3. La apuesta

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Los días se nos han ido en la universidad.

Cada vez hay más compañerismo, los grupos de amigos ya están formados, prácticamente todos ya hicieron algún amigo nuevo. Los maestros ya identifican quiénes son los que se encargan de llevar a cabo el desorden del salón, quiénes son los más participativos y a quiénes simplemente les da igual la clase.

Yo formo parte de los que se la pasa bostezando en cada clase, de repente despierto y molesto a mis compañeros, cambia mucho mi estado de ánimo.

En días pasados, el "triángulo" amoroso entre David y Gabriel se rompió, cuando Gabriel encaró a David al salir de clases reclamándole el por qué estaba enamorado de Ariadne, las cosas empeoraron días después puesto que el grupo de escandalosos del salón reanimó el pleito, ocasionando que casi se pelearan a golpes David y Gabriel.

Esta mañana, David llegó con un labio hinchado al salón de clase, quiero pensar que fue por un accidente. Gabriel como siempre, llegó tarde, el único asiento que había disponible era enfrente de mí, al sentarse, noto que hay una marca de dientes cerca de su codo, "estos dos tienen que encontrar una manera de solucionar sus cosas", escucho susurrar a Sofía de una manera sarcástica.

Lo que más me disgusta de esta situación es que Ariadne sabe lo que pasa con ellos dos y ella actúa como si nada, como si estuviera bien hacer eso, no habla con ellos, con ninguno de los dos, es incapaz de decirle que está mal lo que están haciendo, pelear por una mujer. En cambio ella, pasa su vida muy cómoda, volviendo locos a un par de hombres que lo que menos les hace falta es un toque de locura.

La clase de programación es totalmente una distracción a la charla que estoy tratando de tener con Gabriel.

-Te propongo algo, la siguiente clase que nos toca es de Administración, el profesor dijo que el que no trajera la tarea no entraría al salón y no la hice, ¿te parece si nos vamos a la cafetería y bebemos refresco de cola para hablar sobre lo de Ariadne? –Nunca me ha gustado el hecho de saltarme clases pero en una situación así, lo haría sin importar qué. Además, yo tampoco hice la tarea por estar escribiéndole una carta a Paula.

Cuando la maestra se distrae para atender a un alumno, Gabriel me toma del antebrazo y corre hacia la puerta de salida con las mochilas en su espalda asemejando al Pípila.

-Dijiste que nos saldríamos en Física. –Le grito agitado a Gabriel.

-No hay tiempo que perder. –Responde.

Al alejarnos del centro de cómputo, hacemos que nuestro caminar sea más lento, perdiéndonos entre la multitud de alumnos que se dirigen a sus aulas. Al llegar a la cafetería, al menos una docena de alumnos se encuentra en las mesas terminando trabajos o copiando tareas.

-¿Ves que no somos los únicos que se saltan las clases? –Alude Gabriel mientras chocamos los puños.

Tomo dinero de mi billetera para pedir los refrescos de cola. La sensación del gas en la boca es tan fuerte que nos hace toser a ambos, pero no quedamos conformes y damos otro sorbo a la botella.

-¿Qué es lo que pasa exactamente con Ariadne? –Pregunto confundido.

-Verás, ¿cómo explicarte? –Se detiene a dar un trago de su botella-. Ella está enamorada de ambos, del tonto de David y de mí, lo que pasa es que no decide a quién quiere más. Realmente no te traje aquí para contarte esto, el verdadero motivo es que quiero apostar contigo... –Me mira a los ojos justo como un empresario mira a su próxima víctima de negocios-. Tú estás enamorado de Paula y yo de Ariadne ¿no? Ambos tenemos las mismas posibilidades de...

Caos fraternalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora