Capítulo final: Te quiero: Cenas y promesas cumplidas

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Sousuke estaba nervioso pero afrontó bien la cena tal y como había hecho por la mañana con la señora Tachibana.

Sólo había un pequeño problemilla...

—Ran te he dicho que eso no es así. —dijo Makoto cruzándose de brazos.

—Seguro que si se moja se convierte en tiburón ballena de nuevo. —contestó muy convencida.

—Pues yo lo veo muy normal. —contrarrestó Ren observando a Sousuke de arriba a abajo.

Sousuke fue a por su plan B. Volvió a la habitación con una bolsa de caramelos para cada niño.

—¡Waaah! Retiro lo dicho, no es normal, es genial. —exclamó Ren encantado con sus caramelos.

Ran los miró con ilusión durante un segundo, pero no convencida volvió a enfurruñarse.

—Haru-chan me dijo que los tiburones ballena daban mucho miedo y eran tipos peligrosos ¿Seguro que no están envenenados?

—¡Ran! —Makoto estaba entristecido.

Sousuke cogió un caramelo de la bolsa y se lo metió en la boca para demostrarle que no era así, después sacó una bolsa con otro regalo para la pequeña y se agachó a entregársela.

—¿Eh? —ella curiosa, abrió la bolsa y los ojos se le iluminaron. Sacó el peluche y gritó feliz: —¡Haru-chan estaba equivocado, los tiburones ballena son preciosos! —abrazó a su animal marino y corrió por toda la habitación hasta que acabó chocando con Sousuke que aún estaba agachado viéndola sonreir. Ran paró en seco. Se sonrojó y le dio un beso en la mejilla dejando a Sousuke perplejo. —Lo siento. Es usted muy amable Don Tiburón Ballena, gracias por el regalo. —Sousuke se tocó la mejilla y miró con sorpresa a Makoto.

—Nunca he sido bueno con los niños. —murmuró.

Makoto sonrió verdaderamente feliz.

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Todo estaba listo. Incluso se había vestido medianamente bien tal y como le dijo Sousuke. Sin embargo los nervios le devoraban. Tuvo ganas de meterse en la bañera. No, no, no. No puedes, hoy no. Se dijo a sí mismo. El tiempo pasaba lento y a cada segundo Haru estaba más inquieto. Acabó dando vueltas por la casa. Sólo es Rin, TRANQUILÍZATE. Pero esa era precisamente la razón para estar nervioso. La llegada de Rin se le hizo eterna.

Cuando el timbre sonó Haru abrió de inmediato, Rin se quedó boquiabierto por la presencia impecable de Haru.

El pelirrojo le dedicó una sonrisa y él muy tenso le invitó a pasar.

—Oye, Haru ¿Esa ropa es nueva? —tenía ojo para estos matices y estaba seguro de ello. — ¿Te has arreglado? —sintió bochorno después de todo. Él sólo venía con las ropas deportivas de la piscina, no le había dado tiempo de cambiarse. Creía que sólo iba a cenar caballa.

—S-sólo un poco. —Rin sonrió muy satisfecho de escuchar eso.

—Te sienta muy bien.

—V-vamos pasa, no pensarás quedarte ahí toda la noche. —Ah... Menos mal que le gusta... Demonios, ¿por qué estoy tan nervioso? Sólo es Rin. Sólo es Rin. Sólo él.

De repenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora