Me hubiese encantado contarte sobre mis días, evadiendo mi infierno en casa, chica de la pañoleta, ¿podía llamarte así? No lo sé. No pude saber tu nombre en ese momento, y sin duda fue algo que me pregunté mucho.
"¿De qué tienes cara?", me cuestioné, fijándome en el sombrero que usabas ese día.
Algunas personas tienen cara de algo, ¿no? Pues yo imaginé muchos nombres para ti. Cara de Margarita..., no, no tenías. Tampoco de Emily, es un color para gente que usa el purpura, y tú no lo usabas. Aunque, me estaba dejando llevar por ideas.
Eras la chica de las pañoletas.
Empecé a saber cosas de ti, con solo observarte. Por un momento me sentí un soñador como el protagonista de Noches Blancas de Dostoievski, porque imaginé escenas contigo, charlas y caricias.
Luego, pude notar que me volviste a observar de re ojo, mientras sostenías una libreta negra con chispas de pintura sobre su regazo. Me pregunté que estabas haciendo, qué te había inspirado a empezar a dibujar tan de repente.
Te veías concentrada.
Por un momento quise acercarme y decirte: "Jack, píntame... Píntame como una de tus chicas francesas."
Sonó divertido en mi cabeza, eso quise pensar.
Bajé mi rostro y suspiré aguantando el dolor en mi espalda y te canté, le canté al mundo en mi mente la letra de Never Let You Down, sonriéndote y agradeciéndote, porque tu sola presencia me hacía olvidar el dolor.
Eras mi medicina sin saberlo.
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Última parada ✔
Teen Fiction«La historia comienza, cuando dos personas que ni soñaban con conocerse, terminan encontrándose. En el instante menos esperado, pero en el momento indicado.»
