42. Juntos en el vacío.

3.9K 400 69
                                    


Blair sigue conteniéndose en su lugar. Temblando de rabia, guardando sus rencores para sí misma, pero a la misma vez cansada de hacerlo. ¿Por qué se obliga a callarse? Está bien que me grite, incluso está bien que me odie. Pero no soporto ver que se contenga de esta manera.

Poco a poco deja de temblar. Es como si estuviera tomando respiraciones para calmarse, pero sea lo que sea que esté haciendo funciona, porque no tarda en volver a esa pose de frialdad y serenidad. Intenta pasar por mi lado para dirigirse hacia las escaleras, pero mi cuerpo reacciona antes que mi cerebro y la sujeto del brazo.

Entonces su rabia vuelve otra vez, apartándome de un manotazo. Se queda mirándome con una expresión consternada, sujetando su mano contra su pecho.

Como si estuvieran a punto de atacarla.

Yo... simplemente no lo entiendo.

— ¿Por qué?

Ella parpadea, como si no entendiera. Pero yo sé que lo entiende. ¡Lo hace, y mucho mejor que yo! ¡¿Entonces por qué no me hace responsable de mis acciones?! ¡Ya no sé cómo mas hacerlo! ¡Quiero encontrar una manera de solucionar este desastre y de pagar por mis errores, pero no logro hallarla! ¡Entonces Blair, ¿por qué no haces justicia?!

— ¡¿Acaso no te valoras a ti misma?! ¡¿Por qué no me odias?! ¡¿Por qué no me gritas lo imbécil que soy y me mandas a la mierda?!

Ella se encoje de hombros e intenta huir, pero la agarro del brazo de nuevo.

— ¡No huyas! Solo dime... ¡¿por qué no puedes gritarme?! Sabes que quieres hacerlo tan bien como yo. Entonces... ¡¿Por qué no lo haces?!

No me responde. Solo puedo ver como sus pupilas comienzan a temblar. No lo soporto. Quiero respuestas. Quiero que me grite. Quiero que me haga consciente de mis acciones. Porque soy una persona asquerosa por haber hecho lo que hice y no tener las consecuencias en mi cara me está carcomiendo aún más.

«No. De hecho si las tengo. Viendo a Blair así, día tras día. Cada vez más aislada del mundo... solo porque no puede gritarme».

— ¡Arruiné tu sueño! ¡Hice que la gente te odiara! ¡¿Entonces por qué no me gritas?! Ni siquiera... ni siquiera exiges nada. ¡¿Cuánto más vas a seguir así?!

Estoy como un toro furioso, pero no puedo evitarlo. Verla así me enfurece. Pero no estoy enojado con ella, sino conmigo mismo. Pero... ahora que he hablado no puedo retroceder, aunque me pregunto si fue la mejor decisión que pude tomar. No me importa tener que usar los gritos para hacerla enojar, porque es lo que necesita. Una persona común ya me habría mandado a la mierda, pero ella no dice nada.

—Pídeme perdón—murmura.

— ¿Qué?

—Quiero que me pidas perdón.

¿Qué? ¿Eso... eso es todo lo que quiere? Debe ser una maldita broma. No puede conformarse con algo tan miserable. Ella merece más que un simple perdón.

De repente suelta una pequeña risa sarcástica.

—No lo harás... ¿verdad? Porque desde que te conocí... el mundo siempre ha girado a tu alrededor. Mi mundo también. Pero eso... eso no te importó.

El lugar se queda en silencio por un momento. Solo puedo escuchar ligeras gotas de agua golpeando contra los ventanales.

Agacha la cabeza, cubriendo sus ojos con su flequillo. Una sonrisa triste se muestra en su rostro, dando paso por fin a palabras que tal vez estuvo guardándose durante mucho tiempo.

Corazón de aceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora