No había sido un buen día.
Me lo repetí muchas veces. Y de hecho, había sido cierto, nada pudo arreglarlo, hasta que, sentada en una de las sillas libres del autobús, te vi entrar.
Eras la misma lluvia que caía con tranquilidad y audacia en Crenville.
Con el cabello húmedo cayéndote por la frente, pude percatarme de lo largo que era y que, se volvía más oscuro gracias al agua, aunque por cierto, era algo rizado. Tus ojos se asimilaban a la noche que se acercaba, con las gruesas pero delicadas cejas que contrastaban. El negro sin duda era tu color. Pero algo interrumpía con tu sintonía dark, y esos eran tus labios que, bajo una nariz que de perfil se veía angelical, tenían un color rosado.
Un color que no pasé por alto.
Porque en ese instante no pude evitar sacar mi libreta y, con apenas un lápiz que había quedado en mi cabello, te dibujé.
Busqué especificar el perfilado rostro que poseías, la mandíbula marcada y en especial, los profundos ojos que se veían como un bosque oscuro que ocultaba secretos pero belleza pura, las pestañas largas que poseías y el puente de cupido que llamaba mi atención. Cada línea era especial, porque eras tú.
Fue el primer dibujo que hice de ti.
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Última parada ✔
Teen Fiction«La historia comienza, cuando dos personas que ni soñaban con conocerse, terminan encontrándose. En el instante menos esperado, pero en el momento indicado.»