Capítulo veinticinco.

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-Esto es bellísimo- digo echando por décima vez un vistazo por la ventana.

-Samantha, sí, ya lo has dicho muchas veces -dice una irritada mary, río.

-Paso mucho tiempo en la oficina ¡entiendeme! -digo y rueda los ojos.

-Y bien, cuéntame. -dice, la miro sin entender. - ¡Madre mía! Te haces la boba.

-Maryfran, ¿podrias ser más específica?

-¿Cómo va todo con Nick? ¿Todo en paz? -suelto una risita de adolescente enamorada, ya no estou para esto, maryfran me da una pequeña sonrisa de lado.

-Hasta el momento, sí. Me gustaría que sigamos así hasta terminar las vacaciones o más.

-Bien, me alegra que hayan arreglado las cosas. -dice terminando de colocar algunas de sus pertenencias en el tocador que hay en la habitación principal.

-Sí, voy a terminar de desempacar. -no recibo mas que un asentimiento de cabeza, salgo de la habitación y dirigirmea la nuestra.

Bien. Eso es lo único que puedo responder hasta ahora acerca de nuestra relación. No digo que estemos mal, pero tampoco estamos de maravilla.

Arreglamos las cosas, no queríamos arruinar la vacaciones. Maryfran y Agustus no se lo merecen, pues han planeado esto desde hace un mes, o eso fue lo que me confesó mary cuando veníamos hacía la casa de Agus.

Debo confesarte algo. Estas vacaciones las venia planeando hace un mes, esta no era la fecha pero al ver que Nick y tú estaban peleando constantemente, quise adelantarlas. Esas fueron sus palabras.

Lo cual fue muy lindo de su parte, y estaré agradecida por esto siempre.

Comienzo a acomodar las prendas de Nick primero. No tardo mucho, ya que trajo poca ropa a diferencia de mí, no decidía que vestidos y bikinis colocarme llegando al punto en el que sólo traje todo conmigo.

Al sacar todas mis pertenecía de la maleta me doy cuenta que no traigo el cargador de mi celular.

-Bien, Samantha. -me regaño -No, es que no puedo conmigo. Todo el tiempo es lo mismo, Samantha, no pierdo la cabeza porque la traigo pegada al cuerpo, sino estoy mas que segura que ya desde cuando ya la anduviera buscando. No, es que siempr...

-Eh, Sam. -me sobresalto, estaba tan ocupada regañandome que no me di cuenta cuando llego y mucho menos cuanto llevaba ahí recargado en la puerta de la habitación.

》¿Estás bien? Me estás asustando con esa manía tuya de hablar sola.

-Y tú a mí, tendre que ponerte un cascabel de collar a ver si así me entero cuando llegas. -le volteo los ojos riendo, él ríe y camina así mí, se agacha ya que estoy sentada en el piso y me da un tierno beso en la mejilla.

-¿Necesitas ayuda con todo esto, -observa el desorden de ropa que hay a mi lado. - loquilla?

-No me vendría mal.

-¿No te parece el paraíso este lugar? -cuestiona mientras dobla correctamente una de mis pijamas.

-Totalmente. Que bueno que decidimos venir. -guardo uno de los vestidos

-Sí, ya necesitábamos un respiro del trabajo ¿no crees? -dice. Me limito a responder asistiendo con la cabeza.

Estaba totalmente de acuerdo con él, necesitábamos esto porqué nuestro matrimonio se estaba viniendo abajo, y mis celos eran partícipe de ello.

Ya es tarde para la verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora