24.- Bittersweet Reunion
(Agridulce Reunión)
*-*
Tom camina del closet hacia su cama en la habitación de invitados, revisando el área una última vez para no dejar objetos olvidados que pudieran haber escapado a su búsqueda previa. Se detiene en frente de la cama y mira su maleta aún abierta, el cierre a medio cerrar. Jalando lo que queda de él, el sonido que hace el cierre parte el silencio, levanta su maleta llena de la cama y la coloca cerca de la puerta, dejándola contra una de las patas de la cama.
Mientras mira hacia la cama, sus ojos caen sobre uno de los artículos que olvido meter en su maleta, uno de los cuales realmente se arrepentiría de dejarlo accidentalmente.
Mueve las sábanas a un lado y pone sus dedos sobre las pastas de piel del diario, sacándolo de su escondite, aparentemente estaba debajo de su bolso de viaje que había dejado encima de la cama esa mañana antes de empacar.
Girándolo en sus manos, una ligera sonrisa adorna sus labios, un montón de memorias de los eventos que están por suceder flotando en su mente.
Es extraño saber que pasará desde el punto de vista de alguien que ni siquiera está viviendo en la misma época. Leyó su futuro, el de Bill, a través de los ojos de un mucho más mayor y más maduro James. Descubrió su futuro a través de encuentros esporádicos, aprendiendo que habrá veces que él y Bill quedarán desconectados del pasado por meses, casi llegando al año entero.
Aunque, cuando lo piensa bien, nunca sabe qué tiempo usar.
Parece mal en su mente pensar como si estuviera en el futuro, ya que ya ha sido grabado en un artículo del pasado.
Como sea, el hecho, ninguno de los eventos escritos han pasado aún, a pesar de que se sienten como si estuvieran escritos en piedra. Aún dirigidos a la posibilidad de cambiar.
Tom sólo espera, por su sanidad, que lo que ha leído esté por suceder.
Él no quiere que las cosas cambien.
Y James dijo en la carta que lo que está destinado a suceder, sucederá.
Ahora todo lo que Tom tiene que hacer que lograr que los eventos pasen y no apresurar las cosas mucho.
Eso debería de ser fácil, ¿cierto?
Sí, sencillo, simple para cualquiera que lo diga que no sea Tom.
El chico deja escapar un suspiro, poniendo sus pensamientos a un lado de lo que pasará más tarde ese día hasta el fondo de su mente, escondido en la confusa oscuridad, y desliza el diario en el bolsillo frontal de sus pantalones de mezclilla. Con sorpresa, notó que el diario es lo suficientemente pequeño para caber en su bolsillo, o éste es lo suficientemente grande para que quepa un diario de tamaño normal.
Como sea, entra, y está feliz de que lo puede mantener cerca, como una pequeña referencia.
Pero no puede evitar sentirse como un niño con un acordeón para un examen. Siente como si supiera lo que dice el diario palabra por palabra, de corazón. Incluso a pesar de que no puede dar la respuesta a todas las preguntas, le han dado una guía para caminar a través de las incertidumbres. Si sigue la misma línea, la guía, sabrá lo que el por venir será.
Y quiere que esos resultados, los que ha leído y estudiado por las últimas cuatro noches, sean realidad.
Sólo está esta persistente voz en su mente, que se burla constantemente de él, diciéndole que no estudio esas entradas lo suficiente.
Lo está haciendo paranoico.
Tan paranoico que no puede evitar sentir que va a fallar en el más crucial de los exámenes que ha tenido.
Sacudiendo su cabeza para hacer a un lado ese miedo por un rato, acomoda las sábanas junto a la almohada antes de tomar su bolso de viaje y llevarlo escaleras abajo donde su madre está esperando junto con sus abuelos. Mientras alcanza el escalón final pone una ligera sonrisa, tratando de la mejor manera salir de sus pensamientos neblinosos y de regreso a la realidad por unos pocos minutos.
-Oh, Tom, ahí estás.- Su madre sonríe suavemente – ¿Ya tienes todo?
Tom asiente después de realizar que la pregunta está dirigida a él, aún sonriendo artificialmente. Hay demasiados pensamientos corriendo en su cabeza.
Sin embargo, se obliga a atravesar por la rutinaria despedida, deteniéndose cuando se ve cara a cara con su abuelo ligeramente jorobado. El chico de rastras se toma un momento para dejar su bolso en el suelo, liberando sus manos para extenderlas y permitir a sus ojos observar al viejo enfrente de él.
El mayor le ofrece una sonrisa torcida, su dentadura atrapando un rayo de sol por un segundo –Deja de preocuparte- dice con voz baja pero tranquilizadora, sonando demasiado convencido en la mente de Tom.
Tom inhala profundamente, asintiendo mientras libera un tembloroso suspiro intentando calmar sus nervios –lo sé, lo sé- responde suavemente, murmurando para que nadie aparte de ellos escuche –Estoy intentando no hacerlo.
-Bueno, ha sido un placer tenerlos aquí, como siempre- su abuelo dice más fuerte para que los otros lo escuchen mientras abraza a su nieto en un apretado abrazo. Se queda así más de lo necesario para un abrazo normal, sabiendo que Tom necesita tranquilizarse en esa situación. Aprieta más su agarre momentáneamente, bajando su voz de nuevo a casi un susurro cerca del oído de Tom –Tráelo de visita-El nieto asiente mientras los dos se separan, su mano inconscientemente bajando a la altura de su bolsillo del pantalón, instintivamente trazando la forma del diario a través de la tela con sus dedos –Lo haré, lo prometo.- Dice con una sonrisa sincera.
Y sabe que lo hará.
James lo dijo.
Después de una ronda final de despedidas, abrazos, y adioses a través de la ventana, el carro comienza a moverse por la calle, dejando la casa de sus abuelos en la distancia.
Tom posa su frente contra el vidrio frío de la ventana, aún fresco con la capa condensada que deja la niebla matutina, y deja que sus acuosos ojos se enfoquen y desenfoquen con los árboles que pasan mientras suelta un muy profundo suspiro.
Mientras las imágenes de brillante verde pasan frente a sus ojos, con indecisión se permite alejarse de la consciencia hacia sus pensamientos, donde se queda perdido por lo que queda de viaje de regreso a casa.
Casa.
La palabra hace que su estomago se remueva con un matiz de felicidad, causando una ligera calidez esparcirse por su cuerpo y creando una sonrisa en sus labios. Enfoca sus ojos en los árboles una vez más, dejando sus pensamientos momentáneamente atrás para mirar las hojas moviéndose en el viento. La sonrisa en sus labios crece un poco más ante los pensamientos que los exquisitos colores del escenario le traen a su mente.
Viendo los arboles pasar mientras conducen, su mente viaja hacia un jardín lujoso que le trae memorias tan frescas que es como si estuviera ahí de nuevo. Mira alrededor del jardín en su memoria, sorprendido de cuan cuidadas están las plantas pero su fantasía se ve interrumpida por la voz irritada de un jovencito.
Se gira y sus ojos caen sobre una cara angelical enmarcada por una cortina de cabello negro. La mirada en la cara del chico estaba llena de molestia al principio pero luego de asombro, mejor dicho sorprendido por el estilo del siglo XXI de Tom, no conocido a principios de 1900. Por supuesto, el primer encuentro, cuando Tom se apareció en el jardín de la residencia Trümper, fue realmente alucinante para ambos.
La sonrisa de Tom crece, feliz por la distracción del continuo paso del tiempo en la realidad, mientras regresa de nuevo a las memorias de Bill. A pesar de la ansiedad de lo que el resto del día les depara a él y a Bill, de lo que sabe que pasará esa noche después de leer el diario. No puede negar que un escalofrío de felicidad le recorre por la espalda ante la idea de finalmente poder ver a Bill. Después de dos largos meses por fin puede reunirse con ese tímido muchacho que tanto se sonroja.
Finalmente podrá estar lo suficientemente cerca para abrazarlo y respirar la esencia que es tan única de Bill una esencia que no sabe como describir si no de otra manera: es Bill.
Finalmente puede pasar sus dedos a través de esas tibias y hermosas mejillas que le han atormentado en sus sueños. Por fin puede entrelazar sus dedos con ese suave cabello que ha extrañado, así como llevar sus labios para reunirse con los de Bill en un beso gentil...
Con planes como esos en su mente se olvida de preocuparse del futro.
Se olvidad de echar las cosas a perder y fallar.
Se olvida del diario.
Se olvida de todo.
El único pensamiento que sigue en su mente es Bill.
**
Tom corre por las escaleras hacia su habitación, sus maletas en mano y las avienta en su cama, saltan ligeramente mientras los resortes del colchón se quejan del repentino peso que es puesto sobre ellos.
Dudando un momento antes de moverse, Tom mira alrededor de su habitación. Es lo mismo que él dejo. Nada ha cambiado, no que él esperará que sucediera. Regresa su mirada a su bolsa de viaje aún intacta, todavía empacada con toda su ropa y accesorios personales.
A diferencia de la mayoría quienes tomarían la oportunidad de desempacar después de regresar a casa. Tom se da la vuelta y deja la habitación abandonando sus bolsas todavía completas y sin haberlas tocado.
Las maletas se quedan ahí encima de la cama, luciendo preparadas, como si estuvieran esperando que las llevaran a otro lado
**
El sol está alto en el cielo y el día todavía es muy joven mientras Bill vuelve a su habitación después de preparase un almuerzo. Un silencio ha caído sobre la casa, esparciendo una sensación de soledad a través de toda ella. A pesar de cuanto ame el hecho de tener tiempo a solas, el sentimiento de completa soledad le ha pegado a ese punto. Es tan poca la quietud que él puede soportar antes de que su mente se vaya por otra tangente, siempre llegando al mismo lugar, o persona, para ser más exactos.
El camina dentro de su habitación, sentándose sobre el filo de la cama antes de liberar un profundo suspiro. Mira alrededor de su habitación a través de ojos acuosos sabiendo ya que no hay nada excitante que hacer. Aún es verano, y usualmente siempre hay algún tipo de trabajo para él que tiene que hacer en la casa, eso sería si no fuera porque de hecho ya terminó todo lo que tenía que hacer. Definitivamente el no pudo controlarse a si mismo esa mañana después de tener un sueño muy vivido que incluía a Tom. Tenía que hacer algo para distraer su mente.
Como sea, el otro día le dejo con las manos vacías y una imaginación muy creativa.
Sin haber encontrado otra opción, el adolescente solitario suspira y se reacomoda de nuevo sobre las sábanas de la cama arrastrándose todo el camino hasta que su cabeza puede descansar sobre la almohada, relaja sus músculos tratando lo mejor posible de que esa rigidez se vaya de su cuerpo mientras sus parpados lentamente comienzan a oscurecer la vista del aburrido techo.
Sus ojos han estado cerrados por lo que se siente dos minutos cuando se ve interrumpido por tres sonidos amortiguados en el piso de abajo. Bill se levanta enseguida de su cama ante el sonido, asustado mientras inhala y exhala demasiado rápido para poder regular su respiración. Su corazón esta más sorprendido de lo que debería estar. Escucha más de cerca, finalmente definiendo que esos sonidos amortiguados no son más que toquidos en la puerta principal. Sonríe para sí mismo sacudiendo su cabeza, divertido, mientras mueve sus piernas a un lado de la cama y hace su camino hacia el primer piso. Las escaleras dejan escapar pequeños crujidos mientras desciende los escalones a pesar de la alfombra que está cubriendo los escalones de madera debajo de sus pies.
Al mismo tiempo que el alcanza la puerta principal, su mano alrededor de la perilla, los toquidos cesan como si supieran que él estuviera ahí. Bill, al parecer, no nota la coincidencia y abre la puerta, una sonrisa apareciendo en su rostro como si estuviera preparado para recibir a un invitado inesperado.
Su sonrisa decae cuando mira de frente, sus ojos se encuentran con nada más que el escenario de su jardín, dando un paso fuera del porche mira de un lado a otro, buscando un punto en el cual el invitado haya corrido pero no encuentra nada fuera de lo ordinario. La entrada está limpia, el jardín esta solo y no hay signos de que haya niños corriendo por la calle que pasa enfrente de la casa. Frunciendo el ceño Bill se da la media vuelta y cierra la puerta detrás de él, preguntándose si fue solo su imaginación esos sonidos, en primer lugar.
Pero al mismo tiempo que sus pies alcanzan el primer escalón, listo para hacer su camino de regreso a su habitación, otros toquidos amortiguados llegan a sus oídos, libera un suspiro y se regresa a la puerta, girando la perilla y abriéndola. Una vez más se encuentra con el escenario de su jardín frontal.
Rechina los dientes parado en el marco de la puerta con los brazos cruzados contra su pecho mientras mira alrededor. –Si necesitas mi atención, estoy justo aquí- Dice a través de los dientes apretados, odiando el silencio que obtiene por respuesta desde el jardín vacio. Se queda ahí por varios segundos, antes de darse la vuelta, cerrar la puerta, deteniéndola antes de que esta se selle. El sonido de una pequeña piedra, probablemente un guijarro golpeando la madera hace que se detenga, abra la puerta y vea el objeto caído.
Hace un gesto.
De hecho, una pequeña piedra yace ahí, justo enfrente la puerta y junto a la pequeña piedra se encuentra un clavel blanco.
El tallo está roto y cubierto de tierra, evidentemente fue arrancada del jardín.
Suspirando de irritación, Bill se agacha y recoge la piedra y la flor, sosteniéndolos en sus manos y mira de nuevo al jardín vacio donde sabe que el visitante se está escondiendo discretamente. –ah, esto sí es bonito- dice lo bastante fuerte para que el visitante lo pueda escuchar –primero tocas y corres, luego vas y arrancas flores de nuestro jardín, avientas guijarros a nuestra casa y ahora te reúsas a mostrar tu cara. ¡Ay! los modales de la gente hoy en día- murmura mientras se da la vuelta y camina de regreso a la casa. Cerrando la puerta detrás de él, cuando se detiene a medio camino.
-Bill espera-
Bill se congela ante el sonido de las hojas moviéndose detrás de él.
Al mismo tiempo que una voz viaja en el aire hacia de él.
El conoce esa voz
El ama esa voz
Su corazón se detiene un momento, su respiración se vuelve más rápida. La sangre huye de su rostro y las lagrimas se apoderan de sus ojos. Todo por el sonido de una sola voz
Parpadea un par de veces para deshacerse de la visión borrosa, no importándole que las lágrimas se escapen de sus ojos y caigan por sus mejillas. –¿Tom?- pregunta dudando mirando directamente al muchacho de rastas que ha estado plagando sus pensamientos por casi dos meses y medio.
El muchacho asiente con la cabeza una vez en respuesta. Una sonrisa alegre formándose en sus labios
Y nada más es necesario para animar a Bill a que corra sin importarle el brincar el par de escalones que hay entre la entrada y el jardín y se avienta directamente contra Tom tan fuerte que hace que un sonido sordo se produzca entre la colisión de su cuerpos.
Posa sus brazos alrededor de la espalda de Tom colgándose de él como si fuera a colapsar si en algún momento se va o se separan. Sus dedos se aprietan alrededor del clavel blanco y la piedra que aún está en su mano. Esos artículos ya no parecen tan irritantes.
Escondiendo su cabeza en el hueco del cuello de Tom, inhala profundamente, sonriendo mientras la esencia de Tom le llega a la nariz, con ese delicioso y tan abrumador aroma, aprieta sus ojos ignorando las lagrimas que continúan cayendo de sus parpados y mojando la playera de Tom, ya casi había olvidado la sensación de tan diferente material. Tan diferente de su propias ropas.
No se da cuenta que está llorando completamente hasta que uno de sus estrangulados sollozos llega a sus oídos y Tom comienza a plantar besos tranquilizantes por toda su cara.
-Shh, Bill, estoy aquí- Tom susurra con un tarareo gentil, sus labios aun escondidos entre el pelo de Bill mientras habla. Sus brazos alrededor de la delgada figura del muchacho de forma segura. Aprieta su agarre, sus ojos involuntariamente cerrándose mientras escucha otro tembloroso sollozo escapar del muchacho entre sus brazos.
Bill lentamente recupera la compostura, su cuerpo dejando de temblar involuntariamente mientras se da cuenta que no está soñando esta vez.
Esta vez es real
Esta vez Tom si está ahí.
Bill sonríe, finalmente alejándose sólo lo suficiente para poder ver la cara de Tom. Por un par de minutos ninguno de los dos dice una palabra, simplemente se miran uno al otro, sonriendo, mientras su ojos se vuelven a encontrar una vez más. Se toman unos momentos para inspeccionarse mutuamente, como si ese momento fuera lo bastante incomprensible para ambos como para creer que es verdad.
Al final Tom rompe el silencio con un simple –hola- y sonríe una de esas sonrisas tan amplias que tiene.
-Regresaste- Bill afirma, aparentemente aún sorprendido de la repentina presencia de Tom.
El de rastas se ríe suavemente, retirando su mano izquierda de la espalda baja de Bill y sujetando varios mechones de cabello y poniendolos detrás de la oreja antes de acariciar su mejilla gentilmente.
-Sí- estudia la cara de Bill con una sonrisa brillante- regrese.
Bill sonríe y se recarga hasta que sus labios se posan sobre los de Tom, por un dulce y tímido beso de "bienvenido a casa" que deja a Tom tan impactado que se aleja dos segundos después de que sus labios se encontraron, con ojos asombrados.
-¡Bill!- dice con un murmullo sus ojos escaneando frenéticamente el jardín y cada posible ventana de la residencia Trümper – ¿no nos verá alguien?
Bill se ríe, siguiendo la mirada del otro por sobre su hombro hacia la casa, sonrojándose se enfrenta a Tom, sacudiendo su cabeza en respuesta –No- responde con una sonrisa traviesa -nadie está en casa-
-¿Dónde están?- pregunta Tom aun mirando al jardín como si la madre o el padre fueran a brincar repentinamente de detrás de los arbustos
-Ellos fueron al pueblo por el día, todos- Bill dice entre risillas ante un temeroso Tom –Sr Kaulitz- Bill comienza, finalmente ganándose otra vez a mirada de Tom y agrega –estamos solos.
Las palabras toman unos segundos para registrar su significado oculto de libertad en la mente de Tom. Pero cuando realmente impactan, la preocupación desaparece del rostro del muchacho y aprieta sus brazos alrededor de la cintura de Bill una vez más. Sonriendo mientras pregunta con una voz bastante alegre –¿Así es, sr Trümper?
-Completamente solos- Responde. Sus cabezas se acercan cada vez mas mientras asiente suavemente. Bill muerde su labio inferior, dejando sus ojos recorran el rostro de Tom, una tímida sonrisa aparece en sus labios y su cara mientras Tom inclina su cabeza y desaparece la distancia entre ellos, ya no más temerosos de que los puedan ver.
Ellos están fuera de peligro, están seguros, están solos.
Ese solo pensamiento es suficiente para hacer que Tom profundice los besos sus manos inconscientemente viajando hacia arriba para sujetar el rostro de Bill evitando que se aleje. El beso es suave a pesar de todo el deseo que los dos muchachos están conteniendo en ese momento. Ninguno de los deseando hacer algo demasiado extravagante afuera donde cualquiera que pase pueda verlos.
Después de unos largos minutos el de rastas se separa y le sonríe al moreno, notando ligeramente como parece ser que Bill ha crecido, ya no está esa necesidad de que tenga que agachar su cabeza o el otro tenga que estirar su cuello para alcanzar los labios del otro. A pesar de que la diferencia era sólo de unas cuantas pulgadas antes, ahora es bastante notable que solo sea necesario inclinarse un poco para que sus labios puedan encontrarse de nuevo. Bill sonríe en respuesta y toca la punta de la nariz de Tom con la suya, un sonrojo apareciendo en sus mejillas. Tom retiene una risa, su sonrisa acrecentándose. Oh cuanto ha extrañado ese sonrojo más que otra cosa.
Moviéndose lentamente y libremente mientras mira los ojos de Bill, sus manos encuentran su camino desde el cuello de regreso a donde pertenecen, alrededor de la cintura de su amor. –Veo que mantuviste tu promesa.- Tom declara con una sonrisa recibiendo una mirada confusa del otro
-¿Qué promesa?
-No olvidarte de mí-
Bill se ríe, dominado por otro sonrojo mientras sus brazos se cuelan alrededor del cuello de Tom en una posición más natural –es una promesa muy fácil de mantener, Sr. Kaulitz- responde avergonzado, alejando su mirada de la intensidad que hay en los ojos de Tom. Casi se había olvidad de esa intensidad, de esa mirada tan intensa, esa mirada de pasión absoluta, esa mirada de amor innegable.
Puede ser bastante abrumadora e increíblemente conmovedora cuando esta directamente dirigida a él.
-Bien- Tom dice y mueve su cabeza hasta que mira a Bill a la cara, sonriendo gentilmente –supongo que eso es algo bueno. ¿Estás bien Bill?- no puede evitar notar cuan nervioso está actuando de repente, sonrojándose e incapaz de mirarlo directamente.
Los ojos de Bill miran para todos lados antes de poder mirarlo, sus mejillas se oscurecen aún más –Sí, estoy bien- de nuevo aleja la mirada, luciendo terriblemente avergonzado.
Las cejas de Tom se fruncen en preocupación, lleva su mano de la cintura de Bill hacia el mentón moviendo su cabeza hasta que están frente a frente una vez más –¿Entonces qué sucede?, ¿Qué está mal?- pregunta confundido por el repentino apuro que ha caído en el muchacho entre sus brazos.
Bill respira profundamente, parpadeando por un largo tiempo, como si estuviera intentando recuperar la compostura antes de volver a hablar.
-No hay nada mal, Tomi, solo te he extrañado- explica en un susurro, su voz quebrándose en esas dos últimas palabras. Su sonrojo permanece mientras trata de ignorar la fuente de su vergüenza una sensación de sobreexcitación que recorre su cuerpo completamente. Como sea, la confusión y la preocupación se queda pegada en el rostro de Tom, haciendo que Bill se sienta aún mas incomodo. Si no fuera por esa mirada tan intensa en los ojos de Tom, quizás el cuerpo de Bill no estuviera reaccionando inconscientemente con tanta emoción. En lugar de tratar de explicar su repentino nerviosismo y el carmesí de sus mejillas, simplemente él se inclina hacia delante y conecta sus labios con los del otro en lo que él considera un beso fervoroso y necesitado. Su corazón alienta sus motivos dándole el coraje para que siga presionando en lugar de alejarse como su instinto le dice que lo haga. Aprieta sus brazos alrededor del cuello e Tom, lo que causa que sus labios se unan aún más.
No le toma a Tom demasiado tiempo para entender y darse cuenta de la causa de la apuro de Bill.
Una vez que los dos están en el mismo nivel, ninguno de los dos sabe que provocará la siguiente acción. Ya sea que Tom cargue a Bill o que Bill brinque por su propia voluntad, no se sabe. De cualquier forma Bill se cuelga de Tom como un Koala, sus brazos alrededor del cuello del de rastas y sus piernas de forma segura alrededor de la cintura, mientras este entrelaza sus brazos por debajo de las piernas de Bill y lo carga por los escalones del pórtico y dentro de la casa. Nunca rompiendo ese sello en sus labios.
Él se detiene una vez dentro de la casa, recargándose en la puerta cerrándola con su espalda mientras se separa un momento de los labios de Bill, lo suficiente para que puedan recuperar el aliento antes de volver a ir por otro besos demandante. Perdiéndose a si mismo deja que las piernas de Bill toquen el piso, quedándose ahí donde están por un momento más de lo necesario.
Posa sus brazos alrededor de la cintura de Bill y sus manos hacen su camino por debajo de la delgada tela de la camisa blanca y de botones amando ese escalofrió que siente recorrer el cuerpo de Bill mientras sus dedos tocan la piel fría.
Sonríe dentro del beso y aleja sus labios de los de Bill dejando un camino de suaves besos por toda la línea de la mandíbula del muchacho, se detiene en una de las esquinas de la quijada que es más prominente cuando su cabeza esta girada hacia un lado como lo está en ese momento y chupa ligeramente antes de moverse despacio por su cuello.
Bill deja escapar un pequeño y amortiguado gemido mientras Tom se aferra en un punto justo debajo de su cuello respirando con dificultad, con aliento tembloroso que escapa más como risillas por la sensación cosquilleante que causa la lengua de Tom contra su piel fresca
-Tomi-
Tom parece no haberlo escuchado, y se ríe por lo bajo.
-Tomi- intenta de nuevo un poco más curioso.
-¿Qué?- Tom murmulla contra su cuello negándose a soltarlo.
-Tomi- dice con una sonrisa maliciosa, la cual Tom no ve. Y se inclina hasta que sus labios rosan ligeramente la oreja de Tom. El cual tiembla imperceptiblemente murmurando contra el cuello de Bill una vez más
-¿Qué?
-Tómame- Bill susurra con voz temblorosa.
Se detienen un momento, ambos congelados mientras las palabras de Bill se quedan en el aire con la demanda fuerte y clara.
Tom muerde suavemente el punto donde sus labios rozan el cuello de Bill como simple respuesta Sonríe contra la tersa piel y hace un camino de besos de regreso a los labios del pelinegro, dejándolos donde pertenecen.
Alejándose por un momento, se encorva y toma a Bill entre sus brazos, acurrucándolo contra su pecho como a un niño, un brazo detrás de las rodillas de Bill y el otro detrás de su espalda.
Bill suelta un pequeño grito de sorpresa, pero se relaja cuando Tom retoma la conexión entre sus labios una vez mas y aprieta su agarre para asegurar que el muchacho en sus brazos está a salvo mientras comienza su ascenso por las escaleras. Sube tan despacio y cuidadosamente que Bill apenas nota que se están moviendo hasta que escucha el rechinido familiar de las bisagras de la puerta de su cuarto y el golpe sordo que retumba a través de la habitación cuando pega en la pared, abriéndose toda.
Su corazón se acelera, esas dos palabras que susurro momentos antes repitiéndose sin cesar en su mente.
Él no había planeado decir eso. Ni siquiera había pensado en hacer eso hoy.
Pero una vez que estuvo en los brazos de Tom, todos sus pensamientos y emociones se volvieron un desorden.
Sus pensamientos se quedaron perdidos mientras Tom lo coloca de manera gentil sobre la cama y gatea hasta colocarse a su lado, rompiendo el beso para poder respirar. Tom atrapa la mirada de Bill con la suya y sonríe suavemente cuando no ve algún signo de miedo a través de ellos.
Lo único que ve en esas profundas iris cafés es pura emoción.
Bill sonríe avergonzado, sonrojándose al mismo tiempo que Tom se pone encima de él. Sosteniéndose a si mismo sobre el moreno, sentado a horcajadas sobre la parte inferior del cuerpo del pelilargo, despacio agacha su cabeza y planta un beso de esos suavecitos y tiernos sobre los labios entreabiertos de Bill.
-Te amo- Tom susurra después de separarse solo lo suficiente para que sus palabras puedan ser escuchadas. Sus ojos están abiertos, igual que los de Bill. Se miran intensamente, y agrega –No he podido decirlo por dos meses...
Las mejillas de Bill se oscurecen aún más, y aleja la mirada cohibido –Extrañé escuchar eso.
-Extrañaba decirlo- Tom admite con una sonrisa enorme y acaricia la nariz de Bill con la suya juguetonamente. Trazando un sendero de besos suaves por la frente de Bill, se corrige farfullando contra la casi perfecta piel –Te he extrañado.
Una sonrisa aflora en los labios de Bill hasta que deja de resistirse y la deja que se apodere de todo su rostro mientras se enfoca en el dobladillo de la playera de Tom, sin pensarlo la estruja con sus dedos buscando algún tipo de distracción –Yo... pienso que te extrañe aún más- Suspira, tratando de esconder la sonrisa mientras lo dice.
Tom resopla como respuesta -¿En serio?- Pregunta escéptico, atrapando la mirada de Bill.
-Mhm.
Bill mira para otro lado al mismo tiempo que Tom se acerca e invade sus labios, chocando contra ellos en un beso posesivo. El aire escapa de los pulmones de Bill, su aliento robado por su invasor sin que pueda evitarlo, y su corazón late con fuerza en respuesta, resonando claramente contra sus oídos con un latido hueco mientras se atreve a acelerarse. Se paraliza mientras que el cuerpo de Tom se posa sobre el de él, haciendo que otra ola de excitación recorra su sistema. Un par de dedos callosos deslizándose por debajo de su blusa y se detienen en un lado de su torso, acariciando ligeramente la piel y causando que escalofríos viajen por su columna.
Levanta su cabeza del colchón para continuar el beso justo cuando Tom se separa para poder terminar su frase –Imposible.
Bill levanta sus parpados, ambas cejas alzadas en confusión.
Tom sólo sonríe –Imposible.- Dice y se acerca de nuevo para continuar donde se quedo –No hay manera de que me hayas extrañado más.
Bill se ríe mientras sus labios se encuentran otra vez, colocando sus brazos alrededor del cuello de Tom para evitar que se aleje.
Aunque no logra que Tom se quede ahí por mucho tiempo.
Tom hace su camino de los labios de Bill, por su mentón, a través de su barbilla, por lo largo de su cuello hasta que alcanza la clavícula donde deja un montón de suaves besos, moviéndose ligeramente sobre el otro chico.
Sus manos se mueven hacia arriba y agarran el cuello de las camisa de Bill, sus labios nunca separándose de la piel mientras sus dedos se mueven por el material sedoso y juegan con el primer botón, el cual se desliza por el agujero, de los siguientes se deshace de la misma manera hasta que la camisa se abre completamente, sus torso desnudo mientras Tom arrastra sus labios tibios por la piel expuesta, repartiendo lentos besos por todo lo largo del área antes escondida.
Los labios de Bill se entreabren, sus ojos cerrados en mudo goce mientras siente a Tom quitarle la camisa de su cuerpo, dejando su torso ahora sí desnudo. El aire se escapa de él en forma de un suave gemido, sintiendo los labios de Tom morder delicadamente una parte del pecho de Bill que nunca habían tocado antes.
Bill tiembla, sus labios forman una ligera sonrisa, sus ojos aún cerrados.
El pelinegro suelta las rastas de Tom que había estado agarrando con ambas manos y agarra con los puños la playera de Tom, jalándola suevamente hasta que el otro le hace caso y se la quita.
Se deshace de sus playeras y las deja en el suelo junto a la cama, la de Bill pronto les sigue, cayendo en algún lugar cerca de la puerta que permanece abierta un par de pulgadas.
Vuelven a unirse después de la momentánea separación, sus labios ocupados en un beso candente, los dos ya demasiado perdidos.
Las manos del pelinegro encuentran su camino por la espalda desnuda de Tom, sus uñas, cortas y filosas, rasguñando la piel expuesta hasta que se ven enredadas en el desastre que son las rastas. Las manos de Tom viajan de otra manera, tocando el torso de Bill con dedos callosos y posándose finalmente en las caderas donde se escurren por debajo de la pretina de los pantalones del pelilargo.
Bill suelta un suspiro ahogado dentro del beso.
El beso compartido entre sus labios entreabiertos se profundiza mientras las manos de Tom están preocupadas con más botones, peleando a ciegas.
El tiempo pasa sin sentido en la mente del moreno, sin tics o tocs, pero con los inestables y fuertes latidos de su errático corazón. Pierde el sentido cuando siente la tela áspera rozar sus piernas, la cual es rápidamente remplazada por el tersa y húmedo aire de la habitación. Tiembla a pesar de la calidez que les rodea.
Su estomago se remueve de excitación cuando segundos después siente las piernas de Tom rozar las suyas, no tela o similar entre ellos.
Y mientras el chico de rastas comienza a moverse, quitándose las piezas de ropa que quedan y acomodándose para estar más confortable, Bill hace su mejor intento para alejar la vergüenza que comienza a aparecer en su mente.
Es sólo Tom, se asegura, tratando de alejar la preocupación de que está haciendo algo mal. Después de todo, la pareja solo ha hecho eso una vez. Es todavía un extraño lado de su relación, una parte que ambos están más que dispuestos a explorar, no importando cuanto haga sonrojar al pelilargo.
Bill jadea sorprendido al sentir un dedo moverse dentro de él, sus ojos abriéndose y dilatándose como respuesta a la invasión. Enfoca su atención hacia la sensación de los labios de Tom viajar por su vientre con gentiles besos mientras otro dedo pronto se une al primero.
Sus pies se curvan dentro de las sabanas, resistiendo un escalofrió cuando Tom suelta una onda de aire frio sobre su abdomen. Una risita vibra en su garganta y sus manos recorren el camino desde los hombros de Tom hasta las rastas, enredándolas en sus dedos mientras tiembla con inconformidad.
-¿Estás listo?- Tom pregunta con tono gentil, quitando su mano y gateando hasta que su rostro esta encima del de Bill. Espera pacientemente hasta que los parpados de Bill se abren y revelan las pupilas brillantes y rojizas. En sus labios se forman una sonrisa cuando observa el rostro debajo de él.
El pelilargo fuerza una sonrisa ligera y asiente tenso, sus mejillas oscureciéndose ligeramente.
La sonrisa de Tom se transforma en una maligna mientras pone su peso en un brazo y con su mano libre acaricia la mejilla del pelinegro, las puntas de sus dedos deslizándose sobre la piel tibia, tocándola de la misma manera de quien intenta retirar alguna mancha -¿estás seguro?
Bill vacila mordiéndose el labio, pero asiente de cualquier forma jalando ligeramente las rastas atrapadas entre sus dedos –seguro- susurra después de pensarlo un segundo.
-Es sólo que no quiero que sufras- Tom murmura inclinándose y dejando un suave beso en los labios de Bill, su voz atenuándose naturalmente mientras termina de hablar.
Bill presiona cuando Tom trata de separarse, exitosamente manteniendo sus labios separados por solo milímetros –No duele.
-¿La última vez?- Pregunta el muchacho del futuro en un susurro, una ceja levantada con incredulidad.
-Bueno, pudo haber dolido un poco- Admite avergonzado, sus ojos vagando mientras habla –pero no importa.
-A mi me importa.
Tom posa sus labios sobre los de Bill para probarle cuan honesto está siendo.
-¿Por favor?- Pregunta, sus labios tocándose gentilmente.
Un suspiro se mezcla con el beso cuando Tom se da por vencido y presiona sus labios completamente sobre los de Bill incapaz de resistirse más.
La boca de Bill se queda abierta cuando los labios de su novio le abandonan, dejando su mente perdida en la marea de excitación que atraviesa su cuerpo y juega con todos sus nervios. Sus manos caen de las rastas hacia los lados cuando Tom se aleja. Sus brazos tratan de alcanzarlo en protesta, buscando a ciegas por el cuerpo de Tom al mismo tiempo que la quijada de Bill se aprieta, sus dientes rechinando por la fuerza con que muerde cuando un doloroso silbido escapada de sus labios entreabiertos como respuesta al dolor.
Ese dolor.
Ese agudo dolor inicial del que casi se había olvidado.
El silbido muere lentamente en su garganta cuando el invasor comienza a moverse, tomando un ritmo suave y borrando el dolor poco a poco.
La quijada de Bill se destensa y se abre, su cuerpo perdiendo la habilidad de mantenerla cerrada y sus manos encuentran los hombros del otro y entierra las uñas. Se sostiene fuertemente, tratando lo mejor que puede de distraer su mente, tratando de enfocarla en algo más que la súbita invasión.
La manera en que las rastas de Tom se balancean como ramas, acariciándolo ligeramente en la cara y haciéndole cosquillas en su piel desnuda...
Los nervios y la excitación quemando en su estomago...
Los escalofríos que le recorren de arriba a abajo su espina...
La manera en que sus pies se curvan instintivamente en las sábanas, atrapando la delgada tela entre ellos...
Las fuertes manos descansando en su cadera, sosteniéndose con un agarre firme que de alguna manera es gentil mientras se mueven al mismo tiempo, imitando el ritmo del otro...
La sensación de la cama desapareciendo bajo su espalda mientras esas fuertes manos lo levantan y lo envuelven en un casi abrazo, suspendiéndolo sobre la cama en ese ligero abrazo...
El dolor moviéndose, esparciéndose por su cuerpo...
El dolor bueno...
El dolor del éxtasis hace que el tiempo pase demasiado rápido para que pueda comprenderlo, su cuerpo respondiendo a Tom de maneras que solo pudo imaginar.
Su boca se cierra y abre, un suave gemido escapando de sus labios secos cuando una fuerte mano se desliza sobre su cadera y se posa en la mitad de su espalda, empujándolo hacia arriba mientras Tom chupa directamente en el bulto de su garganta.
Su mente viaja por cientos de pensamientos diferentes, incontables imágenes pasando como rápidas muestras de los pasados meses. Un cobertizo en la lluvia, siendo sostenido contra otro cuerpo, apretado contra una pared desvencijada en el primer beso febril, inconsciente y sorpresivo; una alcoba en el área llena de arboles atrás de su casa; pequeños besos robados entre las sombras...
Sonríe cuando Tom finalmente encuentra el lugar donde se le necesita, llevando sus labios a donde los de Bill en un beso sagrado que lo toma con la guardia baja.
Sus labios se encuentran y el mundo exterior desaparece.
Ya no hay más preocupaciones referentes a Florence o su madre o lo que Tom sabe que sucederá en las siguientes horas.
El diario es olvidado mientras ellos respiran por el otro, perdiendo el sentido de la realidad mientras la temperatura se eleva a su alrededor.
El problema de quien pertenece a que siglo no es un obstáculo. Ni siquiera es un pensamiento.
No existe el pasado o el futuro, solo el presente que es compartido entre los dos y nadie más.
El tiempo es olvidado completamente mientras su velocidad aumenta, y su visión se vuelve borrosa con sombras oscuras indefinibles.
No hay pensamientos de matrimonios no deseados o de muertes inciertas o desapariciones o lo que sea que venga de su relación, dividida entre dos eras completamente diferentes, dos mundos que están separados por cien años de cambio y conectados a través de una fuerza fuera y lejos de su entendimientos, que ni científicos podrían explicar el fenómeno que mantiene unidos a estos dos mundos.
Mientras se aferran uno al otro de la mejor manera que pueden, no hay diferencias entre ellos.
No hay un papel pegado a Bill que diga que es de principios de los 90's o una etiqueta colgando de Tom que clame que es un adolescente de principios del siglo XXI.
No existen esos 100 años de diferencia entre sus nacimientos cuando sus labios se separan y gemidos suaves llenan sus oídos.
Con las sabanas quedando atrapadas entre sus piernas sudorosas y pies, sus ojos se cierran apretados, sólo son una pareja normal.
Mientras alcanzan sus clímax, cayendo uno sobre el otro y aferrándose hasta que puedan recobrar la compostura, ellos son como cualquier otra pareja de amantes disfrutando de esa sensación de euforia.
El sonido de sus respiraciones cortas y agitadas resuenan por la habitación mientras permanecen enredados uno con el otro. Bill esta sobre el pecho de Tom, sus brazos alrededor de su espalda esperando hasta que sean capaces de pensar de nuevo antes de intentar moverse.
Las sábanas se pegan a sus cuerpos calientes, cubiertas en una capa de sudor. Sus pieles deslizandose juntas, pegandose solo momentaneamente mientras de manera lenta y floja desenredan sus cuerpos.
La cama reaparece debajo de la espalda de Bill cuando Tom gentilmente lo recuesta mientras se sale, odiando ver el breve destello de dolor que cruza por el rostro de su amante, sus ojos apretados mientras otro quejido escapa a través de sus dientes.
Tom aleja la mirada sintiéndose culpable.
-Lo siento- Susurra en la habitación silenciosa, maniobrando hasta que esta encima de Bill una vez más, un brazo a cada lado de la cabeza de pelilargo -¿Estás bien?- Pregunta, inclinándose y dejando una línea de besos por el ceño fruncido de su compañero. Lentamente borrando el dolor.
Bill abre los ojos para ver la parte inferior de la barbilla de su novio. Sonríe ligeramente y curva su espalda hasta que es capaz de alcanzar la garganta de Tom con sus labios en un beso reconfortante. –Estoy bien, Tomi- dice, sus labios aún sobre la piel del muchacho.
Tom se aleja y mira a Bill con una ceja elevada con incredulidad -¿Estás bien?
Bill sonríe dulcemente, su piel brillando con la luz del sol reflejando las gotas de sudor sobre su piel coloreada. –Lo estaré- Afirma, juntando sus brazos alrededor del cuello del chico de rastas resistiendo el gesto ante el ligero dolor que aparece.
Jala a Tom de su posición encima de él y lo atrae hacia él hasta que sus pechos se tocan y siente a Tom dejar todo su peso descansar sobre él. Ignora el dolor y la humedad que siente secarse contra su piel en la parte baja de su cuerpo, y acomoda sus labios contra los de su amante en un sonoro beso.
Cuando el beso termina, el sello roto entre sus labios, se encuentran así mismos descansando lado a lado en la cama. Se están mirando a la cara, la espalda de Tom contra la pared y la de Bill contra el resto de la habitación. Se sonríen uno al otro.
Bill sonríe cortésmente, sus ojos entrecerrándose –Te amo- declara con un tono gentil, recorriendo con su manos un lado de la quijada de Tom.
-Te amo.- Un beso es colocado en la punta de su nariz.
Bill rueda sobre su costado, de tal manera que ahora está viendo la habitación, su espalda hacia Tom. Un brazo fuerte lo abraza posesivamente sobre su torso y lo jala hacia un pecho firme.
-Por siempre- Tom agrega a su propia declaración mientras sus labios tocan la pequeña hendidura que se forma entre los hombros de Bill –y para siempre.
Bill se sonríe para sí mismo y se acurruca en el abrazo, permitiéndole a sus parpados cerrarse en la serenidad pacifica de los brazos de Tom.
**
Horas más tarde el sol ha caído en el cielo, el día comienza a terminar con cada minuto mientras el atardecer cae sobre esa parte del mundo de la residencia Trümper. La puerta principal se abre abajo y las voces son escuchadas en el primer piso, interrumpiendo el silencio en la casa con sus risas y jubilo.
-¿Wilhelm?- Una voz curiosa llama después de un tiempo mientras pisadas resuenan por la casa -¡Wilhelm, ya estamos en casa!
No hay respuesta otra que el silencio.
-Voy a buscarlo, Sra. Trümper- una joven y femenina voz habla.
Pisadas comienzan a ascender la escalera hacia el segundo piso de la casa, ligeramente opacadas por la alfombra.
-¡Bill!- La chica prácticamente canta mientras alcanza la segunda planta y camina por el pasillo, tratando de esconder la sonrisa cuando llega a la puerta de la habitación que está abierta una pulgada. -¿Bill?- Susurra dulcemente, tocando por respeto.
Silencio.
La muchacha sonríe y toca la puerta para que se abra con un delicado dedo –Bill, le dije a tu madre que vendría y-
Se detiene en corto, su quijada colgando de la impresión.
Sus ojos se abren desmesuradamente antes de soltar un grito apagado que viaja por toda la casa -¡oh por Dios!- jadea y se aleja de la habitación, dándole la espalda a la escena que causa que su estomago se retuerza y lágrimas escosan en sus ojos.
Traga con dificultad y busca por algo con lo cual sostenerse, finalmente poniendo su mano sobre la pared de afuera del cuarto, recargándose en ella en busca de apoyo.
-¿Florence?- La Sra. Trümper pregunta con voz preocupada mientras llega al pasillo –Florence ¿qué...?
No puede terminar la pregunta ya que la muchacha se gira y la mira con ojos enormes, horrorizada.
Florence sacude su cabeza y señala en dirección de la habitación de Bill, incapaz de hablar.
**
Los ojos de Bill se abren por el grito agudo y aterrorizado que llega a sus oídos y se despierta de su sueño.
Contrae el ceño en desconcierto cuando un dolor ataca su parte trasera, y encuentra un brazo todavía alrededor de su pecho posesivamente, y cada memoria de la tarde pronto regresan a él.
Segundos después, siente a Tom moverse detrás de él y el grito que lo despertó es olvidado.
Sonríe mientras Tom se acurruca más cerca a él y besa gentilmente su hombro, aún medio dormido.
Mientras Bill abre su boca para hablar, preparado para girarse y despertar a su amante de su sueño, es interrumpido por una voz espantada y disgustada que resulta demasiado familiar cuando suena en sus oídos.
-¡Wilhelm!
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Turn Back Time
Fanfiction¿Qué sucede cuando tu verdadero amor es de una época diferente? ¿Podrán a pesar de tiempo estar juntos? Autor: Izzap Traductor: Devi