Capítulo XXI: El ojo del huracán

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Sentada en el suelo estiró sus piernas mientras observaba al cielo. Habían reunido bastante vidriagon, ahora el problema sería transportarlo. Daenerys había decidido liderar su batalla días antes, el ejército enviado fracasó por lo que la Targaryen decidió tomar las riendas del asunto, se montó en su dragón y se largó. Aunque quedaban aun como "prisioneros", se sentía bien estar al aire libre. No tenía prisa por salir de ahí, sabía que en cuanto pusiera un pie fuera de la isla tendría que enfrentarse a la realidad; El ejército de los muertos.

Ahogó un bostezo en su mano. La joven trataba de mantenerse lejos de los líos que tenía Targaryen, aunque Jon de cuando en vez se los comentaba, ella no le tomaba mucha importancia pues su opinión estaba clara, pelear por un trono no tenía sentido en un tiempo como este.

El tiempo pasó y podían ver que no avanzaban. Si bien Daenerys había ganado contra el ejército de los Lannisters, la guerra por la corona continuaría aunque debiera cesar. El asunto más urgente era la pronta llegada del Rey de la Noche, aunque la mujer Targaryen no estaba del todo convencida, se mostraba un poco más comprensiva respecto al tema. Tyrion dijo que nadie creería a menos que pudieran ver que el ejército de los muertos era real... debían capturar a uno de ellos para demostrar que la amenaza era verdadera.

¿Estás loco? —preguntó Evey alzando una ceja. Estaba sentada en el suelo y Jon de pie observando hacia el horizonte.

Es la única forma que nos crean. —Jon se sentó al lado de la forastera —Nadie que no los haya visto nos tomarán en serio, debemos mostrarles cual es el peligro, debemos capturar un espectro —no le gustaba la idea pero creía que aquello era lo correcto.

La joven de ojos bicolores suspiró —Jon Snow ¿Cuándo accedí a seguirte en tus locuras? —primero la guerra de los bastardos, luego el viaje a Roca Dragón y ahora estaban a punto de enfrascarse en una travesía que podía matarlos de forma prematura. —Me vas a deber favores de por vida —dijo y apoyó sus brazos tras su espalda. No hablaba en serio pues no hacía las cosas por conveniencia propia.

Se hicieron los preparativos, días después se reunieron en guardia oriente con Tormund. La primera en bajar fue ella, el viaje le causo mareos y nauseas, pero esta vez se contuvo y no vomitó. Viajaban con alguien que ella no conocía, alguien que Ser Davos había traído de algún lugar, un tal Edric. Fueron recibidos y Tormund quien decidió informarle a Jon que había capturado a unos tipos que intentaban pasar el muro, Los hermandad del estandarte o algo así, se sumaron a la travesía. Evey aconsejó que el número de personas debiera ser menor para no llamar la atención pero, no fue escuchada.

En la madrugada antes de partir Evey estaba sentada en su habitación, esta era pequeña y sombría, la cama era incomoda pero eso no le importaba, realmente estaba preocupada, perdida en su pensamientos. Comenzó a extrañar sus días en Roca Dragón, debía admitir que se le apretaba el corazón de solo pensar a donde iban, y no porque tuviera miedo de los muertos, tenía miedo de ella misma. La joven tenía la mirada perdida, estaba sentada de piernas cruzadas sobre la cama, a los pies de esta, estaba una simple armadura de cuero que vestiría.

¿Evey? —le llamó una voz que al no obtener respuesta empujó la puerta para verla ahí sentada, inmóvil. La preocupación floreció en ese mismo instante en Jon —¿Pasa algo?

¿Eh? —balbuceó la rubia, levantó su mirada y negó con la cabeza —Snow, ¿puedo pedirte algo? —dijo luego de una pausa.

Jon cerró la puerta tras él y se sentó al lado de Evey —Claro —respondió sin dudarlo.

Si muero, asegúrate que escriban canciones sobre mí —lo decía totalmente en serio aunque sonriera.

No vas a morir. —se apresuró a decir Snow —No dejare que eso te pase —era una promesa vana, si algo sucedía no podría impedir la muerte de nadie, pero quería hacerle cambiar de opinión, al menos darle la ilusión, esperanza.

Pero si lo hago... ¿lo harías? —Tomó la mano de Jon para concentrarse en sus ojos. Quizá sería la última vez que podría contemplarlos en un momento de paz. Detrás del muro les aguardaban peligros que ninguno de lo que estaba ahí podía imaginar.

El sureño asintió —Pero no dejaré que algo te pase —volvió a repetirle. 

El solo pensar que la forastera podía morir, le hacía estremecer. Durante todo el tiempo que habían pasado juntos empezó a tomarle cariño, más y más, sentía la necesidad a veces de tomarla entre sus brazos y no dejarla ir pero, ¿qué vería una chica como ella en él? Recordó por un momento todas las veces en que le hizo sonreír, cuando su tiñó sus grises convirtiéndolos en tonos vivos y, entonces pensó que cuando todo acabara, ella regresaría a casa y no volvería a verla nunca más... en ese momento se dio cuenta que no quería perderla.

Si tú mueres, me quedaré con Fantasma —dijo Evey con una sonrisa sacándolo abruptamente de sus pensamientos.

Evey, —comenzó Jon. Normalmente hubiera respondido y le hubiese seguido el juego, pero aquella preocupación no iba a desaparecer a menos que ella respondiera —cuando todo esto termine ¿volverás a tu ciudad? —preguntó algo avergonzado por su impertinencia. Nunca habían tocado ese tema pues nunca pensó en que ella se marcharía.

Ladeando su cabeza, la joven lo observó —Pues... ¿quieres que me quede aquí? —sintió su corazón latir con gran intensidad —¿Qué haría aquí? —Preguntó encogiéndose de hombros —No tengo interés en sumarme a las peleas que vendrán después, no me interesa pelear por un trono y mucho menos ayudar a alguien para eso.

Se sintió decepcionado pero ella tenía razón. Dudó, no sabía que decirle en ese momento, quería que la chica se quedara, lo deseaba con todo su ser. Cada vez que la sostuvo entre sus brazos, cuando secó sus lágrimas y fue víctima de sus bromas, eran momentos que no olvidaría y no deseaba que ningún otro hombre los viviera con ella —Cualquier cosa, lo que quieras —Dijo de pronto.

Hmmp —se detuvo, pensativa haciendo rechinar sus dientes. Deseaba demasiado, quería quedarse ahí pero él podía ser un rey, tenía todo un futuro por delante, un gran futuro reinando y ella no quería ser una reina —Si me lo pides de forma bonita, podría considerar quedarme, —dijo finalmente y le dio un suave golpe en el hombro a Jon —es divertido jugarte bromas, si me fuera, lo echaría de menos.

Jon se levantó entonces sin soltar la mano de Evey, aclaró su garganta y dijo: —Milady, Evey del Norte, Reina del hielo, soberana en jugarme bromas ¿me haría el honor de quedarse? —No se arrodillo pero cada palabra la decía en serio, no quería que se fuera.

Se estremeció. Aquello parecía ser lo más bello que le habían dicho en mucho tiempo (sin contar a Nana y su abuelo) —Hmmm... —desvió su mirada, como si pensara en la respuesta —Hmmm... estoy pensando que pedirte antes de responder. —le dijo en un susurro y volvió a adoptar una expresión pensativa —Me quedaré siempre y cuando prometas que... —Hizo una pausa para dar algo de drama. Jon se sentía realmente ansioso, pero le sonreía —Me llevaras a algún lugar bonito cuando todo esto termine, y me compraras un dragón.

Aunque sabía de antemano la respuesta, Jon no pudo evitar la ansiedad. Estaba más que complacido con la respuesta de la joven. Evey por su parte, se sentía feliz, simplemente feliz. Si bien no había declarado abiertamente sus sentimientos por él, sentía que algo sucedía entre ambos, algo especial a lo cual no podía asignarle un nombre. Jon deseaba decírselo, que quería ser el quien la sostuviera entre sus brazos cuando algo le preocupara, que secaría sus lágrimas cada vez que llorara, para él, ella era un ángel porque cada vez que necesitó palabras de aliento, olvidarse de los problemas, la rubia de ojos bicolor siempre estuvo ahí.

Nieve y Oscuridad [Primera Parte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora