágrimas se abrían paso hacia el exterior; eran lágrimas de dolor e impotencia, no sabía qué hacer.

En cualquier momento empezaría a convulsionar, lo presentía... no había que ser demasiado listos para saber lo siguiente, comencé a gritar.

— ¡Ahhhhh...!— sentí que mis labios se tensaron, mi voz se estancaba y mi lengua se congelaba provocando que no pudiese decir palabra alguna.

Pero mi cuerpo no llegó al estado de convulsión, simplemente sentí como dentro de mi ya no existía el mismo aire cálido de siempre, a cambio respiraba frío, los gritos callaron y el ambiente se tornaba de hielo, me sentía más liviana y frágil.

Pero en el pasillo se empezó a oír el eco de unos tacones que de un momento a otro se colocaron frente de mi, levanté mi cabeza para poder observar quién era la dueña de tal calzado.

—Hola querida— cabellera platinada casi blanca, unos bellísimos y grandes ojos azules, y un cuerpo deslumbrante, cualquier chica estaría celosa yo lo estaría de tal mujer sino fuera por el incesante dolor y el asfixiante aire helado.

— Ayuda por... por fa...favor— todo se estaba volviendo tan frío que había comenzado a tartamudear, mi labio no dejaba de temblar en cualquier momento empezaría a castañar.

— Así que tú eres la diosa de la valentía — claro mi única salvación y estaba delirantemente loca.

— So...solo... le pido ay...ayuda– tragué en seco para intentar hablar mejor— luego hablamos todo lo que qui...quiera.

Mi cuerpo estaba temblando en el suelo, qué pasó con la calefacción, es decir ni afuera estaba tan frío como aquí.

— No, no hay momento para más tarde, todo tiene que ser ahora, o eres demasiado ignorante o eres demasiado ingenua, pero te voy a decir algo...¡No te le vuelvas a acercar a Hiccup si no quieres terminar muerta!.

—Yo no tengo nada que ver con él, aparte de ser su ayudante no soy nada más — hablé a regañadientes y me sorprendió que no tartamudee.

— ¡Ja ja ja!— no tengo idea de cuantas veces había escuchado una risa sarcástica pero sin duda ésta es a la que más repulsión le tengo.

— Solo haz lo que te digo y nada malo te sucederá a ti y a tu familia— Oh no.

— ¿Mérida?— ¡Jack! Jack estaba llegando al pasillo en el que me encontraba, cuando me ve tirada se asusta y entra corriendo, haciendo un escándalo al tirar accidentalmente un florero con su pie.

— Méridad ¿qué te pasa? — habla Jack mientras me intenta levantar.

— ¿Qué pasó aquí? — genial y hasta ahora se dignan a venir.

Hiccup se estaba acercando al lugar cuando me ve sus ojos se centran en mis rodillas y no sabía el porque, baje mi vista y pude ver por lo rasgado del pantalón que estaba sangrando, tal vez me lastimé cuando caí.

Mire a Hiccup y esos ojos sin expresión eran más bien ojos de ira, y se acercaba peligrosamente a Jack.

Oh no.

— No, Hiccup el no tiene nada que ver con esto, fue ella— al instante me giré y la peliblanca ya no se encontraba.

¡Hola! ¡Mucho tiempo sin vernos!... Bueno leernos.

Aquí está la nueva parte espero que les guste, comenten voten y compartan o lo que sea que quieran hacer jajaja.

Se despide su genial escritora perezosa que si llega a actualizar mañana es que va a ser el fin del mundo...

Ángeles Vs Demonios. (Mericcup)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora