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El invierno llegó.

Pasaron dos días cuando Sansa advirtio a Jon de que un cuervo negro había arrivado desde La Ciudadela. Jon siempre se había sentido oprimido y maltratado desde que era un niño, sobre todo por parte de su madrastra Catelyn y de su hermana Sansa. Ahora sabía que ella había pasado por atrocidades que le dolería imaginar, pero gracias a aquello, Sansa despertó y dejó de soñar con nobles principes y cuentos de hadas, para darse cuenta de la crueldad del mundo en el que vivían. En cierto modo a Jon le gustaba como Sansa solía mirar la vida, como una preciosa historia con finales felices, por muy mal que se portara con él. Ahora ella había cambiado y ya no era una niña. Se había hecho fuerte, inteligente y valiente, y quería a Jon con todo su corazón, lo que para el era un alivio y un consuelo. Bajó por las escaleras de la muralla lentamente, sonriendo, tras haber llenado de nuevo aquel vacío en su interior causado por la falta de su familia.

Escuchó unos fuertes golpes de espadas en el patio, algo que le extraño, pues no hacía buen tiempo para practicar con la espada. Nevaba demasiado, y a penas podía verse a unos metros. Jon se acercó hasta ver a Chris combatiendo con uno de los maestros de armas de Invernalia.

Desde la Batallaa de los Bastardos no había tenido la oportunidad de hablar con ella, aunque tampoco lo deseaba después de su último encuentro, de todas formas, Jon se encontraba contento de volver a verla pues pensaba que había huido para no volver.

Chris había pasado los dos días explorando los alrededores de la fortaleza y los pueblos cercanos. Solamente entraba para alimentarse y dormir. No le gustaba estar quieta, necesitaba moverse, activarse. Aquella era la razón por la que estab combatiendo con el maestro de armas esa mañana.

Le había vencido tres veces, y no tardó en hacerlo una cuarta, de un espadazo.

-Mierda.- Dijo ella mientras clavaba la espada en el suelo.- ¿Es que no hay nadie aquí que sepa luchar? Los Bolton lo hacían mejor.

-Pero les vencimos.- Jon caminó hacia ella. Chris se dio la vuelta para mirarle.- Por fin te dignas a aparecer.

-No me había escapado a ningún lado. Si querías hablar conmigo haberlo hecho a la hora de la comida.- Se hizo una pausa de unos cuantos segundos.- Auqnue no creo que quisieras.

-¿Quieres practicar con alguien?- Dijo Jon, agarrando la empuñadura de su espada.- Me gustaría ver lo que has aprendido en estos meses.

Chris suspiró y cogió su espada, clavada en el suelo. Se colocaron uno en frente del otro, en posición de ataque. Ninguno se adelantaba, así que lermanecieron quietos, en tensión, durante varios segundos hasta que Jon atacó, chocando su espada contra la de Chris en lo alto.

-¿Donde conseguiste esa espada?- Mientras retiraba su espada para volver a chocarla.

-Me la regalo un hombre en Puerto Blanco.- Chris dio una vuelta para volver a chocar su espada con la se Jon, haciendo que el sonido se repartiera en todo el patio.

-¿Te la regaló?- Chris hizo unos cuantos choques más y un último, a la altura de sus gargantas, haciendo que ella se acercara empujando.

-No la robé.- Dijo ella con ira. Hicieron varios choques más. A Jon le sorprendió que Chris no cogiera la espada con dos manos, al ser tan pescada, y es necesario un previo e intenso entrenamiento para hacerlo con maestría.

-Te creo.- Dijo él, moviéndose hacia atrás, como si fuera una hermosa danza.- ¿Y qué hacías allí?

-Escuche en una taberna hablar sobre un viejo guerrero desprestigiado, y del temor que le tenían.- Siguió contando Chris, espadazo tras espadazo.- Así que fuí allí y le busqué, de hecho, él me encontró a mi.

GUERRERA - Juego de Tronos (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora