Capítulo XII: El costo de la libertad

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Evey nació en una familia real siendo la primera hija de Eskor Moon y Jaira Aktar, destinada a ocupar el trono una vez su padre falleciera, o cuando esta contrajera esta matrimonio. Jaira comenzó desde el día uno a planear el futuro del niño que llevaba en su vientre, y aunque se sintió decepcionada por haber parido a una mujer, sabía que heredaría el trono pues en sus tierras hombre o mujer, cualquier podía reinar.

Fue presentada a toda la ciudad tas nacer. En sus primeros cumpleaños estuvo rodeada de extraños y recibió costosos regalos que ni siquiera le servían a tal edad. Evey fue siempre considerada como un pequeño tesoro por su padre quien lejos de regañarla cuando ella cometía alguna travesura, la alentaba a continuar haciéndolas, al menos antes que la tragedia marcara la juventud de la pequeña niña.

Cuando dio sus primeros pasos, la joven de cabello platinado mostró curiosidad por el mundo que le rodeaba, muchas veces intentaba alejarse de su madre para explorar los rincones del castillo mientras recibían invitados, sin embargo, eso no era lo que debía hacer una heredera al trono, no era la manera correcta de comportarse. Fue creciendo con el tiempo y poco a poco sus desapariciones del castillo se hicieron frecuentes. Escalaba murallas y torres, corría por los bosques y jugaba con los hijos de los panaderos o vendedores de tienda solo para ser encontrada por los soldados que enviaba su madre a buscarle para luego prohibirle regresar al lugar donde había sido encontrada, le regañaba por su actitud y castigaba, aun así, Evey siempre encontraba una manera de escaparse.

Fue presentada en sociedad a corta edad, las reuniones de matrimonio donde discutían sobre el mejor prospecto para casar a la joven princesa se hicieron recurrentes. Lords de diferentes partes del reino presentaban a sus hijos, parecía una cacería, donde todos intentaban ganar el favor del rey o la simpatía de la reina e, incluso de la pequeña princesa quien, ignoraba a todo aquel niño que no pudiera jugar con ella como lo hacían los de clase baja.

Sus padres comenzaron a discutir cuando sus desapariciones se hicieron aún más frecuentes y, con el despertar de su habilidad de control de agua, Evey se sentía extasiada, era feliz, vivía una vida feliz, era una niña dulce y amable, alegre, dispuesta a aprender cómo controlar su don para ayudar a los demás. Se encontró a ella misma jugándole bromas a gente en el palacio cuando hacían reuniones con gente de la nobleza, a veces, congelaba el vino de los Lords o rebalsaba los vasos de aquellos niños que le molestaban. Pronto sus castigos se volvieron frecuentes, diarios. Su madre le daba sermones cada vez sobre lo que debía hacer, lo que se esperaba de ella y de cómo tenía que actuar.

A corta edad se dio cuenta que era especial, que había algo en ella que le diferenciaba de otros elementalistas, Nana, su abuela fue la primera en enterarse y la primera en apoyarle. Cuando la tragedia sucedió y sus dones quedaron a la vista de todos, su vida cambió, todo aquel que le admiraba, le observaba casi con miedo.

Cuando Evey conoció descubrió que en el ejército podían enseñarle a utilizar su poder, supo que quería integrarse en este, allí aprendería a pelear, podría proteger a los necesitados. Su madre se negó rotundamente, su padre por otro lado se mostró permisivo y disuadió a Jaira diciendo que quizá entrar en el ejército le ayudaría a la joven princesa a sentar cabeza, le enseñarían disciplina. Eso fue lo que le dio una luz de esperanza a Jaira que esperaba que su hija fuera la reina en el futuro.

A los once años comenzó a entrenar. El ejército lejos de ayudarle con la disciplina, le abrió muchas puertas, muchas oportunidades para Evey quien quería ver el mundo, viajar hasta el fin del mundo y conocer cada rincón. Lo que más le alegraba de todo ello, era que no estaba en casa, su madre ya no le gritaba ni le recordaba lo poca cosa que era ante sus ojos. Jaira era demasiado cruel con su hija, aun a joven edad decía cosas que una madre no debe decir nunca a sus hijos.

La madre de la muchacha buscaba todas las opciones disponibles para alejar a su hija de una vida mundana y, como caída del cielo tuvo la excusa perfecta para retirar a Evey del ejército después de un accidente que le había costado la vida a dos jóvenes soldados y, aunque aquel hecho fue encubierto, pronto se esparcieron rumores que la muerte de ambos adolescentes era culpa de la princesa. Fue alejada inmediatamente en el ejército y encerrada en el castillo donde fue obligada a tomar lecciones de como "ser una dama". La joven rubia guardaba la esperanza de poder marcharse en algún momento, planeaba irse y no regresar, no necesitaba estar entre cuatro paredes, necesitaba estar ahí afuera para aprender sobre ella misma, sobre lo que era capaz de hacer.

Cuando Evey cumplió los quince años fue anunciado que la princesa seria presentada a un joven Lord, se casaría con él cuanto antes. Eran intentos desesperados de su madre para llevarla por el camino que había planeado para su hija. La rubia siempre supo que la paz que tuvo obtuvo por un tiempo, no duraría para siempre, que continuarían involucrándola en política. Ella no quería ser reina de nada, quería vivir libre pues sabía que no sería la reina que su pueblo necesitaba. Discutió con su madre diciéndole que ella jamás ascendería al trono, que jamás seria la reina que su pueblo merecía, que no quería reinar, que quería ser libre. Jaira enfurecida ordenó encerrar a Evey hasta que el matrimonio se celebrara. Entre lágrimas de pena y rabia la joven princesa se aisló en su habitación por días, no comía y aun cuando le fue permitido salir al exterior (en compañía de algún sirviente) no lo hacía.

La joven estaba débil, cada día más delgada y fue cuando Eskor actuó. El rey siempre supo que su hija no sería reina, la vida de un rey, el estar encerrado entre cuatro paredes, no era vida para ella, Evey era un ave que merecía volar libre. Lo comprobó cuando la joven perdió esa sonrisa que siempre mantuvo aun cuando su madre la despreciaba, poco a poco la princesa perdía su luz y Eskor no iba a condenar a su hija a vivir una vida que ella no quería, no iba a dejar que cayera entre las garras de la oscuridad.

Evey se enfrentó a una decisión, podía elegir continuar con la vida de la realeza con sus lujos y facilidad, o renunciar a todo, a su apellido, a sus derechos y a su posición, era una oferta tentadora, era todo lo que ella quería, ser normal, vivir una vida normal lejos de las reuniones y las responsabilidades, no quería convertirse en alguien como su madre...

Jaira estuvo furiosa cuando Evey anunció su decisión, se uniría al ejército de manera definitiva y renunciaría absolutamente a todo derecho real, renunciaría a su apellido inclusive y, esto desató la ira en la mujer quien insultó a su hija hasta que su voz se volvió rasposa de tanto gritar. Le acusó de ser una mala hija, una vergüenza, e incluso le gritó a la cara que deseaba jamás haberla parido, que de haber sabido lo que sucedería, la hubiese abandonado en el bosque para que muriera, le dijo a Evey que era una vergüenza para la familia, una deshonra. No pudo despedirse apropiadamente de su padre pues su madre la obligó a marcharse del castillo, deseaba desterrarla, sin embargo, Eskor no dejaría ir a su esposa llegar tan lejos.

La rubia vivió en la pobreza con una familia que la acogió, trabajó en una pequeña granja, horneando pan o limpiando carruajes. Era una vida simple, llena de trabajo y satisfacción personal, se sentía útil por cada cosa que lograba sola. No volvió a ver a su padre como tal, evitaba acercarse al castillo, pero de cuando en vez, su abuela la visitaba en el pueblo donde compartían momentos inolvidables junto a gente simple y de gran corazón.

Evey nunca quiso la vida de la realeza, sabía que no podría ser la reina apta para aquel reino, sabía que debería tomar decisiones difíciles y no quería tener la sangre de nadie en sus manos, lo único que deseaba era ser libre, común, quería conocer el mundo, vivir, casarse con alguien de quien se enamorara. No le importaban los títulos, para ella todos eran iguales, nobles o pobres, reyes o panaderos, pues la muerte finalmente ninguna diferencia hace ante nadie.

Nieve y Oscuridad [Primera Parte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora