Capítulo VI: Ten fe

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La norteña decidió seguir a Jon en su misión de reclutar aliados, no porque le interesara o quisiera ayudarlo a recuperar el norte, lo que quería en realidad era salir del deprimente castillo y conocer nuevos lugares. La forastera no entraba con ellos a las negociaciones pues nada aportaría, y lo sabía. Cada vez que salían de un castillo, después del que pertenecía a la familia Mormont (los únicos que acudieron a su llamado), sus rostros estaban llenos de decepción, sobre todo aquel perteneciente a la hermana de Jon; Sansa era quien parecía tener el mayor grado de fastidio, la foránea podía escucharla quejarse con Ser Davos o Jon sobre la falta de miembros para su ejército cuando emprendían camino hacía otro lugar. Hasta donde la mujer había escuchado, los Bolton les superaban en número y por mucho.

Pasaron las semanas y no había progreso, nada bueno salía de cada visita. La única persona que sacaba provecho de los viajes era Evey, ella aprovechaba el tiempo para explorar los bosques y ríos mientras la gente sureña negociaba. Los paisajes eran hermosos lejos del Castillo Negro, estaban lleno de colores, montañas y prados de un verde intenso, frondosos bosques con árboles de troncos gruesos y firmes. Las hermosas flores que crecían a orillas de los ríos eran su cosa favorita del sur.

Acercándose el día, después de haber casi fracasado en su intento por sumar gente a su ejército, Snow y su gente partieron a mantener una pequeña charla con Bolton el día antes de la batalla, seguramente para lograr que este desistiera de forma amistosa, que no tuvieran que pelear. La foránea se mantuvo al margen de aquel asunto y prefirió quedarse en el campamento. La mujer pudo verlos llegar y la respuesta a la pregunta que quiso hacer era obvia; no tuvieron éxito.

Evey había decidido dar un paseo esa misma noche. Rara vez lograba conciliar el sueño el día antes de un gran acontecimiento. Mientras recorría el campamento y los demás descansaban, sus curiosos ojos encontraron la silueta de Snow caminando sin rumbo. Era bastante tarde, y la curiosidad del por qué le empujó a investigar el motivo de su caminata. Jon se detuvo frente a una fogata y se sentó en frente de esta, ahí con la mirada fija en la nada.

Algo te preocupa. —dijo la rubia. Una vez logró alcanzarlo, se sentó frente a él. No era mucho lo que hablaba con las personas, Ser Davos era casi el único con quien compartía historias sobre viajes más allá de lo que cualquier persona soñaría, sobre las infinitas posibilidades de explorar el mundo y descubrir nuevos rumbos. Uno del os sueños de la mujer era el de viajar por el mundo, conocer cada rincón inexplorado, pero que aquel anhelo se hiciera realidad, era casi imposible.

¿Algo además de todo? —respondió él de forma bastante seca, el sarcasmo no era lo suyo. Snow no era grosero, no era conocido por tener carácter de un patán como el del tal Bolton. El ver a Sansa tan preocupada, la presión de la batalla al día siguiente, un hombre podía colapsar con tanto en que pensar.

Cuando viajé a mi primera misión fuera del reino, tenía quince años. —la forastera apoyó sus manos tras su espalda y miró hacia el cielo, recordaba cada una de sus batallas con total detalle —Éramos poco... una misión suicida, estábamos rodeados por las arañas de hielo, pensé que aquel día sería mi último día sobre esta tierra. —suspiró e hizo una pausa repasando cada instante en su cabeza hasta que notó que Jon la observaba esperando que continuara su relato —Pensé que si moría aquel día no lo haría como una cobarde, no iba a darme la vuelta y a correr, si debía morir lo haría luchando y aun en contra de todas las posibilidades, ganamos. —aquel día era uno de los más importantes en su historia personal no por aquella victoria, sino por algo más que omitió completamente de su relato —A veces parece que el mundo está en tu contra, así que debes mirarlo de frente y decirle "jodete". —sonrió, simplemente buscaba animarlo —No morirás Snow, no puedo dejar que te mueras, eres el único que me cree.

¿Cómo puedes estar segura? —preguntó el hombre con una esperanza casi infantil. Quería creerle pero los números estaban en su contra.

Evey sonrió —Nunca pierdo una batalla, —le aseguró. Esperaba que al menos eso pudiera darle un poco de esperanza, sabía que la fe podía darle grandes fuerzas a un hombre —así que puedes, si quieres, considerarme un amuleto de la suerte. — esas palabras hicieron que el sureño cambiara su semblante, Snow sonrió y aquella expresión sombría y llena de pesar desapareció de su rostro —Ven. —dijo de pronto la forastera y se levantó.

¿A dónde? —preguntó Jon imitándola. ¿A dónde iría a esa hora? Mañana era un día importante, debían prepararse.

Solo ven. —la rubia se volteó sin responder a su pregunta y caminó rápidamente entre las tiendas de campaña de los demás soldados para alejarse del campamento.

Caminaron hasta al pie de una montaña. Snow se preguntaba por qué le había llevado hasta ahí, qué hacían en ese lugar, hasta que la rubia le ofreció su mano. Hubo un instante en que ambos cruzaron la mirada, Jon no preguntó nada y simplemente aceptó y tomó la mano que la mujer le ofrecía. La forastera cerró sus ojos y un gran bloque de hielo se levantó bajo sus pies, este los hizo llegar hasta la cima de la montaña funcionando como un ascensor atravesando la nieve en su ascenso.

Así es como atravesé el muro. —Evey le dio la respuesta a la interrogante después de semanas evitando hacerlo. Podía morir en los días siguientes peleando una guerra que no era suya, lo sabía, pero no iba a retractarse y, lo mejor que pudo hacer en un momento así fue mantener su optimismo—Aquí estamos. —dijo alzando sus brazos al cielo llenando sus pulmones con el frio aire de invierno, como si hacerlo le diera energías.

Él sureño no sabía exactamente qué decir, pero por un momento, por un par de minutos olvidó lo que le deparaba el futuro. Jon olvidó la batalla que debía librar mañana, las batallas que estaban por venir, todo el peso que estaba sobre sus hombros. Su mirada por un momento se fijó en ella, en la mujer de ojos bicolores. Aprovechó que ella no le miraba. Desde lo que había sucedido con Ygritte, no pensó jamás en volver a mirar a otra mujer, había rechazado incluso a Melisandre a pesar de su gran belleza. El mirar a la rubia tan tranquila le contagió de su ingenua paz.

¡Jodete mundo! —gritó de manera inesperada Evey tomando por sorpresa al pelinegro que dio un respingo —¡Ganaremos! —vociferó como si alguien ahí arriba, en el cielo, pudiera escucharla y mágicamente hiciera de sus palabras una realidad.

Jon le sonrió y se unió a los gritos. Extrañamente, aquello evaporó las tensiones por un instante. Logró olvidar la lucha donde posiblemente perdería su vida. El sureño sabía que no contaba con los hombres suficientes para ganar a los Bolton y aunque la forastera parecía tener la fuerza y magia que podía ayudarlos a situarse en la delantera, no sabía cuan poderosa podía llegar a ser y, aunque la consideraba una ventaja, sabía que tenerla a ella de su lado no le brindaría la victoria, pero, sin embargo, esa noche, quiso creerlo.


Nieve y Oscuridad [Primera Parte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora