XV

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-Amor, ya despierta.- insistía Harry.
-Cinco minutos más.
-No, ya hemos dormido lo suficiente y tenemos que ir de compras para la noche.
-Ve tú, estoy cansado.- dijo desinteresado.
-Vamos, levántate ahora mismo. No te hablo como tu novio, te lo ordeno como tu jefe.
Louis se levantó de repente.- ¿eres mi jefe también?- cuestionó riendo.
-Siempre lo fuí.- habló también riéndose.
-Y siempre lo serás.
El mayor lo atrajo hacia él de la cintura.
-Me traes loco de amor.
-Te amo.
-Te amo más.
Se besaron. Estuvieron un largo rato así, entre cuchilleos y besos, no se cansarían nunca del otro, o al menos eso aparentaban.

-

-¿Jamón de parma o serrano?- cuestionó Harry.
Se encontraban en el supermercado, comprando todo lo necesario para la noche que les esperaba.
-De parma, es escencial.
-Bien.
-¿Qué clase de vino toma tu mamá?
Louis rió.
-Mi madre no toma bebidas alcohólicas, Hazz. Sólo llevaremos jugo, no te preocupes.    

-

-Ya les has avisado, ¿cierto?
-Ya, Harry, no te alteres.
-¿Nuestra casa se encuentra limpia?
-Ss¿dijiste 'nuestra'?- cuestionó.
El mayor aclaró la garganta. -Lo será, ¿cierto?- se ruborizó.
-Es muy temprano para tomar deciciones tan amplias, Harry.
-¿Eso es un no?- hizo un falso puchero.
-¿Un 'no' a qué?- sabía a que iba el tema.
-A casarte conmigo.- confesó.
-Es un 'no' a tomar decisiones tan pronto. Pero nadie sabe qué pasará en el futuro.
Harry lo miró con un poco de esperanza en sus ojos.

Llegaron a su destino, tomados de la mano bajaron del auto y se dirigieron a la puerta de la casa de Lou, ésta ya tenía un timbre. Lo hicieron sonar y no tuvieron que esperar mucho para que Daisy y Phoebe salgan a recibirlos con cierta euforia y alegría. Harry se sorprendió, ya que nadie más que su pequeño le demostraba tanto cariño. Era genético al parecer.

Subieron al auto -algo apretados- y volvían para aquél apartamento.

-Esto es tan dulce de tu parte, Harry.- habló Jay con un tono encantador.
-Gracias señora.
-Oh no, dime Jay cariño.
-Bien, Jay, le contaré la historia de mi vida- habló mientras tenía la vista en el camino.
Louis tapó su rostro mientras reía por lo bajo, sabía a qué se iba todo.
-Bien, te escucharé.
-Nací, me crié con mis padres y cuando cumplí los dieciocho años me mudé aquí. Un día tocaron mi maldito timbre tres veces, por obvias razones no atendí y preferí seguir durmiendo.- Louis lo interrumpió. -¿Sólo porque dormías me dejaste pasar frío, Harry?-
-No interrumpas en una conversación de mayores- agregó mientras reía. -lo siento Jay, a veces se comporta así. Bien, seguiré. Un día después vuelven a tocar el timbre y decidí bajar y ver quién se atrevía a molestarme a esas horas. Louis apareció pidiendo el empleo, accedí. Ese mismo día me cocinó, lo recuerdo muy bien, comí el mejor pollo de mi vida, y ahí ¡Ploof! Me enamoré de su hijo.-
Louis estaba sonrojado pero riéndose a la vez.
-Eso es tan dulce, Harry- acotó Jay entre risas. Phoebe, Daisy, Fizzy y Lottie también reían.

MisericordiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora