Capítulo XX: ¿Es así como se siente?

3.3K 367 13
                                    

Toda la amargura que contaminó su ser durante los últimos días parecía disiparse, aunque la tristeza continuaba aferrada a ella. Aquella pesadilla le había recordado quién era, lo que era y por qué había sido enviada junto a los demás hasta ahí. Durante todo el tiempo que había pasado en aquel lugar, intentó sacarlo de su mente; quiso olvidarlo de momento y disfrutar el tiempo que tenía, segundo a segundo, pues sabía que después de la batalla el resultado sería incierto para ella.

Jon no podía hacer más que sostenerla entre sus brazos y esperar. Escuchaba sus ahogados sollozos sobre su pecho, solo esperaba que su llanto al menos le ayudara a purgar la pena... pero no. El simple hecho de ver que se preocupaba por ella sumaba pesar a su tristeza, temió que sus lágrimas los ahogaran a los dos. Intentó respirar, calmarse, intentando regular su respiración, apretando sus dientes y cerrando sus ojos con fuerza. Su agonía duró poco pero el tiempo que pasó ahogándose en ella hizo que una nueva herida se abriera en su ser.

Lo siento —murmuró con voz suave sin levantar su rostro para observarlo. No se avergonzaba de sentir, de ser humana, pero siempre prefirió guardar sus emociones, hacerlas a un lado y preocuparse de lo demás. Eso le ayudaba a sanarse a sí misma, y a olvidar sus propios problemas.

Lo que sea que pase puedes decírmelo —Jon apoyó su mentón sobre la cabeza de la rubia y la apretó con sus brazos, con cuidado.

No respondió ¿Qué iba a decirle de todas formas? Era demasiado que asimilar y no quería explicarlo de ninguna forma—Lo sé, —fue lo único que dijo. Después de unos segundos volvió a hablar, su voz aún no volvía a la normalidad—Jon...

¿Sí? —dijo él. No esperaba que le contara sus pesares y aquello le daba impotencia, no saber cómo ayudarla.

Gracias —se despegó un poco de él, sus ojos continuaban con lágrimas que esperaban recorrer su rostro.

Snow la contempló por unos breves instantes y pudo ver la vulnerabilidad en ella. Evey era una mujer fuerte, de eso no había duda, pero detrás de esa sonrisa que casi siempre llevaba en sus labios escondía más dolor del que cualquiera pudiera imaginar—¿Estarás bien? —Le preguntó con preocupación, al mismo tiempo que llevaba su mano derecha hacia el rostro de la rubia, quien cerró los ojos. Jon secó sus lágrimas.

Evey simplemente asintió—Estaré bien —una pequeña sonrisa se curvó en sus labios, puso su mano izquierda sobre la de Jon y su sonrisa se amplió.

¿Quieres quedarte aquí? —no sabía realmente qué hacer con ella, qué decirle para que se sintiera mejor. Era imposible enfrentarse a algo que desconocía, pero estaba feliz de ser él quien la consolara y no otro... ¿sentía algo por ella?

La forastera negó con la cabeza y terminó de secar sus lágrimas, pasó su antebrazo por la parte inferior de su nariz y volvió a observar a Jon con una sonrisa que vestía rastros de malicia—No quiero seguir aquí... si lo hago, terminaré por llenar tu armadura de mocos.

Snow sonrió y alborotó el cabello de Evey. Se acercó con cuidado y gentilmente besó su frente—Vamos a tomar aire —Le ofreció su mano, sabía que no la necesitaba para caminar por aquel suelo pedregoso, pero quería tenerla cerca—Y quizá pueda convencer a Daenerys de que te deje volar sobre uno de sus dragones un rato.

Tomó su mano y emitió una silenciosa risa cuando el sureño dijo sus últimas palabras —Mejor persuádela para que me regale uno.

Haré lo posible —En ese momento nada podía complacerlo más que ver esa sonrisa y el brillo en los ojos de la norteña.

Jon tomó su consejo; sin embargo, no tuvo el resultado completamente esperado. Daenerys aún no le creía por completo, pero se mostraba dispuesta a escucharlo, o al menos eso era lo que el mismo Snow le había dicho a la forastera. En los siguientes días, la rubia se unió al equipo que recolectaba el mineral, siendo ella quien ayudaba a trasladarlo para agilizar las cosas. Todo parecía ir por buen camino. Evey se mantuvo alejada de todo asunto relacionado con la Targaryen, aunque Jon sí se sumó a algunas conversaciones. Hasta donde la norteña tenía entendido, la madre de los dragones estaba empeñada en conseguir su trono de hierro; sin embargo, parecía estar perdiendo. Ella personalmente podía ofrecer estrategias, pero estas no iban a funcionar con personas normales, por lo que simplemente se mantuvo al margen.

¡Davos! —gritó Evey al verlo. Tenía el rostro sucio y sudado, el cabello pegado a su frente y las manos sucias —Dime que traes algo de comer porque mi estómago ruge más fuerte que los dragones —Terminó de mover una gran pila de vidriagón y se sentó en el suelo. Estaba cansada, pero también satisfecha por estar haciendo algo de utilidad.

Para su suerte, sí —Davos le sonrió. Le tenía un especial cariño a la forastera. Si bien era adulta, parecía una niña, y a veces le recordaba a Shireen. Le entregó a la rubia una jarra con agua y algo de comer.

Lo primero que hizo Evey fue beber el agua con rapidez. Había intentado beber agua del mar, pensó que podría remover la sal pero se equivocó y la llevó a tener náuseas gran parte del día.

¿Dónde está Jon? —Preguntó con la boca llena de comida —No lo veo desde ayer.

Jon... —repitió Davos —Recibió un cuervo esta mañana, por lo que fue al castillo a ver de qué se trataba. Dijo que hablaría con Daenerys sobre este tema, ya sabes. —dijo para no entrar en detalle —Además, ella ha solicitado su consejo sobre algunos asuntos —explicó sin dar más detalles, pues no era mucho lo que sabía más que Daenerys Targaryen estaba perdiendo la guerra y no estaba segura de qué decisión tomar.

Oh —Evey no dijo más, continuó comiendo y bebiendo agua.

¿Sucede algo? —preguntó Davos al mirarla detenidamente. La rubia en respuesta negó con la cabeza, tenía las mejillas infladas por tener tanta comida en la boca—Lo estimas mucho —continuó él. Sus años le habían brindado sabiduría, y no era la primera vez que veía a una doncella así—Estoy seguro de que él te aprecia también.

La rubia no levantó la mirada y continuó bebiendo agua. Lo que le agradaba de Ser Davos era que él respetaba su silencio, generalmente esperaba a que ella hablara primero —Que sienta un poco de odio por Daenerys sin siquiera conocerla como persona —comenzó ella después de terminar de comer—¿Significa que estoy celosa de ella? —preguntó, ingenua e inocente. No, no era estúpida, simplemente se le dificultaba reconocer realmente qué sentimientos tenía.

Davos observó a la rubia por un momento —No creo que haya nada que puedas envidiarle más que sus dragones —Le sonrió, sabía de la fascinación de la mujer por aquellas criaturas. Podía descartar absolutamente que envidiara sus ejércitos o títulos, Evey no era esa clase de persona y lo había dejado ya bastante claro.

Digo... —Comenzó a explicarle. Si bien en su juventud tuvo una figura "materna" que fue su Nana, jamás tuvo una madre como tal, o un padre que se sentara a hablar con ella de cosas triviales como aquella. Todo lo que su madre le decía tenía que ver con reinar y sus derivados, y su padre... él se mantenía al margen de todo —Solo lo siento cuando Jon va a verla y hablar con ella, me disgusta, siento así como hmm... —Puso su mano en su pecho— Algo... raro —A veces le sorprendía la natural inocencia de Evey. Davos no supo qué responderle de inmediato, por lo que ella continuó— ¿Significa que estoy enamorada? —preguntó ladeando su cabeza.

Davos le sonrió —Creo que solo tú sabes la respuesta a esa pregunta.

Nunca tuvo cariño, desde pequeña se valió sola. Si bien tuvo padres, su madre jamás fue cariñosa con ella, nunca la abrazó cuando lloraba. Su padre nunca estaba, siempre estaba ocupado con asuntos de su reino y no tenía tiempo nunca para pasarlo con ella. Nana la adoraba, de eso no había duda, pero no pasaba tanto tiempo con ella como le habría gustado. Entrar a una edad tan joven en el ejército la mantuvo lejos de cuestiones tan simples como la pregunta que se hacía en ese mismo instante; nunca tuvo realmente a alguien que la escuchara y aconsejara respecto a materias que no tuvieran nada que ver con la batalla.

Nieve y Oscuridad [Primera Parte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora