JOSÉ
Los festejos siguen sin parar.
Desde el 31 de diciembre no hemos parado y creo que estoy sintiéndome mal, lo digo porque estoy conduciendo mi coche sin saber a dónde voy. Juro que hace unos instantes estaba jugando carreras con un primo, pero lo perdí, dejé de verlo cuando pasamos junto a un prostíbulo. Quizá fue a darse su festín de año nuevo.
Ya se nos hizo costumbre iniciar cada año de esta manera, seguro que mis padres tendrán que pagar por sacarlo de la penitenciaria, de nuevo.
Yo por mi parte, admito que estoy un poco pasado de alcohol, no bebí mucho, pero mi error fue haber bebido de todas las bebidas.
Creo que debo manejar de vuelta a casa, no quiero causar un accidente, pero no sé dónde estoy. Me detengo casi subiendo el auto a la banqueta. Observo el entorno, el olor a pólvora quemada confundido con lo que quizá sea marihuana, las botellas de cerveza abandonadas en la banqueta y las marcas de llanta sobre la calle, me ayudan a ubicarme en qué colonia estoy. Creo que esto es el sureste de la ciudad, sí, lo es, estoy seguro, debo ir al norte.
Arranco el coche, aprovechando que los policías aun no realizan su recorrido matutino.
Conduzco libremente, contestando, como todo un ciudadano descuidado, los mensajes del celular.
Cruzo por el centro de la ciudad, pasando junto a la plazuela.
Veo a un señor con su triciclo cargado de botanas, agua embotellada y dulces, deprimido, quizá las ventas no le fueron tan bien. Decido hacer mi buena acción del día comprándole una botella con agua.
Estaciono el automóvil en el primer tramo junto a la banqueta. Bajo y cruzo la calle corriendo. Un ciclista por poco me embiste.
Al acercarme al señor del triciclo, noto que no estaba triste, sino afectado por la resaca causada por beber alcohol descontroladamente, río un tanto. Saco de mi cartera el billete de menor valor que tengo y se lo doy, sin esperar a que me dé el cambio me voy.
Al darme la vuelta, encuentro una situación un poco común y muy graciosa, un tipo está dormido junto a una maleta, roncando con una gran tranquilidad, ahogado en el sueño profundo del desvelo. Iré a ofrecerle ayuda.
Al acercarme a la persona dormida, noto que es David, no puede ser, antes de ayudarlo capturo el momento en una fotografía como evidencia de su descarada acción. Ya dejándome de burlas, intento despertarlo.
-David, David, despierta. –Muevo su cuerpo desde sus brazos.
-¿Qué pasa? –Sus ojos están rojos.
-¿Qué haces aquí? Mírate, te ves horrible. –La expresión en su cara denota tristeza-. Dime, ¿qué pasó?
-Mamá me corrió de casa. –Agacha la mirada.
-¿Por qué lo hizo? -¿Cómo pudo ser capaz?
-Es que le confesé que soy... -Se detiene, asustado, como si estuviera a punto de confesar algo que no quisiera-. Le confesé que soy un drogadicto. –No sé qué hay en sus palabras que me hacen no creerle.
-¿Drogadicto? ¿Desde cuándo?
-Desde los... quince años. –Ya lo descubrí, es su tartamudez la que me hace desconfiar.
-¿Ahora qué vas a hacer aquí?
-No lo sé, no tengo a dónde ir.
-Te puedes quedar a dormir en mi casa, hay una habitación disponible junto a la mía.
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Caos fraternal
RandomTraición es igual a venganza, es la frase que siempre está dentro de la mente de los personajes. La historia comienza cuando Daniel pierde a su novia en un trágico accidente. El día del funeral, Daniel se contagia de un raro virus que ocasiona que s...