Capítulo IX: El hielo también se derrite

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Estaba casi completamente sumergida en una bañera con agua caliente, el vapor danzaba hasta desaparecer camino al cielo. Evey disfrutaba de los baños, quedarse en el agua por mucho tiempo hasta que sus dedos se arrugaban. La habitación que le había sido dada se veía bastante acogedora, era amplia y contaba con muchas velas que iluminaban el ambiente, los muebles de madera y los pequeños detalles de decoración le daban un toque especial, el hecho que le dejaran mover algunas cosas a su gusto, le hacía sentir un poco más cómoda. 

Después de al menos una hora la rubia dejó la bañera, se vistió nuevamente eligiendo aquella ropa aquella que usaba debajo de su armadura, un pantalón y una camisa, algo simple pero ajustado a su cuerpo. Su cabello estaba mojado y caminaba descalza en búsqueda de sus zapatos pues no recordaba donde los había pateado hasta que sintió golpes en su puerta. No esperaba a nadie.

Jon —dijo con sorpresa después de abrir la puerta ante el insistente golpeteo. No lo esperaba, ni a él ni a nadie.

Al verla con tan ligera ropa, Jon desvió su mirada avergonzado, las curvas y atributos de la mujer quedaban claros a la vista y por ello decidió que no era prudente mirarla de frente —Quería asegurarme que estabas bien, si necesitabas algo.

La forastera sonrió. Debido a su lugar de procedencia no sentía frio en un clima como el de Invernalia y aunque no acostumbraba a andar así, no vestía su armadura aun pues quería limpiarla antes de cumplir su parte del trato. 

Ahora que lo preguntas —dijo mirándolo fijamente apoyada en el umbral de la puerta divertida por la escena, ver a Jon voltearse por algo tan banal y de una manera tan infantil como un niño avergonzado, le divertía —¿Qué tal un masaje? —su voz sonó suave, casi convincente.

Jon se sobresaltó ante su petición completamente confundido. Las mujeres que conocía no eran tan directas como ella, todas usaban formalidades, se comportaban de manera diferente, pero Evey era lo opuesto a lo que conocía, no solo físicamente, sino también en su costumbres. Parecía ser grosera, impertinente, no parecían importarle los títulos y por sobre todo, odiaba las formalidades hacia ella. La foránea era la clase de persona que no teme decir lo que piensa o siente, no se contiene cuando se decide a hacer algo.

¡Por todos los dioses! era una broma. —Golpeó con su puño suavemente el hombro de Jon que aún continuaba debatiendo en su mente si aquella solicitud era verdad o una simple broma —No es una idea tan terrible de todas formas —murmuró entrando a la habitación. Se puso sus botas. Jon la observaba desde afuera —Pareces una estatua... ¿practicas para convertirte en una?

Fue después de esas palabras que el pelinegro reaccionó dándose cuenta de lo tonto que debió haberse visto —Mis disculpas mila... Evey.

Bah, la que debería disculparse al parecer soy yo. —limpió la sangre seca de su armadura y comenzó a atarla —Ayúdame con esto, nunca alcanzo aquí atrás —dijo dándole la espalda a Jon, casi ordenandolo. Volteó su cabeza y después de unos segundos al ver que este no se movía, la mirada fija que le asedió fue lo que hizo que el sureño se moviera.

Jon se acercó con cautela y ella volvió a voltearse. Siempre le costaba atar la parte de atrás de su cuello, tener botones en esa parte no había sido una muy brillante idea, pero no se quejaba, le encantaba el diseño de esta, además, podía hacerlo sola solo quería jugar un poco con él. Snow por su parte estaba nervioso, pero aun así, con torpeza abotonó y amarró la parte de atrás de la armadura de la mujer, solo para notar en su nuca la punta de un tatuaje con una extraña forma. El hombre sintió la necesidad de hacer a un lado el cabello de Evey que había crecido bastante en el último tiempo y cubría parte de su nuca solo para observar mejor, pero eso para él sería sobrepasarse.

Gracias —Dijo la norteña volteándose hacia él —¿Pasa algo? —Preguntó al ver que Jon la miraba fijamente la distancia entre los dos no era demasiada, no era la reacción que esperaba realmente —puedes decírmelo, no voy a enojarme. —hubo otro momento de silencio donde ella buscó su mirada —Lamento si he sido ruda contigo, Nana siempre decía que no conozco los limites, siempre me metí en problemas por eso —recordaba cuando de joven se negaba a llamar al rey o a otros diplomáticos por sus títulos, siempre ganando un regaño o mirada llena de odio cortesía de su madre.

¿Tienes un tatuaje? —Preguntó Jon finalmente. No le molestaba la forma en que la mujer se comportaba aunque fuera bastante grosera y no tuviera los modales apropiados para una dama.

Oh. —Respondió la mujer luego de pensarlo unos segundos y señalo con su pulgar su nuca —Es una runa. Significa luz.

Sabía que basar la conversación en su tatuaje no iría por buen camino, la razón de este no era simple estética ni creencias religiosas, lo tenía por otras razones, razones que no deseaba compartir con nadie pues de hacerlo se enfrascaría en una explicación demasiado extensa, debería explicar y contar cosas que de momento, no debía decir, cosas de las que no se sentía orgullosa ni cómoda.

No has sido ruda, solo, eres diferente a las mujeres que conozco —Manifestó Jon después que ella le diera su respuesta —No utilizas formalidades y bueno, no es común ver a una mujer como tú.

Alguna vez, en algún momento su madre en un ataque de furia le había gritado que incluso las prostitutas eran unas damas comparadas con ella, pero a Evey no le importó, no iba a vivir la vida que querían imponerle, no iba a vivir como los demás querían que lo hiciera, y mientras no ofendiera a nadie y no se metiera en demasiados problemas, no le importaba. Era su vida, la única que tenía y quería vivirla a gusto.

Meh. —Dijo encogiéndose de hombros mientras arreglaba su cabello en una pequeña coleta —Seguro le dices eso a todas —y antes que Jon refutara o dijera algo (pues lo iba a hacer) la forastera se apresuró a aclarar —Estoy bromeando —Terminó de amarrar sus guantes mientras que Snow parecía esperarla. El hombre vestía de negro, con una gruesa capa, el cabello recogido en una coleta, abrigo de piel, algo que le protegería del invierno —Bueno ¿Dónde está la comida gratis?

Jon le sonrió. Lejos de como la había conocido,esquiva los primeros días, grosera y mal humorada, ahora parecía relajada ysonreía más que de costumbre, hacía bromas que se considerarían groseras, sobretodo porque las decía una mujer. Verla, aunque lo dejara sin palabras con susarcasmo y no lograra diferenciar cuando la mujer hablaba en serio y cuando no,era relajante tenerla cerca. Evey no se mostraba estresada, no mostraba sentirpesar ni preocupación por los conflictos, algo inusual considerando que durantesus primeros días en Poniente insistió con prepararse prematuramente para labatalla contra los muertos. La veía como una persona tan simple que incluso sintió envidia de ella.    

Nieve y Oscuridad [Primera Parte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora