11. Futuro esposo

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23 de mayo de 1901:

Carolina Kopelioff

Pasaron 4 meses de la decisión de mis padres, no estoy de acuerdo. Pero no puedo negarlo no es necesario que yo quiera o no. Igual se hará y para lo peor no me quieren decir quién es. Dicen que va a ser una "sorpresa" , la boda se hará el 19 de agosto. ¡Dios mío! Falta tan poco, y no sé quién es.

-¡Carolina!- grito mi madre alejándome de todos mis pensamientos.
-¿Qué quieres?- pregunté fría, desde el día que me lo dijeron les hablo seca.
-Levántate, vinieron visitas- ordenó señalando mi corsé para que me lo ponga.
Asentí.

Me coloque toda mi típica vestimenta, pero esta vez me coloque el vestido amarillo que solo lo usaba una vez al año. Amaba ese vestido.
Salí de mi habitación y veo al Mister Bernasconi y Agustín ¿Pero que?

-¡Buen día!- saludé a ambos tomando asiento.

Ambos saludan.

-¿Qué hacen aquí?- pregunté con una sonrisa.
-Solo vinimos a visitar a nuestra futura familia- sonrió y respondió el míster Bernasconi.

Agustín codeó a su padre, y dijo shh. ¿Cómo que futura familia? ¿Pero que?

-¿Cómo que futura familia?- pregunté confundida con mi mirada fija en ambos.

Mi padre, el Míster y Agustín se movían inquietos en sus sillas, ¿Qué les pasa? Están incómodos y no entiendo nada.

-¿Pueden contestar?, por favor- supliqué.
-Carolina, Agustín será tu futuro esposo- respondió mi padre con la más tranquilidad posible.

¡Pero que caranchos! Con razón siempre se ponía incómodo cuando le hablaba de esto ¡Maldito imbécil!

-¡¿Pero que caranchos?!- grite enojada levantándome del asiento.
-Yo lo siento Caro- se disculpó mirando el suelo.
-¡Te creía mi amigo! ¿Ahora lo sientes? ¡Eres un imbécil!- grite enojada, nunca use en mi vida esa palabra. Estoy sorprendida.
-Carolina tranquilízate- dijo mi padre. ¡Imbécil! ¡Otro más!

Me fui hacia afuera, nos aguante más las ganas. Me fui atrás de mi casa, era mí perfecto rincón para llorar.

Las lágrimas comenzaron a salir, no paraban de salir. No tenía mis sentimientos claros con Agustín, en verdad a veces me gustaba y a veces no. Recordaba todos los buenos momentos que vivimos en tan pocos meses, las salidas, los paseos, las cenas. Lo considere mi mejor amigo y de estará manera me la pagó ¡Lo odio!

(...)

-¡Carolina!- grito la persona que más odiaba en mi vida.
-¿Qué haces aquí imbécil?- Pregunté enojada- Vete ya.
-No Carolina, todo esto tiene una explicación.
-¿Qué explicación? ¡Habla!- grite enojada.

Tomó asiento alado mío y empezó...

- Primero en principal, tu sabes que me gustas- me sonrió con esa maldita divina sonrisa- hace meses escuché a tus padres hablar del tema que te obligaran a casar con tu amigo, ese el de clase alta ¿cómo se llama?.

-Carlos- respondí limpiando mis lágrimas.

- Que con ese Carlos te iban a casar por obligación, si nadie proponía nada o no te tenías a nadie elegido aún. Entonces decidí que yo les propondría si me podía casar contigo y así lo dice al día siguiente- sonrió- Te amo Carolina y mucho.

-No me importa, te considere mi mejor amigo y abusaste de ello. No te quiero ver más en mi vida imbécil- aclare las cosas y me retiré.

-¡Me vas a ver el día del casamiento!- grito y río

¡Estúpido! Se cree el chistoso y no me da risa. ¡Lo odio! Auque tiene razón ese día lo voy a ver.

(...)

-Carolina, queremos hablar contigo- dijo mi madre apenada.
-¿Qué quieren hablar? ¿Sobre la casa que nos van a hacer? ¿Sobre qué me tengo que casar entre poco? Ya lo sé- dije con una mirada fría.
-Carito, perdonamos. No fue nuestra intención, es la ley- dijo mi padre.
-No me digas Carito- respondí y cerré la puerta de un portazo.

No sabía si amarlos o odiarlos, me dijeron las mejores palabras y también las peores.

(...)

-Caro, lo siento mucho por todo. Pero Agustín es un gran muchacho, sé que te va a cuidar y respetar un montón cómo es con su madre- respondió Candelaria ante todo mi problema.
-Gracias por intentar ayudar, pero me ame o no, me voy a tener que casar con el. ¡Eso que no lo amo!- respondí deprimente.
-Pronto lo amarás, Agustín es un amor- sonrió Candelaria.
-Tu dices...- reí.

Candelaria comenzó a reír a carcajadas fuertes y yo obviamente no entendía de que se reía.

-¿Qué te sucede?- pregunté con una expresión rara.
-Me imagino su luna de miel- y continuo riendo.
- Iremos, pero ¡No te imagines que lo haremos!- reí también con asco.

(...)

Los días pasaban, no quería hablar ni con mis padres y mucho menos Agustín, faltaba poco para el casamiento. Así que ya tenía ese maldito vestido. ¡Qué fastidio!

Prometemé  [Aguslina] #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora