Capítulo XVIII: Acercándose al límite

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¡NO! —gritó tan fuerte que incluso el propio sonido de su voz hizo que se sobresaltara, quedando sentada de golpe en la cama donde había estado durmiendo solo minutos antes del brusco despertar. Su frente estaba llena de sudor frío y su corazón tocaba una melodía de terror; sus latidos eran tan fuertes que juraba poder sentir el eco de estos en sus oídos. Cuando miró sus palmas, sus manos temblaban y su mirada estaba llena de espanto.

Estática pasó largos minutos observando sus manos, que ya no temblaban. Todo se veía tan nítido en aquella pesadilla que realmente creyó haber vivido ese instante de nuevo. Recordaba el despertarse casi cubierta de nieve rodeada por la mismísima nada y, por sobre todo, no olvidaba el haber recorrido el resto del camino casi arrastrando sus piernas para más adelante encontrarse con los cuerpos mutilados de los soldados que había buscado salvar. Las lágrimas que derramó aquella noche sentada frente al fuego culpándose por la muerte de los cuatro soldados que no era capaz de olvidar, todo aquello era una cicatriz que aún ardía al rojo vivo en su alma.

Tan pronto logró superar aquel sueño y calmar su mente, se puso de nuevo sus botas y salió a caminar. La rubia vestía simplemente un pantalón negro ajustado a su cuerpo, nada demasiado ostentoso. Su prenda de vestir superior era digna de ver: un corset negro con detalles metálicos que contaba con un reforzamiento de cuero sobre su hombro derecho, cubriendo la totalidad de este. Aquel reforzamiento llevaba una correa de seguridad que iba desde la terminación hacia la parte izquierda del busto, y una especie de cubrecuello que ocultaba completamente el escote del corset.

Caminó por los pasillos del deprimente Castillo de Roca Dragón. Pudo notar como varios Dothrakis hacían guardia; Daenerys había dado la orden de vigilar a sus "invitados", por lo que estaba segura de que más de uno estaría pendiente de sus movimientos. No obstante, no tenía ningún propósito maligno, solo deseaba buscar respirar aire fresco.

Recorrió varios senderos hasta que se encontró con un camino que le llevó hasta lo alto de un acantilado. Quedándose de pie unos segundos, pudo sentir la brisa costera; sin duda el clima era agradable. Se sentó en el suelo de piernas cruzadas mientras el viento alborotaba su cabello. Aún repasaba lo que en sus sueños vio, lo que en realidad sucedió aquel día. Era un hecho reciente comparado con el anterior y, si bien se recuperó del primero gracias a Nana, el otro comenzaba a atormentarla y ella sabía qué resultaría de aquellos tortuosos recuerdos.

Cambió de posición y apoyó sus piernas contra su pecho, abrazándose a ellas. No sintió los pasos detrás de ella, pues su mente divagaba recorriendo un laberinto sin salida.

¿Disfruta del clima? —preguntó una voz que no reconoció al instante, pero cuando la rubia se volteó pudo ver que era Tyrion Lannister quien le hablaba.

Evey simplemente asintió y se volteó para observar las olas romper contra las rocas. Su rostro estaba pálido, más que de costumbre, sus labios incluso habían perdido ese brillante color carmesí. Se veía cansada.

Jon es un buen hombre —Quería hablar con ella, utilizar su oratoria para conseguir algo de información, responder a alguna duda de las que yacían en su mente.

Ajam —Su voz sonó tan tenue que se perdió entre el sonido del mar.

Tyrion, confundido, la observó con mayor atención. Cuando le vio llegar era alegre, sonreía y se mostró fiera ante los Dothrakis, pero ahora... ahora se veía vulnerable, como un niño asustado que estaba a punto de llorar. Sintió lástima por ella, aun sin conocerla y desconfiando de ella, la compasión arribó. Decidió sentarse a su lado, pues estaba seguro de que dijera lo que dijera, ella no lo iba a escuchar más. Aun así, no iba a renunciar a las intenciones que lo habían llevado hasta ahí.

Pasaron los minutos y ella ni siquiera se volteó a observar a su inesperado compañero. Finalmente, dejó un suspiro escapar de sus labios—Solo en la oscuridad podemos ver las estrellas brillar —Fue algo repentino que de la nada comenzara a hablar—Entiendo que piensen que Jon habla sin sentido, es difícil creer en algo que no ves... —En el silencio de su discurso se dio un momento para observar al enano—Perdí a buenos amigos por culpa de ellos, fueron asesinados brutalmente y no pude hacer nada —Otro suspiro la hizo detenerse —Desearía que fueran solo un cuento para asustar a los niños.

