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Johanne preparó la cena para Franck y para Chris después de aquel reencuentro. Owen, Johanne, la chica pelirroja, Franck y Chris se sentaron al borde de una mesa de madera y degustarnos un guiso de pollo con zanahorias de lo más delicioso.

-Fue cuando Owen se había marchado al mercado.- Dijo Johanne.- Estábamos solo tú y yo. Te mecía en una pequeña cuna que había hecho y te cantaba nanas mientras tú tratabas de dormirte, pero aquel día era imposible. Escuche un ruido en el vestíbulo y decidí echar un vistazo por si había un cliente.- Ella dejo de comer por un momento, al igual que Owen.- Vi a un hombre, alto y grande que me miró como si quisiera matarme. Se acercó a mi, apartando una de las sillas que había puesto en venta días atrás, rompiéndola en mil pedazos. Yo me esperaba lo peor. Sabía lo que quería hacerme, sabía lo que quería hacerle a mi cuerpo, pero no se lo permití.- Chris dejo a un lado la cuchara y puso plena atención en el discurso de Johanne.- Agarré un perchero que había a un lado y le golpeé, muy fuerte, pero aquel hombre era demasiado grande para mí, y me lanzó contra una mesa. Caí inconsciente de inmediato.- Sé detuvo unos instantes.- Creía conocer sus intenciones, pero no podía estar más equivocada. No me quería a mí sino a ti. Cuando me desperté la cuna estaba vacía y la ventana abierta. Pensamos que estabas muerta, pensamos que nunca volverías.

Johanne se echó a llorar de pronto. Owen se levantó para consolarla, abrazándola. Una vez pasados unos minutos consiguió volver en sí y sentarse de nuevo.

Chris les contó como era su vida con el hombre al que un día llamó padre, sus hermanas y todo lo que ocurrió después. Les contó cómo llegó a conocer a Franck y cómo entró en la guardia de la noche. La chica pelirroja parecía emocionada cuando Chris hablaba de todo lo que había vivido, aunque fuera seca y testaruda.

Una vez acabada la cena, Johanne y Owen les ofrecieron una habitación a Franck y a Chris para dormir. Habían dos camas separadas cubiertas por una gruesa manta verde, y un pequeño escritorio a la izquierda. Owen les contó anteriormente que también practicaba caligrafía, y que al ser uno de los pocos que sabía escribir de la zona, diseñaba todos los letreros importantes.

Ambos se instalaron en la habitación, retirando sus capas y colocándolas en una silla al lado de una de las camas. Franck se tumbó en la cama, mirando hacia el techo, pero Chris se acercó al escritorio y mojó la pluma en la tinta mientras agarraba un papel de uno de los cajones y lo colocaba sobre la oscura madera.

-¿Que haces?- Dijo el, confundido.

-Escribo una carta.- Contestó ella concentrada.

-¿A quien?

-Daenerys.- Dijo mientras secaba la pluma de la tinta sobrante y comenzaba a escribir.

-¿Por qué?

-Franck.- Chris se dio la vuelta y echo una mirada furtiva.- Me estas distrayendo.

-Lo siento.- Dijo el mientras se incorporaba y volvía a perder la mirada.- Tu también me distraes y no me quejo.

-Te gusta que te distraiga.- Dijo ella riendo mientras escribía.

-Puede.

En aquel momento culminó la conversación, y Chris se centró plenamente en la carta. Puso todo su empeño, sentimiento y sinceridad en cada letra, expresando todo lo que quería transmitir en aquel momento. En un concreto momento una pequeña e insignificante lágrima se resbaló por la mejilla derecha de Chris, cayendo en el papel haciendo una pequeña y oscura mancha.

Una vez había terminado la enrolló y la selló. Bajó rápidamente las escaleras hacia la planta de abajo y buscó a Johanne, pero ella ya estaba durmiendo.

GUERRERA - Juego de Tronos (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora