Caos fraternal

8. Primera vez

A la mañana siguiente, hay algo que me sorprende al despertar...

El colchón está desinflado, prácticamente sin aire.

-Natalia, Natalia. –Trato de despertarla moviendo su brazo, como no se despierta recurro a las cosquillas hasta que lo hace.

-¿Qué pasó? –Su rostro recién despierto me provoca gracia y ternura.

-¿Desinflaste el colchón durante la noche?

-No, no. Yo no fui.

-Qué raro. –Lo reviso tratando de buscar algún orificio, llevándome una sorpresa aún más grande...

El colchón se desinfló porque tiene encajado un puñal lleno de sangre en su filo, probablemente en la madrugada alguien lo trajo, ¿pero quién?

-Niños levántense, el desayuno ya está servido. –Dice mamá mientras golpea la puerta, afortunadamente no vio a Natalia en ropa interior.

Doy un almohadazo en la cara a Sofía para que se termine de levantar e irnos todos a desayunar. Antes de salir de la habitación, procuro esconder el puñal en una caja con llave.

Nos sentamos cada quien en su propia silla para el desayuno de hoy. Mamá nos avisa asustada que recién acaban de encontrar muertos a dos doctores de un hospital de la ciudad, prende la televisión y coloca las noticias matutinas.

"Se encuentran colgados los cuerpos de dos doctores del centro de salud. Esta mañana se encontraron a los doctores del hospital principal de la ciudad colgando de un puente peatonal, según los reportes no se saben quiénes fueron los culpables. Al revisar los cuerpos se encontró que ambos tenían heridas causadas por un arma punzocortante en el tórax..."

Son los mismos doctores que nos atendieron ayer. Han sido asesinados por ¿Sara?

El desconcierto entre Sofía y yo se nota. Voy por mi celular para revisar mis mensajes. Tengo mensajes de Javier, en el primero dice que mañana en la noche Cristian (un compañero de la preparatoria) hará una fiesta en casa de sus padres que estarán fuera de la ciudad, por lo que, una gran casa sola significa que habrá mucho alcohol. En el segundo mensaje, es una foto del pecho de David y de Javier, la marca del atrapasueños está ahí, también están contagiados.

El virus de Sara se está esparciendo, no sé cómo, no sé por cuáles medios, ni en dónde inició todo, pero debemos de evitar que el virus continúe esparciéndose, además de eso, también debemos mantener en secreto todo este asunto de los atrapasueños.

-¿Me prestas tu celular? Quiero llamar a mi mamá para que venga a recogerme. –Dice Sofía.

Le doy mi teléfono y volteo a ver a Natalia, quien al parecer estaba esperando el momento para decirme algo...

-Quiero que vayas conmigo a mi casa. –Desea.

-¿Para qué? –Respondo.

-No lo sé, no estarán mis hermanos, mi papá trabajará y mamá estará acostada todo el día ¿vamos?

Al principio, dudé en ir o no, pero ahora creo que su solicitud será aceptada.

-Vamos, cuando se vaya Sofía saldremos de aquí.

-Está bien, pero date una ducha primero. –Se tapa la nariz. Qué sinvergüenza es.

Sofía vuelve para culminar su desayuno como los demás.

Después de unos minutos, la mamá de Sofía llega acalorada por los rayos del sol que se estrellan en la pintura de los carros.

-Recuerda guardar el secreto. –Le digo a Sofía antes de subirse al carro.