Sé que ese día me viste por un largo periodo de tiempo, hasta que bajé del autobús y que, de hecho, me seguiste con la mirada.
Las preguntas que surgían en mi mente me estaban volviendo loca por saber qué tanto habías estado pensando. Porque ese día en especial llevaba una cantidad considerable de libros—nada erótico, aclaro—, algunas plantas y las manos con el rastro del uso del carboncillo previamente.
¿Qué podía decirte?
Soy una artista que desde pequeña ocultaba su pasión tras las páginas de los libros de ciencias y física. La niña que, en las noches usaba el lápiz para dibujar poco a poco lo que lograba ver a través de su pantalla.
Aún recuerdo cuando papá me regaló una caja de lápices y colores que, volviéndome loca, utilicé con amor, porque me encantaba, hasta que él murió y todos mis dibujos se perdieron en una laguna de llantos incesantes.
Mamá detestó el arte, por la razón de que mi padre le amaba.
Y lo detestó más, porque por esa razón, había perdido la vida.
Cold..., vivía un mundo en el que no comprendían mi pasión, una pasión que, sentía que entre más me la negaban o prohibía, más se exaltaba el deseo de realizarla y vivirla.
Pensé que, a lo mejor, tú eras como yo. Y también, imaginé que eras como un arte prohibido, tan lejano, tan cercano pero..., quizá, inaccesible.
ESTÁS LEYENDO
Última parada ✔
Teen Fiction«La historia comienza, cuando dos personas que ni soñaban con conocerse, terminan encontrándose. En el instante menos esperado, pero en el momento indicado.»