No supo qué decir. En ese instante, el Lannister no se atrevió a contradecirla, a comenzar un juego de palabras para indicarle el sinsentido que decía. La forastera se escuchaba sincera.

Vengo desde el otro lado del muro, viajaba con un gran grupo pero poco a poco fueron cayendo, solo cinco sobrevivimos. Estábamos cerca del bosque encantado, solo un par de horas más caminando bastaban para llegar ahí —Esta vez lo observó directamente a los ojos mientras narraba—Escuchar sus chillidos al atacar, sentir la desesperación al no poder acabar con ellos fácilmente, experimentar el miedo al no saber qué hacer —En la comisura de sus labios se formó una tenue sonrisa manchada de decepción—Fui la única que logró cruzar el muro, y recuerdo a cada una de la personas que perdí durante el viaje. Créeme que desearía que todo ello fuera mentira.

No dudo de tu sinceridad, y no quisiera faltarte el respeto, —comenzó Tyrion—pero tanto Jon como tú saben lo difícil que es hacer a alguien comprender la realidad que no han presenciado por sí mismos.

Lo sé —respondió ella apoyando su mentón en sus rodillas—Eso que te he dicho... solo quería sacármelo del pecho. Gracias por escuchar —El último suspiro que salió de su boca fue aquel que le brindó alivio, por lo que pudo sonreír al contemplar el mar—Este lugar es bellísimo, la tranquilidad es placentera. Me gustan los colores.

Hay lugares más coloridos que este —Tyrion no iba a preguntar nada, renunció a sus primeras intenciones porque quizá lo que iba a preguntar tendría respuestas que no serían de su agrado—El Valle de Arryn tiene grandes montañas y mucha vegetación. En El Dominio tienen el camino de rosas que, debo decir, es bastante bello.

En casa teníamos un paisaje blanco la mayor parte del tiempo —dijo mientras recordaba—Pero hacíamos todo lo posible por colorear la ciudad. A mamá no le gustaba eso —murmuró al final. Aunque fue rechazada por la mujer, siempre se dirigió a ella como "madre". No le guardaba rencor, no realmente, solo sentía lástima por ella. Evey volvió a voltearse hacia Tyrion—¿Y cuál es tu historia?

Dudó en contarle algo sobre él, pero terminó hablando sobre su corto tiempo como esclavo (un día), sucesos banales, nada que contuviera información realmente importante. No dijo nada sobre el asesinato de su propio padre, omitió los detalles "crueles" y criminales. A cambio, ella le contó sobre los primeros días en Invernalia, cómo había conocido a Jon, su breve participación en la batalla de los bastardos y su reciente decisión de acompañarlo a Roca Dragón.

Se ve que lo aprecias —Era verdaderamente agradable conversar con ella, no preguntaba detalles escandalosos, solo cosas banales como "¿Te hicieron usar ropa graciosa mientras fuiste un esclavo?". Nada comprometedor, ninguna de sus preguntas parecía tener segundas intenciones.

Tiene un gran corazón —confirmó mientras sonreía—Es alguien simple pero... —Se detuvo y ladeó su cabeza mientras observaba al hombre Lannister—Creo que se preocupa demasiado. No me malinterpretes, —dijo, apresurándose a aclarar—pero creo que hay momentos en los cuales no puedes hacer nada para solucionar los problemas y... cada día es un regalo, no un derecho. Cada segundo de la vida es un tesoro y, al menos a mí, me gusta disfrutar de cada uno de ellos.

La sabiduría estaba frecuentemente asociada con gente de mayor edad, con personas que han recorrido muchos caminos en la vida, que aprendieron de tragedias, de sus errores. Y ella era joven, Tyrion lo sabía, no debía tener más de veinte años, y aun así su manera de pensar estaba por sobre el promedio—Por eso disfruto cada día de una copa de vino —dijo bromeando.

Evey le sonrió nuevamente y volvió a fijarse en el mar, con la mirada seria esta vez—Lo que más disfruto en el mundo es descubrir cosas nuevas —Hubo un momento de silencio—¿Crees que su majestad me deje adoptar uno de sus dragones? —preguntó sin observar al enano. Al no recibir respuesta, la rubia rió—Estoy bromeando.

Nieve y Oscuridad [Primera Parte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora