Capítulo XVII: Oscuros recuerdos

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¡Corran! —ordenó al grupo quien los lideraba en ese instante. Lamentablemente, el general había sido el primero en caer, a causa de su propio descuido: subestimó al enemigo, y aquel error le costó su vida. Debido a esto, todo el peso recayó sobre ella, quien debía asegurar la supervivencia del grupo.

Evey —Le llamó uno de los soldados. Este no lucía un uniforme de color negro como la rubia, sino uno de color grisáceo. No era de metal, solo simple y grueso cuero con características similares al que le pertenecía a la mujer.

Se volteó mientras corrían a toda velocidad para observar a quien llamaba su nombre—Sigan corriendo —repitió. No tenía ningún plan, no había mucho que pudiera hacer, pues todos parecían estar condenados.

Detrás del pequeño grupo de cinco personas se levantaba una tormenta que parecía seguirles a gran velocidad. Ocasionalmente la mujer que los lideraba se volteaba con intención de confirmar que aún ningún muerto salía de aquella niebla pues, aunque no se mostraran, estaban seguros de que se trataba de ellos.

Llevaban bastante tiempo corriendo; estaban cansados, fatigados, pero la rubia intentaba animarlos para que continuaran, porque sabía que aquel que se detuviera lo haría para siempre. El ambiente disminuyó en temperatura, la sensación térmica de pronto se hizo inferior a cualquiera que aquellos jóvenes hubiesen presenciado en sus cortas vidas. Los espectros comenzaron a tomar la delantera, habían esperado que el grupo se cansara, que comenzaran a flaquear porque así serían presas mucho más fáciles.

Podía ver su aliento escapar de su boca, no sobrevivirán así, no corriendo—Agnis, ¿puedes crear un muro de fuego? —preguntó a uno de los chicos que corría casi a su lado.

No, lo siento, estoy demasiado cansado. Si lo hago... —El muchacho no terminó la frase pues la respuesta era obvia, si lo hacía iba a morir después de desplomarse debido al cansancio.

Comenzaron a correr entre cordones rocosos que, al estar cubiertos de nieve, entorpecían su camino. Evey debía tomar una decisión: podía ordenarle a Agnis que levantara el muro de fuego y que sacrificara su vida, o voltearse ella y hacerles frente...

Sigan corriendo, no se detengan por nada, nos encontraremos llegando al bosque encantado. No se detengan —La mujer se detuvo y los soldados dudaron volteándose hacia ella. Sin embargo, el instinto de supervivencia los impulsó a seguir corriendo.

Evey suspiró y levantó sus manos frente a ella. Estaba cansada como todos los demás, pero no podía ordenarle a otra persona que diera su vida a cambio de la de los demás. No podía poner su vida sobre la de ningún otro, pero el problema era que necesitaban detenerlos o todos morirían en ese mismo lugar, resultando todos los esfuerzos y sacrificios anteriores en vano. La rubia esperaba por lo menos poder retrasarlos lo suficiente para que los demás escaparan y llegaran al muro.

Nana, lo siento... —Sintió el nudo en su garganta y las lágrimas asentarse en sus ojos. Sin embargo, no las derramó. Hombres vestidos con pieles, como los salvajes y gente de su ciudad que podía reconocer por sus vestimentas se lanzaban hacia ella: los espectros, todos aquellos que murieron y ahora eran parte del ejército del Rey de la noche. Levantó un muro de carámbanos frente a ella—Los veré en el infierno, hijos de puta —Y con un movimiento de sus brazos, como si empujara un gran objeto invisible, hizo que todos los carámbanos atravesaran los cuerpos de los espectros. Aunque en aquel momento pensó que había ganado, al verlos levantarse se dio cuenta de cuán equivocada estaba —Mierda —maldijo apretando los dientes.

Comenzó a correr para distraerlos. Por fortuna, la siguieron a ella olvidándose completamente de los hombres que ya no podía ver a lo lejos. Ágilmente saltó y rodeó las grandes rocas, pero por desgracia los espectros parecían ser más veloces que ella. Marchaban con las armas en sus manos, no tenían otra tarea que darle muerte a la mujer para que renaciera como una de ellos, y se uniera al ejército.

Cada músculo de sus piernas y cuerpo parecía arder en llamas, sabía que después de un momento no podría correr más. "No voy a morir aquí, no así". Sentía la muerte cernirse sobre ella, no pudo evitar derramar un par de lágrimas que rápidamente cristalizaron y cayeron al suelo. No quería morir, tenía un futuro por delante que quería disfrutar pero no había ninguna opción, ninguna salida... Evey dejó de correr se volteó. los espectros a metros de ella se detuvieron y comenzaron a rodearla, eran demasiados para que pudiera derrotarlos ella sola considerando que el hielo que podía crear no los iba a detener.

La agitada respiración de Evey se calmó, necesitaba sus últimas fuerzas para ganar más tiempo y aunque seguramente los otros soldados ya habían ganado distancia y estaban a salvo, el hecho de que se detuviera y estuviera ahí parada haciendo frente a algo que iba a matarla significaba que no moriría de rodillas.

Los espectros no esperaron más de un segundo para comenzar a atacar, golpes de espada, hachas y cuchillas lanzados hacia la rubia que los esquivó con audacia invocando pilares de hielo bajo sus pies para impulsarse al aire y saltar, alejándose de su rango de ataque. Ganando nuevamente distancia forjó una delgada lanza de hielo en su mano con la cual bloqueó alguno de los ataques, pero no importaba a cuántos hiriera o cuántos cráneos destruyera, continuaban apareciendo haciendo extraños sonidos y abalanzándose contra ella.

Su lanza fue rota por los espectros, no tuvo fuerza para mantenerla inquebrantable, sus rodillas temblaban ¿Iba a aceptar su inminente final?—No quiero morir... —susurró en voz baja con la mirada fija en frente, viendo en cámara lenta como los demonios corrían hacía ella. Sus rodillas tocaron el suelo—No voy a morir —Evey levantó su mano izquierda y su mirada se llenó de determinación; su ojo izquierdo de un intenso color verde comenzó a tornarse poco a poco más oscuro, adoptando finalmente un tono café. La rubia se puso de pie con su mano aún en alto y la vista fija en la muerte que le rodeaba.

Nieve y Oscuridad [Primera Parte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora