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Sehun

Las cosas que hago por los amigos. Bueno, realmente solo por una amiga. Si alguien más me hubiera pedido asistir a un concierto donde hay cinco hombres —¿o son chicos?-- bailando alrededor y girando sus porquerías en nuestra cara, les hubiera dado un reverberante "diablos no".

Aun así aquí estoy, por Irene, mientras manotea hacia estos tipos en pantalones blancos. De todas formas ¿qué chico usa pantalones blancos? Ella pierde la compostura cada vez que uno de ellos la toca y grita fuertemente en mi oído que nunca va a lavar su mano. Quiero recordarle que tiene gérmenes de otras personas en ella porque ellos han tocado a muchas personas y a ellos mismo a lo largo de su presentación. Ver a Irene cantando las letras mientras permanezco de pie con las piernas entumecidas, siendo apretujado entre ella y la chica al otro lado mío, es un poco molesto. Debería irme hacia el pasillo y darles más espacio para que se acerquen, pero Irene enloquecería.
Es en momentos como este que quiero ser diferente. Quiero estar en el centro de la multitud, brincando arriba y abajo y cantando a coro. Quiero ser capaz de salir hacia el vestíbulo y comprar un perro caliente o incluso una camiseta para recordar la noche como cualquier otro adolescente en el país. Por qué mis padres son tan estrictos con el dinero, nunca lo sabré. Los dos trabajan, así que ¿a dónde va todo su dinero?

Cuando el grupo deja el escenario, Irene toma mi mano con la mano que dice que nunca se va a lavar, compartiendo los gérmenes de la banda de chicos  conmigo. Me jala a  través  de la multitud,  diciendo “con  permiso” cada vez que chocamos con alguien más. Una vez que salimos de la fila, se gira y me mira.

—¿Te estás divirtiendo?

—Por supuesto —miento.

—¿No es la primera fila la cosa más asombrosa de todos los tiempos?

—Sí, es bastante genial. —Le concedo eso. Estar primera fila en un concierto abarrotado es definitivamente una experiencia. Algo que nunca habría tenido la oportunidad de hacer si no fuera por ella—. ¿Tienes sed? Estuviste cantando a todo pulmón

—Sí tengo —dice, jalándonos a través del recibidor. En lugar de girar a la izquierda hacia donde están los puestos de concesión, nos gira hacia la derecha y chocamos con seguridad. Ella le muestra los cordones que cuelgan de nuestros cuellos y él nos señala que pasemos. Suelta mi mano tan pronto como llegamos a otra puerta con otro guardia de seguridad. Con nuestros cordones mostrados de nuevo, entramos.

La habitación está desbordante de gente. Miro alrededor y noto que es el grupo que acabamos de ver, la banda de los chicos de pantalones blancos.

Los chicos son ruidosos y animados. Hay una mesa llena de comida a donde me lleva Irene. Me pasa un plato y toma el suyo y empieza a llenarlo.

—¿Estás segura que esto está bien?

—Totalmente, es parte del paquete.

La sigo, confiando en que lo que estamos haciendo no está rompiendo algunas reglas. Cuando nuestros platos están llenos encontramos un lugar para sentarnos. Estamos comiendo solo botanas, pero no me importa, todo sabe increíble cuando estás hambriento.

—¿Quieres conocer a la banda? —pregunta entre bocados.

—Adelante, ve. —No quiero detenerla de disfrutar esta experiencia. Simplemente no es para mí. Me mira, su cara casi triste. Sonrío, dejándole saber que todo está bien, pero no lo está comprando. Se queda conmigo, terminando nuestros refrigerios.

Cuando mi plato está vacío me lo quita, y los deshecha. Cuando se gira y me mira, sé que está a punto de hacer pucheros así que me levanto y la sigo para conocer a la banda de los chicos de pantalones blancos.

Lost in you - HunHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora