Nieve y Oscuridad [Primera Parte]

Capítulo XIX: Sentimientos que queman por dentro

— "...Cuando todos los hombres del rey y todos sus caballos no encuentran una forma de salvarte..." —era lo que cantaba en un susurro mientras movía sus piernas en el aire, estaba sentada en una roca endeble a orillas del acantilado. Mirar hacia abajo y ver la gran altura podría causarle pánico a cualquiera, pero no iba a caer, y si caía, se las arreglaría —"Intento sacar el hielo de mis huesos intentando no sentir el frío. Atrapada en los pensamientos de aquel tiempo cuando todo estaba bien, cuando todo era mío..." —a veces sentía pequeñas gotas de agua cuando las olas rompían contra las rocas.

Arriba, en tierra segura alguien le buscaba y aunque escuchó la suave voz de la mujer a lo lejos, no logró identificar desde donde provenía. Jon Snow se dijo a si mismo que la forastera no era capaz de hacerse invisible así que caminó hacía el acantilado, aunque su voz ya no sonaba, siguió buscándola hasta que por inercia miró hacia abajo para ver su rubia cabellera resaltar entre el opaco y oscuro color de las rocas.

—Evey —dijo Snow tan sorprendido como asustado por la situación.

La rubia levantó su cabeza para observarlo y dibujó una sonrisa en sus labios —¿Su majestad? —dijo y aun le miraba, no tenía la intención de salir de donde estaba, al menos no aun.

Al ver que la mujer no se movía habló nuevamente; —Daenerys nos ha dejado buscar vidriagon, empezaremos cuanto antes —anunció con alivio. Aunque la mujer Targaryen aún no creía en sus palabras, el hecho que dejara que buscaran el material, era algo que debía agradecer.

—Oh, Daenerys... —balbuceó ella y agachó la mirada el dirección al mar —eso es bueno —y no dijo nada más. Observó a lo lejos los pájaros volar, era una calma tan agradable que no deseaba que se terminara, pero al levantar su cabeza nuevamente, aun podía ver a Jon de pie al borde —¿Quieres bajar? —preguntó con inocencia.

Jon consideró su invitación por un solo segundo. La veía sentada en una formación plana del acantilado, pero esta era bastante pequeña, si ella hacia un movimiento en falso caería irremediablemente, y a una caída desde esa altura seguramente no sobreviviría. Los segundos pasaron y ella continuaba expectante mirándole. Snow sintió ansiedad al verla en un lugar tan peligroso y ella, parecía ni siquiera inmutarse por las posibles consecuencias.

—¿No? —más que una pregunta fue una afirmación.

La mujer se levantó con gran agilidad aunque el espacio que tenía para moverse era bastante reducido. Jon sintió la tentación de agacharse y tenderle su mano para ayudarla. Evey levantó la mirada nuevamente y se volteó de cara hacia el acantilado, cerró sus ojos y se dejó caer al vacío.

Los ojos del norteño se abrieron de par en par, entró en pánico al verla caer, la mujer tenía ambos brazos abiertos y parecía incluso disfrutar de su arriesgada acción. Era un momento lleno de desesperación, no sabía que hacer... hasta que la espuma del mar comenzó a formarse abajo ocultando las rocas que habían en el mar, aquel remolino fue tomando forma y levantándose en el aire, Snow dio un paso atrás y al mismo tiempo que lo hacía pudo verla a ella saltar de entre el agua cayendo de pie justamente en frente de él con una gran sonrisa en su rostro.

—Ven, vamos a eso que dijiste —le dijo Evey y aunque Jon estaba estupefacto, la mujer pasó por al lado de él caminando con completa tranquilidad, solo se volteó al notar que no la seguía —¿Vienes? —preguntó y se volteó nuevamente para caminar con total calma aunque no sabía qué camino tomar.

Snow pudo notar algo extraño en ella, si bien era grosera, impulsiva e incluso bromista, había algo en ella que le parecía inusual. Creía que en un momento normal la mujer hubiese estado emocionada por la idea de buscar vidriagon pues conocería nuevos lugares y ella aclamaba que le encantaba hacerlo, pero ahora se había portado incluso distante, cortante, y nunca había sido así con él desde que su relación mejoró. Comenzó a caminar cuando vio su figura alejarse, quería preguntar que sucedía, pero estaba completamente seguro que no iba a obtener una respuesta sincera.