Capítulo uno.

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Cinco años de nuestra boda, somos felices. Pero, mi esposo ha tomado un comportamiento extraño desde que lo ascendieron en el trabajo y me estaba empezando a preocupar.

Hace más de una hora que llegue a nuestro hogar.

Preparo la cena y la mesa, Nick llegara pronto.

Estaba terminando los últimos arreglos de la cena, cuando escuche la puerta abrirse. Era él.

Lo veo quitarse el abrigo y dirigirse a la cocina, rápidamente me volteó a continuar en lo que estaba. Siento sus manos  agarrar mi cintura y al mismo tiempo dejando un beso en el lóbulo de mi oreja. Suelta mi cintura, luego de un "Hola, bebé". Lo veo marcharse al living.

Me lavo y seco las manos, salgo de la cocina y voy directo al sofá. Me siento junto a él acariciando su cabello.

—Estoy agotado, querida. Lo que más quiero en este momento, es una ducha y dormir.

—Nick, he hecho la cena y he pensado que mientras comemos, platicaramos, ya que no hemos pasado tiempo junto últimamente.

—Samantha, estoy cansado y no tengo apetito— Se levanto del sofá y deposito un beso en mi frente— Para la próxima, cariño.

Me quede en el mismo lugar, observándolo mientras subía hacia nuestra habitación. Luego de escuchar la puerta de la habitación cerrarse, me levante y recogí todo lo que había puesto en la mesa, guarde la comida en el refrigerador. Al terminar de recoger todo, subí a la habitación.

Abrí la puerta y al entrar, Nick salía del cuarto de baño con una toalla alrededor de su cintura y con el cabello húmedo. Me senté en la orilla de la cama, me quede ahí observándolo como se colocaba su pijama, no puedo creer que tantos años juntos y aún me seguía gustando como si fuera la primera vez. Él seguía colocándose el pijama, solo que ahora iba por su camiseta, luego de terminar se sentó junto a mí.

—¿Que va mal, Sam?—hace tanto que no me llamaba así, volteo a verlo.

—No sé,  Nick, dime tú— me miro con el ceño fruncido.— dime tú, ¿qué va mal con nosotros?

—Si te soy sincero, no sé, desde hace días tiene una actitud extraña.— Volteé a mirarlo.

—Nick, nada es igual, siempre llegas cansado, no tenemos intimidad— Paso una de sus manos por  su cabello, como signo de frustración.

—Sam, cariño, ahora tengo más trabajo que antes, sabias muy bien que al ascenderme habrían más responsabilidades.

Y lo sabe perfectamente, pero es mi esposo y lo más que quiero es estar tiempo con él, extrañaba cuando salíamos con nuestros dedos entrelazados y caminábamos por el parque mientras reíamos y hablábamos de cualquier tema o incluso alguna estupidez que se nos ocurrían, extrañaba tanto esos momentos.

—Lo entiendo perfectamente, Nick—me levante de la cama  para ir a la ducha, pero él me agarro la mano y me jalo cayendo en su regazo— Todo está bien, cariño, lo entiendo.

—No Sam, nada está bien— me miro fijamente

—Estas cansado, cariño, duerme. Me ducharé — le doy un pequeño beso en los labios, me pare de su regazo y voy directo al cuarto de baño

Sabía perfectamente que tenía mucho trabajo, pero dios, todo el tiempo que llega a casa, es agotado, sin apetito e incluso sin ganas de hablar conmigo porque él esta muy estresado con todo los documentos del trabajo. Y lo entendía, pero joder, solo pedía un momento para platicar y pasar tiempo con él.

Luego de asearme, me coloqué  el pijama. Me recosté en la cama, reviso mi ordenador para terminar los documentos que tenia que tener listo para mañana. Termine más rapido de lo que esperaba. Guardo el ordenador, para así por fin dormir un poco.

Ya es tarde para la verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora