10. Tomando rumbo.

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— ¿Te has vuelto loca?

Estoy acostada sobre mi cama, mirando hacia el techo. Robert y Cynthia, con sus gestos atontados, me miran desde la pantalla del portátil. Desde que regresé al apartamento, no he podido calmarme. Sigo eufórica. Cómo me odio. Emocionarme por algo como esto... como quisiera tener el corazón hecho de piedra. Sería muy útil para esta situación.

— ¡Blair!

— ¿Vendrá? —La voz de Cynthia suena enfadada — Robert, ¿por qué no me lo dijiste?

Ninguna voz se oye por un rato, mientras mantengo la vista fija en el techo.

— ¡No puedes perdonarlo! —exclama mi hermano enojado.

Cierro los ojos con fuerza y aprieto las manos sobre mi pecho. Esto es tan doloroso. A veces quiero mandar a Alex a la mierda, pero otras veces solo quiero saltar en sus brazos y perderme en él. Pero no puedo perdonarlo. Las habladurías sobre mí no han parado. Aún estoy en la boca de muchas personas. Lo sé. Lo he visto. Incluso a mis manos llegó una carta escrita por la comunidad LGTBI, amenazando con tomar cartas en el asunto si la editorial no hacía algo más para asumir su responsabilidad.

No puedo negar que estoy asustada de todo esto. Al menos no saben en dónde vivo, porque si lo supieran, las notas amenazantes volverían.

—Blair, ¿sigues ahí?

Me siento sobre la cama, resignada. Le doy la cara a la pantalla.

—Sí.

El gesto de Robert se transforma en preocupación al verme.

—No te ves muy bien—dice Cynthia, abriéndose campo en la pantalla—. Necesitas descansar, o te vas a desgastar muy rápido.

Lo sé. Sé que necesito dormir más, pero simplemente se me dificulta. Hay noches en las que puedo dormir con tranquilidad, pero hay otras en las que simplemente no puedo pegar el ojo. A este paso terminaré por tomar pastillas para dormir.

—Veré si puedo descargar algunas canciones de cuna o algo.

Cynthia abre la boca para decir algo, pero Robert la interrumpe.

— ¿De qué se trata todo esto? ¿A qué te refieres con que Alex y Michelle vendrán a buscar a Blair?

—Pues... justamente a eso. Alex dijo que iría a buscarme, y yo estaré ahí cuando lo haga. Solo quiero que no me pongan en evidencia y actúen como si no me conocieran.

— ¿Vendrás con él... a buscarte a ti misma? —pregunta Cynthia. Suena estúpido si lo dice así — ¿Por qué?

—Yo... yo solo...

La verdad es que ni siquiera sé por qué. Solo quiero verlo. No tengo una explicación lógica para ello. Tal vez porque ver a Alex preocupándose por mí no es algo que pueda verse todos los días.

Cynthia entrecierra la mirada hacia mí.

— ¿Estás segura de lo que haces?

«No».

—Sí.

—No, la verdad es que no tienes idea de nada. Fue un error dejarte ir a Los Ángeles —farfulla Robert, mirándome con seriedad —. Terminarás por enamorarte de él otra vez.

El problema es que no he dejado de estar enamorada de él. O al menos eso es lo más probable. Pero el odio puede destruirlo. Si llamo al odio, podré eliminar cualquier señal de amor que exista en mi interior. Voy a hacer que me odie, cueste lo que cueste. Él va a pagar por sus errores, y yo voy a encargarme de eso.

Corazón de aceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora