El mensaje

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Eduardo, estaba empezando a prosperar en cuanto a su vida, decidió realizar el sueño de su madre, el hospital que tanto sonó, se olvidó de su vida pasada, mujeres, licores, excesos y prejuicios, solo deseaba homenajear a su madre de la mejor manera ¿Y qué mejor manera que esa?. En el camino del éxito, recordaba la sonrisa de su enfermera, su voz, su delicadeza, la majestuosidad de su bondad a cambio de nada, en pocas palabras se enamoró de ella totalmente sin siquiera verla, sin saber dónde estaba o si existía alguien más, por tanto así pasaron dos meses que para él fueron excesivamente largos, el solamente enfocado en su proyecto y en sus recuerdos, de hecho a diario le escribía a una carta, tenía la ilusión de algún día volverla a ver y tenerla en sus brazos, solo que esta vez seria para nunca soltarse.

En la construcción del hospital, había un chico apellido Morrice, nunca él supo si era francés o de repente italiano, el hecho es que el joven era investigador privado y exactamente con el mando a averiguar acerca del paradero de Paula, según duda compañeros, era eficiente...

-¿Que necesitas para encontrarla?

-Una foto o una pista Sr.

Y entonces pensó en ir al hospital donde el paso muchos meses internado, allí en la hoja de vida existiría una foto nítida de ella, para así empezar la búsqueda.

Efectivamente así es mi Sr

¿Conseguiste la fotografía?

-¡Verifíquela y compruébela!

-Efectivamente, es ella...

El chico consiguió una que otra información en el lugar donde ella laboraba y dio con un paradero hipotético, un paradero que aparentaba ser el más indicado, sin embargo era bastante absurdo, porque Paula estaba justo en la misma ciudad, tenía casi una semana de haber llegado, por tanto no fue necesario ninguna investigación, de hecho ella se encargó de buscar a Eduardo aunque no precisamente personalmente, solo quiso enviarle un mensaje, pero ¿Acaso ella tenía como contactarlo? La verdad si, él tenía el mismo número de siempre, Eduardo no era hombre de cambios en algunas cosas, entre ellas su número telefónico...

-Buenas noches... ¿Se encuentra Eduardo?

-Si! ¿De parte? Buenas Noches

- Solo quería saludarte y ver como estabas, de hecho me enteré de tu obra, el hospital...

-¡Gracias! ¿Pero de quien se trata?

- Paula, la enfermera que te atendió durante tu recuperación

-¿Cómo has estado? Te busque en todas partes, ¿Dónde estás? Tanto que contarte que no sabría dónde empezar, ¿Puedo verte?

-Wooh...! Son muchas Preguntas, pero ¿Qué interés tendrías en verme?

-Solo... Te extraño!

- ¿Me extrañas? ¡Vaya vaya! ¿Y tus amigas?

-Solo dime si puedo verte...

-¿Te parece bien un café?

-Solamente dime tú donde y cuando y allí... Allí sencillamente estaré

Y así fue entonces cuando ambos se pusieron de acuerdo para verse en una cafetería cercana al hospital, aunque de los dos el más nervioso era Eduardo, de solo pensar tenerla en frente otra vez luego de aquella despedida lo entusiasmaba y a la vez... A la vez lo aterrorizaba, no sabía si ella había cambiado en algo o si ya no sentiría lo mismo por él, no sabía si ella tenía un nuevo amor o si estaba ilusionada con alguien, estaba en incógnita, a la deriva de estrellarse, él no sabía si ya la había perdido o aún era suya, al menos sus sentimientos...

Paso una hora y ella no había llegado ¿Sera que no vendrá? Quizás esto no tiene sentido, quizás tiene a alguien, quizás deba retirarme... Y justo cuando ya estaba a punto de retirarse, ella venia entrando... "Tal como es" Suspiró sin cesar mientras ella venia caminando...

-Tranquilo! No te iba a dejar esperando, solo que se me presento un pequeño inconveniente... Cosas de mujeres

-Tranquila tú! Te he esperado bastante tiempo, de hecho no me imagine encontrarte justo ahora...

-¿A qué te refieres con ese "Bastante tiempo"?..

- Es que... Te necesito Paula

- ¿Tienes a alguien enfermo acaso?

-Si! De hecho soy yo...

-¿Cómo así? ¿Quedaste padeciendo de algo?... Pregunto Paula algo intrigada

- Si, quede sufriendo del recuerdo, la verdad necesito que me ayudes a curarme...

-Explícate. Aun no te entiendo la verdad!

-Necesito que me cures esta necesidad de amarte, que me cuides mi hogar, que me cuides nuestros hijos, necesito que seas tú la que este conmigo, aunque la palabra no sería necesitar, seria desear... Te deseo junto a mi Paula, la verdad me enamore de tu alma, de esa que siempre me negué a mirar por miedo a ser lastimado, y termine destruyéndote a ti, y aun así fuiste tú la que estuvo siempre conmigo, ¿Cómo no amarte? Si eres la mujer más hermosa que pueda existir en el universo! Al menos en el mío...

- Me impresionan tus palabras, la verdad me has conmovido, pero... Me enamore de alguien más la verdad, me enamore profundamente...

-Wooh, lo siento! Espero seas muy feliz con él y que ese amor te sea correspondido, de verdad perdóname no pensé que...

- Me enamore de mi misma, de mis fortalezas y mis debilidades, me enamore de mis sueños, me aprendí a amar tal y como soy, aprendí a amar cada día más lo que hago y solamente tengo cabeza para pensar en mi carrera, en mi vida profesional, en mi ante todo, cuando me tuviste no me aprovechaste, cuando te amé como no amare a nadie, me sentí usada, dañada y esa sensación... Esa sensación espero no vivirla nunca más...

- ¿Aun me amas? Preguntó Eduardo con los ojos aguados

-Con mi vida, pero aprendí a amarme yo... Debo irme

-Paula!

-Dime Eduardo...

-¿Te puedo hacer una pregunta?

-Dime...

-A ver dime, no te quedes callado... Replico algo intrigada...

-¿Te casarías conmigo?

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El Ángel y la PrisioneraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora