Nieve y Oscuridad [Primera Parte]

Capítulo III: Malas noticias

Allí estaba la extranjera frente a un hombre pelirrojo con aspecto salvaje, una mujer rubia de gran estatura y semblante endurecido, una chica de pelo anaranjado y largo, un hombre de avanzada edad que le observaba con curiosidad, y el bastardo, Snow. Evey se quitó la capa de piel de animal que llevaba sobre sus hombros y el abrigo que vestía bajo esta, dejando a la vista su simple armadura de color negro. Ligera era su vestimenta, pues no podía darse el lujo de llevar algo que restringiera su movilidad. Lo que más resaltaba en aquel negro eran los patrones dibujados, de un color blanco sucio, desgastado por el pasar del tiempo.

La mujer observó a los presentes, que le miraban como si de una bestia extraña se tratara; un animal mitológico. —Vengo desde lejanas tierras, nuestro rey me ha enviado con esa nota —comenzó con su discurso y señaló el papel que Jon tenía en su mano.

—¿Cómo atravesaste el muro? —la curiosidad atacaba a todos, pero fue el hombre de poco cabello, el mayor de todos los presentes, quien se atrevió a preguntar.

Evey se volteó hacía él, y con mirada seria y voz calma replicó. —No puedo decirlo ahora. —No quería revelar información comprometedora, no hasta estar segura de que le creerían.

—¿Cómo sabemos que podemos confiar en ti? —cuestionó el hombre de cabello pelirrojo. Era una pregunta que probablemente ella se hubiese hecho también, de estar en la posición opuesta.

—Estoy desarmada —declaró ella levantando sus manos. Era verdad, no llevaba ni una espada, ni una daga, ni siquiera un frasco de veneno escondido entre sus ropas. De todas maneras, no lo necesitaba. —Lee la carta y luego responderé a sus preguntas —señaló nuevamente el pergamino, insistiendo.

Su mirada se fijó en Jon Snow, que por el momento se había mantenido al margen; no expresó su curiosidad ni formuló pregunta alguna. El hombre desató la cinta que había alrededor del pergamino y comenzó a leer.

"Yo, Eskol Moon, hijo de Fenris Moon, primero en su nombre, he enviado a mi grupo de mejores guerreros hasta el lejano sur para implorar por su ayuda frente a este mal que se avecina. Los demonios de hielo y nieve traen el invierno con ellos; por tal motivo, mi pueblo ha sido atacado, sufriendo grandes pérdidas. Los sobrevivientes nos hemos refugiado, pero esta tranquilidad no durará por siempre. La larga noche se avecina, está llena de terrores, y si no peleamos ahora, mañana será demasiado tarde..."

Jon levantó su mirada, confundido. —¿Dónde están los demás? —preguntó. La escritura mencionaba a un grupo, pero ante él únicamente estaba de pie aquella mujer.

—Murieron. —respondió Evey evitando su mirada; le dolía recordar. En su mente grabados estaban todos los segundos de agonía. —Cuando nos dirigíamos hacia acá fuimos emboscados por los muertos, ninguno escapó con vida. —hizo una pausa. Pelear contra un enemigo que era más fuerte que ellos les costó caro, y debieron pagar con sus vidas aquella imprudencia— Solo yo.

Hubo un silencio que pareció durar eones cuando la voz de la foránea cesó. Los presentes intercambiaban miradas, como si pudieran comunicarse mentalmente los unos con los otros. Para ella, explicar cómo había llegado hasta ahí era un problema; explicar para qué había llegado, también. La anciana sabia de su pueblo, su Nana, le dijo que la gente no solía creer en lo que no veía, que no todos eran tan abiertos de mente como ellos, y Evey estaba completamente de acuerdo con ello.

—Sé que todo parece extraño, lo sé, seguramente piensan que lo que digo no tiene sentido alguno, pero si no me creen... Los demonios de hielo y nieve, traen el invierno con ellos, la noche más larga... —con la mirada parecía pedir a gritos confianza, que alguien creyera en sus palabras por muy locas que sonaran. Finalmente, al no obtener respuesta, sus ojos se fijaron en Jon Snow— Me dijeron que los Stark han sido guardianes del norte por generaciones, y que escucharían lo que tenía que decir. El ejército de los muertos es real, y vendrán a por nosotros; el muro no los mantendrá en el norte por siempre.