16. Una venganza algo conflictiva.

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Me apoyo en la encimera del baño de mujeres con la respiración agitada. Intento calmarme, pero no puedo. El pecho me duele demasiado. ¿Tendré algún problema cardiaco? Eso me asusta. Ya tengo suficientes problemas como para añadirle uno más. Me llevo las manos al pecho y aprieto con fuerza el lugar en donde debería estar mi corazón. Me duele. Me duele mucho. No soporto el dolor. ¿Qué me está pasando?

Abro el grifo de la llave casi con desesperación, y tomo varios sorbos de agua. Sé que el agua está cruda, pero no me importa ahora mismo. Solo sé que necesito calmarme para deshacerme de este horrible dolor.

¿Por qué? ¿Por qué no lo hice? Tuve la oportunidad en mis manos. Tuve la oportunidad de hacerle pagar por todo lo que me hizo. ¿Entonces por qué? ¿Por qué lo dejé salirse con la suya? ¿Acaso ya me ha conmovido tan fácilmente? Es cierto. He estado viendo cómo sufre por mí. Incluso sé que se esfuerza para ayudarme y para sacarme de este infierno. Sin embargo, eso no borra lo que hizo. ¿Cómo puedo seguir pensando en una persona así? ¿Cómo puedo vengarme de él si sigo apreciándolo?

¿Cómo puedo odiarlo? Quiero saber la respuesta a eso, con todas mis fuerzas.

Sé que el odio puede ser la solución. El odio y la venganza pueden sacarme de este sufrimiento. Las personas se sienten más seguras cuando odian, porque saben que se mantendrán alejadas de esas personas y se mantendrán a salvo. Odiando es la manera en la que se protegen. Y yo también quiero eso. Quiero protegerme. Pero no sé cómo hacerlo... y los intentos que hago solo están agotándome más.

Después de un largo rato logro calmar mis temblores. Doy un par de respiraciones profundas antes de mirarme en el espejo.

«Mírate, Blair. Eres un desastre. Pudiste hacer que Alex se responsabilizara de sus actos, pero no lo hiciste. Eres patética.»

Necesito hablar con Harmony, cuanto antes. Tengo algunas dudas.

Pero por ahora... soy consciente de que debo volver a Los Ángeles y olvidarme de todas estas cosas. Debo ir a refugiarme en mi cama, y sumergirme por un rato en el olvido.

Eso será lo mejor.

Después de lograr tranquilizarme, salgo del baño y me dirijo a la oficina de Jackson mientras esquivo a varias personas que se mueven frenéticas por todo el lugar. Aquí todos están ocupados. Camino y camino hasta que logro llegar a mi destino. La puerta está abierta, así que me tomo la libertad de entrar. Jackson se encuentra revisando algo en su computador, pero no me importa interrumpirlo ahora mismo.

Necesito regresar a casa.

Carraspeo para hacerle notar mi presencia. Él alza la mirada y me observa con intriga. Se queda en silencio por largo rato, y por un momento me pregunto si no me ayudará a regresar a Los Ángeles. Si ese es el caso, espero haber traído suficiente dinero para volver. ¿Pero podré hacerlo tan solo cubriéndome con la capucha de mi chaqueta? Puede que eso no sea suficiente.

—Entonces, ¿en realidad no eres culpable? —pregunta sin transmitir nada en su voz.

—No. No lo soy.

— ¿Intentaron violarla, señorita Johnson? Si es así, ¿por qué no lo denunció a las autoridades en su momento? Eso hubiera sido lo más inteligente.

—Quien sabe... —cavilo—me pregunto por qué no lo hice. Supongo que estaba muy agobiada en ese momento.

Jackson se recuesta en el respaldo de su silla, y me indica que me siente en el asiento frente a él. Lo hago, maldiciendo entre dientes. No quiero estar más aquí. Solo quiero volver a Los Ángeles. Tengo que salir de aquí antes de que alguien que me odie pueda gritarme y juzgarme de maneras que podrían hundirme.

Corazón de aceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora