Invierno y primavera

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- Y cómo puedo llamarte? Preguntó el ángel

- Como te sientas cómodo, creo que ya somos eso que dicen amigos o al menos compañeros...

- Te llamare Esperanza...

- Eso es lo que menos tengo, le respondió de una forma un poco irónica...

- Pero eso eres para mí, le respondió aquel ángel...

Lo dijo sin pensarlo, eso quiere decir que le salió de adentro, de su inconsciente, su nuevo hogar era donde estaba ella o al menos afuera, la voz de Esperanza a él lo cautivaba, era como que si tuviese un poco de paz al oírla, como que si el dolor se disminuyera lentamente, o quizás el sin darse cuenta estaba empezando a enamorarse...

El empezó a sentir la necesidad de liberarla, de verla, abrazarla, así que decidió hacer así fuera lo imposible para tratar de sacarla de allí, porque entre tanto hielo, él tenía la ilusión de sacarla, y tanto fue su deseo que sus alas empezaron a provocar fuego, un fuego distinto y el al alborarlas los muros de hielo se iban derritiendo

¿Cómo fue que...

-¿Cómo fue que pudiste hacer eso? Escucho una voz a lo lejos

-¿Quien está allí?

- Ahora es que la verdadera guerra comenzará, pero no será cualquier guerra, está en ti ganar o perder, si ganas te salvas y la salvas si pierdes, la pierdes...

¿Quién eres pregunté? Insistía el ángel

-No importa, termina de liberarla...

Recordó que era la misma voz que la primera vez pero no sabía a qué guerra se refería, el solo quería liberar a Esperanza de tanta frialdad, logro derretir sus celdas donde ella estaba encerrada, pero no podían verse, se lastimarían, eran miradas muy diferentes, una llevaba el fuego de la ira y la otra el frío de la oscuridad y del silencio que este poseía

¿Qué es esto? como lograste hacerlo si yo...

Solo trata de caminar y llegar hasta la salida, le replicó el ángel

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El Ángel y la PrisioneraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora