Ironias

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Fueron pasando los días y el poco a poco iba recuperando fuerzas, poco a poco iba recordando todo, mando a pedir hojas y lápices para diseñar y le pidió a la enfermera que le diera un recorrido en la silla de ruedas por el lugar para ver que se le podía mejorar, y pues luego de tanto recorrido, subieron a la habitación a que el descansara...

- ¿Y tú enfermera? Ya sabes mi historia, me interesa saber la tuya...

- Pues no es nada increíble de contar

- ¿Porque no sales con nadie?

-Esa es una larga historia... Suspiro la joven

- A ver, quiero oírla...

Pues cuando tenía dieciséis años, me enamore demasiado de un chico algo difícil y poco cotidiano, me enamore de el con todo y sus defectos, prejuicios y sombras, me enamore como nunca me enamorare de nadie, pero él no era para mí...

¿Y porque dices eso? Le replicó Eduardo

-Sencillo! Él nunca se dio cuenta de lo que era, de lo que yo deseaba en la vida o en quien realidad yo era, nunca supo si quiera lo que yo estaba estudiando, él era de otro mundo...

¿Y si él no te amaba, porque seguías con él?

-Porque el amor que yo sentía por él, alcanzaba para los dos...

- Tu una princesa y el un mal nacido

-Pueda que tengas razón, pero la vida es irónica... Muy irónica

¿Y aun lo amas? Pregunto Eduardo

-La verdad no lo sé... Dudo amarlo igual

¿Y lo ves?

- Todo el tiempo y lo mejor que puedes hacer es descansar, que ando agotada, preguntas demasiado...

- Me interesa conocer quien me cuida, solo eso

-De igual forma, Descansa...

 -Al cabo de un par de semanas ya Eduardo podía levantarse y dar paso, así que la enfermera, pidió dos días de permiso para visitar a sus familiares y mientras se quedaría con el una auxiliar, pero el estaba era adaptado a ella y no quería que la suplantaran...

¿Porque tienes que irte? Si eres la mejor enfermera del mundo...

-Porque tengo familia y no te pertenezco solo a ti, además ya estas mucho mejor y puedes defenderte por ti mismo...

-Pero contigo siento seguridad y no me da miedo levantarme

-No seas miedoso grandulón, lo que debes hacer es tener calma, ya te queda muy poco tiempo en el hospital, está en ti recuperarte...

En eso la enfermera fue a la sala de enfermeras a cambiarse y el cómo pudo la persiguió y él no podía creer lo que estaba viendo...

-Con razón su voz, me parecía tan conocida, como no pude recordarla, pensó en silencio...

Una chica de cabello largo, piel blanca, con una linda sonrisa, sus ojos marrones y demasiado tierna, ella era con la que Eduardo tenía una relación informal, ella estaba perdidamente enamorada de él, pero el a ella solo la usaba y tenía varias chicas más, el recordó su nombre, Paula... Ella era Paula, la que siempre lo consolaba y buscaba, la que se entregaba a él por amor y el, el solo por placer, de devolvió a su habitación y se quedó pensando tantas cosas, entre ellas que quizás él había cometido el mismo error que su papá y que quizás él la había hecho sufrir, ¿ Era el, el chico que ella amaba? ¿Él fue quien le rompió el corazón? Así que el llego a la determinación de conocerla y descubrir si era el, el hombre que tanto la había lastimado...

Su padre fue a visitarlo al día siguiente y el solo le dijo que no era quien para juzgarlo porque quizás él había cometido su mismo error, pero tampoco era quien para perdonarlo porque él no era Dios, le pidió a su padre que le entregara la herencia que su madre le había dejado y el quedo en hacérsela llegar cuando saliera del hospital, ahora su pregunta era... ¿Dónde estaba Erick? ¿Dónde estaban sus amigos? ¿Dónde estaban sus chicas? Estaba completamente solo durante todo ese tiempo, sólo con Paula, la enfermera misteriosa.

-Durante todo ese tiempo Paula lo cuido, y nunca quiso aceptar dinero, decía que le interesaba el caso para sus pasantías, pero ahora todo estaba claro

El Ángel y la PrisioneraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora