27.- A Return Home and a Mother's Fall
(Regreso a Casa y la Caída de una Madre)
-¿Qué es aquí?- Bill pregunta de manera suave, inclinándose hacia Tom mientras el taxi gira dentro una calle residencial con una gran cantidad de casa suburbanas, cada una parecida a la siguiente en forma y tamaño. Ya es tarde. Los dos pasaron la mayor parte del día en el hotel, simplemente flojeando juntos. Bill aúnestaba cansado emocionalmente por los eventos del día anterior, y Tom estaba en la actitud de no presionarlo en tan delicado estado. Así que lo tomaron todo con tranquilidad.
De cualquier manera el futuro podría esperarlos.
Es extraño, Bill piensa varias veces a lo largo de la mañana. Tanto ha sucedió que siente como si no pudiera detenerse para poder adaptarse al tiempo actual, e incluso nada había cambiado. El ha cambiado épocas; salto de su propio tiempo; engañó a la historia. En teoría, ¿no debería de estar esto arruinando el mundo o, al menos, una parte del mundo de la vida de ahora? ¿No está la historia oficialmente cambiada ya?
Él siente como que debería de ser más diferente.
¿Este cambio no debería de haber causado algún tipo de impacto en el futuro, aunque sea una pequeña abolladura?
Pero de todo lo que puede ver, el mundo aún está girando de la misma manera en que siempre lo ha hecho. Nada se ha detenido o cambiando sólo por él, sin importar como se sienta respecto a su partida. Pudo haber desaparecido, esfumándose de la historia en un parpadeo, la vuelta a la hoja, pero aparentemente su desaparición no ha provocado impacto en alguien.
-Es porque estabas destinado a venir- Tom había tratado de explicarle en algún punto de la mañana, refiriéndose al diario y la carta e incluso su abuelo. –Todo este tiempo, Bill, incluso antes de que apareciera en tu mundo, estabas destinado a desaparecer así. Yo estaba destinado a encontrarme con ese pipa de agua como si fuera un accidente. Estábamos destinados a conocernos, y todo esto estaba destinado a pasar, Bill. Suena loco, lo sé, pero es como si estuviera escrito en piedra.
-Escrito en las estrellas- Bill respondió, sus ojos distantes en la tenue oscuridad de la habitación de hotel –Destino, mi madre lo menciono más de una vez. Siempre le gustó la idea- Sonrió y atrajo sus rodillas hacia su pecho, abrazándolas.
Los pensamientos de su familia aún lo hacían llorar aunque no quisiera, pero ahora las aparta y trata, de la mejor manera, de enfocarse en el aquí y el ahora en lugar de lamentarse por el pasado. Necesita permanecer en el presente en este momento. Después de todo, este es su hogar ahora.
Mirando por la ventana a las casas extrañas y tan similares, respira profundo y vuelve a mirar a Tom -¿Algo especial?- pregunta, aún esperando una respuesta.
Tom desvía su mirada al paisaje que se observa por la ventana, distante. Reacio. Evadiendo.
-Tom.
Se gira tímido, encontrando la mano de Bill uniéndose a la suya. Sus dedos se aprietan ligeramente alrededor de su sudorosa palma. Mirando a su regazo, suspira rendido.
-Mi padre.
Los ojos de Bill se agrandan – ¿Vamos a ver a tu padre?- pregunta exclamando, el tono de alarma en su voz – ¡Sr. Kaulitz, debió de habérmelo dicho antes! Soy un desastre, ¡y me esta llevando a conocer a su padre!
-Bill, te ves bien.
-¡Por supuesto que dices eso!- Se encuentra con los ojos de Tom –Tú me amas.
Los labios del chico de rastas se curvan en una pequeña pero genuina sonrisa, y toma la mano de Bill con la suya y la lleva a sus labios donde deja un beso suave sobre la delicada piel. –Así es. Confirma apretando la mano entre la suya mientras descansan de nuevo sobre el desnivel de piel que hay entre sus cuerpos. –Pero estoy siendo honesto. Luces bien, ni un solo cabello fuera de lugar, y tan hermoso como siempre.
El muchacho pelinegro esconde la mirada –Oh, detente- Sus mejillas se enrojecen con un suave rubor.
Tom le sonríe amorosamente –No importa. Él te amará de cualquier manera.
-¿En serio?- Bill lo mira esperanzado aunque la duda aún se queda en sus ojos. Recibe otra sonrisa tierna y otro apretón en su mano.
-¿Por qué no habría de hacerlo?
El silencio reina durante lo que resta del viaje, al que sólo le quedan unos minutos. Mientras el taxi se detiene contra la banqueta, Bill puede sentir sus nervios comenzando a descontrolarse, el miedo y la expectativa apoderándose. Inhala profundamente.
La puerta se abre, la cuenta es pagada, y momentos después Tom y él están parados al final de la vereda de una pequeña y pintoresca casa, la bolsa de viaje de Tom siguiéndolos.
-Vamos- Tom le ruega con un sonrisa suave y colocando su mano libre en la espalda baja de Bill, lo guía gentilmente hacia la casa. Ellos se detienen en los escalones principales por un buen tiempo antes de que Tom haga sonar el timbre.
Su mano tiembla notablemente.
El timbre se puede escuchar desde afuera. Un perro ladra, entusiasmando ante la perspectiva de visitas, golpeando la puerta principal constantemente. Los dos muchacho comparten una mirada, uno tratando de no parecer asustado, el otro tratando de demostrarle fuerza y apoyo, tragándose sus nervios y dudas. Los segundos pasan con una sensación eterna. El perro ladra histérico, casi llegando al tope de su calma. Al final, la voz de un hombre suena cercana, su tono bajo murmurando algunas palabras tranquilizadoras al perro mientras el seguro es retirado, y la puerta se abre. Un hombre de mediana edad, pulcramente rasurado aunque aún tiene un toque áspero, los saluda con ojos sorprendidos, su postura inclinada mientras trata de detener al perro por el collar de su cuello.
-Tom- Su tono tiene un tinte de sorpresa y alivio escondidos –Yo, eh, no estaba esperando tu visita ¿o sí?- Sus ojos se mueven hacia Bill por un ligero momento, la confusión ganando terreno cuando nota el brazo de su hijo alrededor de la cintura del muchacho. Su hijo nota la mirada, pero no se aleja. En lugar de eso, su agarre se aprieta más, su mano escabulléndose completamente hacia el lado más lejano de Bill. –Oh- su padre se corrige a si mismo –am, por favor, pasen.
Se mueve de espaldas hacia la casa, trayendo consigo al perro por el collar mientras éste continúa tratando y brincando para soltar el agarre. -¿No nos vas a presentar?- Pregunta de manera amigable a Tom, cerrando la puerta detrás de los muchachos y soltando al perro.
El perro se avienta contra Tom y le salta encima, sus patas llegándole a la mitad del torso demandando un abrazo de bienvenida. Riéndose cede y comienza a rascarle la cabeza después de dejar caer el bolso de lona sobre el piso. –Um sí- El hijo responde, aún mirando al perro que de repente decide que es tiempo de olfatear el nuevo. Bill tropieza avanzando hacia atrás con una sonrisa nerviosa, un poco asustado mientras el hiperactivo cachorro intenta brincar sobre de él. –Ven aquí, muchacho- Tom habla y jala al perro en segundos para alejarlo de Bill. Una sonrisa agradecida nace en los labios del pelinegro. El chico de rastas le sonríe también antes de regresar su mirada hacia su padre. –oh, este- Se corrige a si mismo, casi olvidando de las presentaciones otra vez. Sus nervios alterados, mucho más alterados de lo que usualmente están cerca de su padre. Aclara su garganta y se endereza soltando el collar del canino- Bill, él es mi padre, Jorg, papá, él es Bill, mi...- se detiene, mirando rápidamente a Bill para asegurarse mas vale decirlo. Respirando profundamente, sus hombros levantándose, termina con un tono confidente y con una sonrisa en el rostro -Papá, él es Bill, mi novio.
-¿Novio?- Jorg pregunta mientras sus ojos se abren de la sorpresa, aunque su sonrisa no decae, y Tom puede respirar tranquilo. –Bien.- El señor avanza unos paso y extiende su brazo derecho- Que bueno que por fin puedo conocerte, Bill. No es usual en Tom el hacer una visita especial sólo para presentarme al alguien nuevo- Se acerca un poco más y dice con voz baja. –Supongo que debes de ser alguien especial, ¿eh?- Regresa a su posición y el guiña un ojo.
Un ligero sonrojo se extiende por las mejillas del pelinegro mientras sujeta la mano del hombre en un saludo firme. –Es un placer, Sr. Kaulitz, realmente lo es.
-Sí, sí, un placer de hecho.- El padre dice con una sonrisa mientras retrocede un paso y observa a los dos muchachos por casi un minuto -Bien.- dice después de regresar a la realidad; no todos los días es bendecido con la oportunidad de ver a su hijo – es realmente estimulante que haya venido así de repente. Pero mientras la realidad golpea a Jorg, recuerda la razón de porque su hijo esta ahí y no en casa de su madre.
Su rostro decae.
Sus hombros caen.
-Bueno, siéntanse con en casa ¿de acuerdo? Tengo una lla- se detiene de decir la exacta razón –Regreso en un momento, ¿está bien?- Dice antes de desaparecer en la cocina donde lamentándose levanta el teléfono.
**
-¡Oh, gracias a Dios que estás bien!- Simone exclama el día siguiente, soltando su bolso en el piso de la puerta principal y tomando a su hijo en un abrazo que le roba el aire. Cierra sus ojos y descansa su cabeza contra Tom mientras inhala profundo y deja salir el aire en un suspiro largo que la tranquiliza –Oh, Tom- susurra mientras se mece. Su corazón se acelera y luego camina a ritmo lento, latiendo en sus oídos a causa de la ola de nervios y emociones. La preocupación que la envolvió el día anterior va desapareciendo, dejándola con la fuerza de una pelota desquebrajada golpeando contra la pared.
Y cuando la preocupación desaparece, la furia se abre camino.
Afloja su agarra alrededor de Tom y se muevo sólo lo suficientemente lejos para golpearlo en el hombro. -¿Qué estabas pensando? – Pregunta, su voz alcanzo la histeria. – Me tenías preocupada como no tienes idea, ¡huyendo así como así! ¿Sabes lo que pensé que te habría pasado? Oh por Dios...- termina, frotando su frente delicadamente con una mano, como si tratara de mitigar una migraña. Unos segundos después regresa toda su atención hacia su hijo. Sus ojos llenos de enojo. –Sabes, pensé que me llamarían después de encontrar tus restos, o peor aún, nunca me llamarían, y tu te volverías otra persona perdida del que nunca veríamos o escucharíamos nunca más justo como tu...
Sus ojos se posan sobre un muchacho familiar, un joven parado tímidamente a un lado, sus brazos cruzados delicadamente sobre su pecho.
-tatara-tatara-tió...- Termina con un bajo casi silencioso susurro.
Simone deja que su hijo se aleje de su agarre y sus brazos caen inertes a sus costados. Reconoce al muchacho, lo recuerda salir corriendo de la casa como un cervatillo asustado ese día, hace meses. Recuerda su rostro angelical, sus facciones suaves tan similares a la de esa vieja y gastada fotografía.
Siente escalofríos aparecer en la parte de atrás de su cuello mientras le mira.
Es como si alguien hubiera sacada a su tatara-tío de esa fotografía y lo pusiera en la sala de su ex esposo.
Su piel es tan pálida como en esa fotografía a blanco y negro que está en casa, puesta en las páginas del libro genealógico de su madre, su cabello igual de negro. Para solo haber visto al chico una vez, luce terriblemente fuera de lugar en esos jeans y playeras que viste en el momento. Reconoce la ropa, es la vieja de Tom, de cuando no estaba tan terco de usar ropa demasiado grande para su estructura delgada. Pero la razón por la cual ese muchacho esta usando la vieja ropa de su hijo es un misterio para Simone. Nada parece tener sentido. Desde la llamada de Jorg la noche anterior informándole que Tom estaba ahí con su novio hasta el muchacho que se asemeja mucho al hermano de su abuelo, parado ahí tímido, enfundado en la ropa de su hijo. Nada parece encajar, ninguno de los eventos se conectan en su mente confundida.
-Mamá- Tom interrumpe la confusión en su mente. Se gira y se encuentra con su mirada, la de ella llena de incomprensión. –Mamá, lo siento- Su hijo continúa, la disculpa clara en su tono más que en sus palabras. Agrega en tono suave –No estaba pensando. Yo sólo... no podíamos quedarnos ahí.
La frente de Simone se arruga con confusión -¿podíamos?- Sus ojos se desvían al muchacho de cabello negro entendiendo. –Oh.- Asiente una vez -¿Pero por qué no podían quedarse?
-Era demasiado peligroso- Tom suelta antes de que pueda evitar que las palabras traspasen sus labios. Se muerde la lengua muy tarde.
-¿Peligroso?- El desconcierto se apodera de las facciones de su madre.
El rostro del hijo se sonroja, sus mejillas se ponen blancas cuando se da cuenta de lo que dijo. No puede retractarse ahora, pero no puede explicar la situación a su madre justo ahora y en ese lugar sin que lo manden a un asilo para locos. El sabe lo disparatada que suena la situación dicha en voz alta. No es nada más que alguna tontería, un montón de locuras que seguramente harán que se gane más preguntas de las que puede manejar.
Perdido en sus pensamientos, brinca cuando una mano toca gentilmente su hombro. Se gira para encontrar a Bill a su lado, sus ojos cafés mirando alrededor nervioso antes de encontrar los de Tom. Mantiene su espalda contra Simone, mirando a Tom con la esperanza de encontrar alguna forma de consuelo.
-Tom- susurra, su tono tembloroso e inseguro. –Tom ¿cómo...?- No puede terminar la pregunta, aunque las palabras que no dijo están más que claras en la mente de Tom.
El chico de rastas respira profundo y coloca su mano suavemente en un lado del rostro de Bill, cerca de su mentón, tocándola sólo lo suficiente para que sus ojos se vean forzados a encontrarse. Una sonrisa débil adorna sus labios –Deja que yo me preocupe de eso- replica lentamente.
-¿Debería...?
-No, sólo... Yo le diré a ella- Susurra, casi olvidando lo cerca que están de su madre. La mira de reojo, un sonrojo esparcido por sus mejillas, y con delicadeza saca a Bill de la sala.
Simone mira observa el silencioso intercambio, sintiendo sorprendentemente excluida. Su cercanía y comportamiento tan íntimo provoca que el shock llegue directo a sus nervios.
Los escalofríos se expanden por sus brazos, y los cruza para esconder como se le pone la piel de gallina.
-¿Tom?- pregunta con un tono más demandante una vez que se quedan solos -¿Qué está sucediendo?
El hijo suelta un largo suspiro y se recarga contra un lado del sillón. Se pellizca el puente de la nariz, su cabeza ligeramente inclinada. –Más de lo que podrías imaginarte, mamá- replica calladamente manteniendo sus ojos cerrados.
-¿En serio?
-Sí.
-Bueno, pruébame, Tom. No puede ser tan complicado
-Oh, te sorprenderías- Le responde, abriendo sus ojos finalmente para notar que su madre está ahora parada a su lado, con una mirada llenada de preocupación y a la vez de cariño. Aparentemente la hizo pasar por más dolor del necesario. La culpabilidad le pega en el estomago, y susurra –lo siento.
Una sonrisa humilde se posa en los labios de Simone mientras pone un brazo alrededor de su hijo en un ligero abrazo –Está bien ahora.
-Sí, pero aún así.
-Aún así necesitas decirme qué exactamente está pasando aquí- dice ella.
Los hombros de Tom se elevan y caen pesadamente mientras toma un profundo respiro –Si te digo justo ahora, -se detiene por un momento y mira a su madre a los ojos –no creerías ni una sola palabra.
Simone ladea su cabeza con curiosidad -¿Y por qué sería eso?
Con un suspiro gentil, se talla la cabeza para distraerse –Porque es una locura, -dice bastante despreocupado. –Sé que suena loco, pero es real y... no me creerías, incluso si te lo digo todo justo ahora. Tú realmente no me creerías.
-Bien- Simone inclina su cabeza para atrapar la mirada de su hijo- Nunca lo sabrás hasta que lo intentes.
Ton Inhala, tomándose su tiempo para llenar cada recoveco de sus pulmones. Lo retiene por un momento, mirando a su madre directo a los ojos mientras lo hace. Quiere decirle. Sabe que ella quiere saber. No le gusta tenerla en la oscuridad como ahora. No es justo para ella, lo sabe, y la necesita de su lado. Necesita su apoyo y su ayuda, y sabe que no puede mantenerla lejos de esto por siempre.
Permite al aire escapar de sus pulmones en una larga y temblorosa exhalación, nunca rompiendo el contacto visual con su madre.
**
-Eleanor, vas a venir a la cama esta noche- La Sra. Trümper observa sin emociones a su esposo mientras pasa por la recepción de camino a su oficina, una carpeta del trabajo en su mano. No escucha respuesta cuando coloca los papeles sobre su escritorio. Eso es un poco extraño, piensa para si mismo, alzando su cabeza con una mirada curiosa en sus ojos. Incluso en ese estado, usualmente responde algo. Caminando hacia la puerta abierta de su oficina, le llama de manera enérgica -¿Eleanor?
La única respuesta que obtiene en el silencio son los pasos arrastrados en el segundo piso, pasos que sabe que pertenecen a James.
-¿Eleanor?- Intenta de nuevo, su voz más dura y fuerte.
El casi imperceptible canto de los grillos en el exterior se prueba más fuerte que el silencio que le sigue a su pregunta.
Una pequeña y distante voz en lo profundo de su cabeza le sugiere que quizás ella finalmente se quedó dormida en la maldita sillas cerca de la ventana frontal del recibidor, pero su lógica sabe mejor. Ella no se atrevería a quedarse dormida en una silla. Con una última gota de esperanza le llama en el oscuro corredor -¿Eleanor?
Una sensación de frío le recorre la espalada cuando aún no obtiene respuesta.
No desperdiciando un segundo más, el Sr. Trümper sale de su oficina hacia el recibidor, inconscientemente invocando el nombre de su esposa con interrogación mientras se mueve. Sus ojos se abren grandes y jura sentir que su corazón se paraliza de miedo mientras mira la silla cerca de la ventana que se ha convertido el nicho de la Sra. Trümper por los días subsecuentes a la desaparición de Bill.
Está sola.
Camina hacia ella, aún preguntando -¿Eleanor?- como si sólo estuviera jugando a las escondidas con él, como si de repente ella fuera a salir del otro lado de la silla. Pero mientras le da vueltas a la silla dos veces, se da cuenta que sus esperanzas son tontas. Checa debajo de la silla, sólo para estar seguro.
¡Ay! Pero no encuentra a Eleanor.
La llama otra vez, pausando entre sus gritos para escuchar su respuesta, pero nunca llega alguna. Revisa las otras habitaciones del primer piso, apurándose a la cocina para mirar debajo de la mesa y las sillas del comedor. Camina por las escaleras a la segunda planta, mira debajo de las camas, abre los armarios, y checa doble vez detrás de las puertas, aún gritando el nombre de su esposa. El Sr. Trümper lo único que logra es encontrar polvo y objetos caídos que fueron olvidados hace mucho tiempo.
-Padre ¿Qué pasa?
Se gira con el jalón en su camisa y encuentra a James parado detrás de él, sus pequeños ojos abiertos llenos de preocupación y curiosidad.
-¿Has visto a tu madre?- El padre pregunta, mirando sobre su hijo –Parece que no la encuentro por ningún lado.
James arruga sus delgadas cejas, parcialmente confundido y la otra parte preocupado por la oración. Mira hacia el rostro preocupado de su padre y sacude su cabeza, la culpa llenando el corazón, a pesar de su falta de culpabilidad en esta situación. –No,- replica –pensé que estaría abajo en su silla. ¿No es allí donde está?- Su voz se eleva con miedo mientras ve la respuesta saltar a la vista en los ojos del Sr. Trümper. -¿Papá? ¿No está allí? ¿Dónde—
-Tiene que estar en algún lado- dice el padre, la determinación apoderándose de su tono mientras pasa junto a su hijo y se apura a bajar las escaleras hacia el primer piso de la casa. Se detiene en la base de las escaleras, frente a la puerta principal, y mira a su alrededor, sin saber que camino tomar, que táctica usar. Traga con dificultad, escuchando a su hijo bajar la escalera detrás de él.
Con la respiración elaborada, se gira hacia la recepción y se acerca a la silla, pero esta vez no con la falsa esperanza de encontrar a su esposa sentada sobre el suave almohadón. En lugar de eso se sienta rígido en el filo de la silla, sus codos sobre sus rodillas, su mentón entre sus dedos en una pose de contemplación, y mira por la ventana hacia la tenue oscuridad del anochecer en su patio. Mira intensamente, no parpadeando por varios segundos. Pasea su mirada por el área, desde los árboles hasta el césped, todo el camino hacia la calle principal, preparado para notar cualquier tipo de movimiento.
Aunque nada se mueve.
El jardín frontal está tranquilo igual que un desierto sin aire.
Después de un par de minutos de observación. Sus ojos se enfocan en un objeto que luce ligeramente fuera de lugar cerca de la vereda, una masa yaciendo en el pasto.
Sus ojos se abren de la sorpresa mientras enfoca para mirar mejor.
-¡Eleanor!- Grita y se levanta de la silla.
El Sr. Trümper corre por la puerta principal, dejando que se golpee contra la pared y dejando abierta de par en par cuando deja la casa. Su corazón latiendo descontrolado y violentamente en sus oídos mientras baja con prisa los escalones del pórtico y corre por la verada de entrada. Se deja caer en la hierba mientras se acerca a lo que correctamente creyó que era su esposa.
-Eleanor, querida- susurra, el shock prevaleciendo en su tono mientras se arrodilla en el césped, ignorando la humedad que moja las rodillas de su pantalón.
Con la máxima precaución y gentileza, acomoda a su caída esposa en su regazo, colocando su cabeza lánguida en la curva de su brazo izquierdo doblado.
Una ola de nauseas le atraviesa mientras sopesa lo que ven sus ojos.
La Sra. Trümper esta inconsciente. Sus ojos cerrados en un sueño horrendo, una arruga de preocupación permanentemente gravada en su frente. Su frágil cuerpo esta inerte, aún así pesado, como el de un niño dormido. Su bata de dormir esta mojada por la hierba húmeda, y los bajos están manchados con la tierra. Aunque no como resultado de su escapada, su cabello esta recogido en un moño revuelto con mechones perdidos asomándose por cualquier lado.
Comparado con su usual estado, es una escena inquietante. La Sra. Trümper es una mujer fuerte, una mujer de alta moralidad, código social y carácter ejemplar. La Sra. Eleanor Trümper tiene un hueso duro. Sin embargo, esta mujer en los brazos del Sr. Trümper no luce como su esposa. Esta mujer desmejorada no es fuerte; su cuerpo es débil y frágil. Esta mujer no tiene nada de esa alta moralidad y carácter de su esposa, no tiene dignidad.
Pero mientras acomoda una mechones perdidos de su cabello grisáceo y limpia con suavidad un a mancha de lodo sobre su ceja izquierda, logra observar una distante similitud entre esta mujer y su esposa.
Ella tiene más cabellos grises y líneas de preocupación atravesando su rostro de las que recuerda, pero su rostro durmiente es ciertamente uno que no puede olvidar. La forma en que sus labios se entreabren justo a la mitad.... No puede confundir su rostro, a pesar de la gesto en su entrecejo como si algo no estuviera del todo bien.
-Ellie... El nombre sale de sus labios y la alza mientras se para, acunándola en sus brazos como una vez lo hizo cuando se casaron. Camina despacio hacia la casa, suavizando sus pasos por los escalones para no interrumpir su sueño. Girándose, entra a la recepción y con cuidado la deja sobre el sillón. Ella se mueve ligeramente, un ahogado y cansado gruñido escapando de sus labios.
El Sr. Trümper se arrodilla junto al sillón y toma una de las manos de su esposa en la suya. La aprieta gentilmente, observando cuidadosamente como los ojos de la mujer se mueven visiblemente detrás de sus parpados. Los músculos de cara también se mueven como lo harían si estuviera a punto de dejar su estado de sopor, pero se resiste.
El preocupado hombre echa un vistazo sobre su hombro hacia la ventana que su esposa ha mirado tan persistentemente en los días pasados. No ha dormido, y no se ha preocupado por comer nada más que un bollo o dos, por lo que sabe. Y cuando vuelve a mirar ha su esposa es más que notable.
Soltando un suspiro suave, lleva la delicada mano de la mujer a sus labios y le da un beso tierno en los delgados y fríos dedos.
Logra poner una sonrisa ladeada, inseguro de que palabras decir o de que hacer. Desea despertarla, saber toda la historia, y confortarla y decirle una y otra vez que nada de esto es su culpa. Bill se fue por su propia voluntad; Bill se fue por razones que ellos no pueden comprender del todo, pero ninguna de esas razones, esta seguro, son ella. Pudo haber sido dura, pero no más que él. Y pudo haber sido un poco demandante, pero sus palabras y acciones nunca hubieran obligado a su hijo a tomar medidas tan drásticas.
Aunque, no importa cuan seguido le asegure a su mujer que no es su culpa, que no hizo algo malo, nunca le cree.
Ella continúa mirando hacia el jardín con la falsa esperanza de que Bill pronto aparezca en el aire.
Su ausencia le ha pegado dura a ella y a su bienestar. Y viéndola dormir por primera vez desde que se fue, el Sr. Trümper decide que es mejor dejarla por una vez. Por mucho que desee despertarla, no lo hace. Simplemente se queda a su lado y espera a que su sueño termine para dirigirse a ella.
Se queda ahí toda la noche, nunca tomándose un momento para descansar sus ojos cansados.
Cuando James se despierta a la mañana siguiente, encuentra a su padre y a su madre en la misma posición. Su padre le sonríe gentilmente mientras lo escucha caminar al pasar por la recepción.
-¿Está bien?- James pregunta en casi un murmullo, deteniéndose en la entrada.
Su padre observa a su esposa todavía dormida antes de mirar a su hijo de nuevo. –Va a estar bien,- replica. –El hecho de que Bill ya no este ha tenido un... fuerte efecto en tu madre.
James asiente entendiendo y se aleja, su cabeza gacha por la culpa. Desea que su hermano regrese. Sabe donde está, pero no puede decirle a su madre. Las lágrimas le escosen los ojos, pero ignora la necesidad de llorar.
Incluso aunque sabe que es tonto y un pensamiento infantil, si hubiera sabido que este sería el resultado, él siente que podría haber detenido a Bill cuando se fue.
O al menos, lo hubiera intentado.
**
Tom se acobarda.
No podría hacerlo, no aún.
No podría soltar la historia entera a su madre como si sólo estuviera recapitulando un día aburrido de escuela. No es tan simple. Esto es complejo y aterrante, y no puede imaginar el dejar que alguien se entere del secreto tan fácilmente.
De hecho, como que prefiere mantenerlo todo en la oscuridad. Es reconfortante saber que Bill y él están en esto casi solos, con la ayuda de James y el abuelo de Tom, claro. Y de repente girar y abrirle las puertas a su madre en toda esta historia es fastidioso.
Y por eso, se acobardo.
Simplemente salió con una excusa tonta y se gano una semana más antes de que Simone le fuerce a decírselo todo. Ese fue su ultimátum.
-Entonces, tú no puedes decirme que está pasando, pero involucra a tu abuelo y a Bill y ¿este muchacho tiene que quedarse con nosotros?- Simone mira a su hijo con incredulidad mientras él asiente como simple respuesta. Toma un profundo respiro, cruzando sus brazos sobre su pecho mientras trata de entender la situación. -¿Sabes que no me gusta esto?
Otro asentimiento es la respuesta de Tom.
-Está bien- comienza y sacude su cabeza para intentar deshacerse de cualquier duda. Bien, Bill ira a casa con nosotros, y lo dejaré quedarse unos días, pero necesito saber que esta sucediendo, Tom. Necesito una explicación- Le mira tan intensamente por un momento. –Puedo sentir que lo que esta pasando es más grande de lo que puedo comprender.
Una sonrisa imperceptible se posa en los labios de Tom.
Simone le responde con una sonrisa gentil- Necesitas explicarme esto, todo, lo que sea que sea, en una semana, Tom.
Tom no argumento eso. En lugar de eso, le agradeció, literalmente besándola con gratitud por ser tan increíblemente indulgente. Tuvo que mentirle y explicarle que los padres de Bill están fuera de la ciudad por el momento. Se notaba que estaba mintiendo, pero Simone no lo cuestionó. Ella supo, por una especie de presentimiento, que los padres de Bill tendrían que aparecer en la imagen una vez que supiera toda la historia.
La historia, Tom piensa con un suspiro pesado mientras se sienta junto a Bill en el asiento trasero del carro de su madre ese día por la tarde. Es sorprendente como su madre le dio más tiempo para que pueda reunir el coraje de dejarla entrar en todo ese embrollo, pero aún no tiene ni idea de cómo escupirlo todo.
En medio de su lluvia de ideas, que está acabando con su cerebro para encontrar el método apropiado de comunicación, no puede evitar preguntarse como sería si se hubiera quedado en 1908 con Bill. Una parte de el siente que hubiera sido más fácil, mejor, pero su lógica erradica ese sentimiento rápidamente. Después de todo, no es como se suponía que pasará. Eso no es lo que los diarios tienen escrito, y no es parte de las historias que James les contó a sus nietos hace muchos años.
**
-Es bueno estar en casa, ¿no es así, Tom?- Simone pregunta mientras los tres traspasan la puerta, Bill muy juntito de Tom.
Tom simplemente murmura un -sí- por lo bajo, pero desea que estuvieran muy lejos de allí. Esta casa está muy cerca al parque, demasiado cerca al pasado. Extremadamente demasiado cerca para su gusto, pero no tiene muchas opciones.
Tan pronto Simone les deja para ir a platicar con su amiga, a quien pudo encontrar en el último momento para que cuidara a Ava mientras se iba a buscar a Tom, los dos muchachos suben las escaleras a prisa hacia la habitación de Tom, un lugar un poco familiar para Bill.
Bill entra tranquilamente a la habitación con una ligera sonrisa en el rostro, mirando a su alrededor de lo que es su nuevo hogar. Es diferente, por supuesto, y nada como lo que personalmente identifica como casa, pero no tiene mucho que decir en este asunto a este grado. Está ahí, y lo está para quedarse. No está haciendo un nuevo hogar, se está uniendo a uno.
-Perdón- Tom dice con tono arrepentido mientras cierra la puerta detrás de él después de seguir a Bill a su cuarto.
Bill se gira, un gesto de confusión en su frente- ¿Perdón por qué, Sr. Kaulitz?
El muchacho de rastas se ríe, acercándose al otro muchacho, y enreda sus brazos alrededor de la delgada y tentadora cintura de Bill. Acariciando con su mejilla la del otro, replica –Realmente pensé que nos quedaríamos más tiempo con mi padre de lo que lo hicimos- Deja que sus ojos se cierren, su nariz encontrando su camino hacia las profundidades del cabello de Bill, -¿Y qué hay con eso de Sr. Kaulitz de nuevo, hm?- pregunta con una pequeña risa, acercando al pelinegro un poco más. Presiona un cariñoso beso en un lado de su cuello. –Siento como si le estuvieras hablando a mi padre la mitad del tiempo- se ríe de nuevo –Es algo inquietante.
-¿Lo es?- Bill pregunta mientras se relaja para amoldarse a los brazos de Tom, dejando a su cuerpo tomar la consistencia de la gelatina contra el cuerpo de su amado –Lo siento, no lo volveré a decir de nuevo, Sr. Kaul—
Se ve interrumpido por un mordisco en el cuello.
Se corrige a si mismo rápidamente. –Tom, quiero decir Tom. Tomi...- deja que su voz saboree el nombre mientras se aleja lo suficiente para poder besar a Tom dulcemente. Ignora el calor que siente que se forma en sus mejillas.
A la mitad de sus besos, Bill se aleja, deteniendo a Tom con la palma abierta sobre su pecho.
-¿Qué?- Tom pregunta impaciente, la irritación clara en su tono.
El muchacho de cabello oscuro arruga el entrecejo concentrado, callando a Tom con dureza.- ¿Escuchaste eso?- pregunta en un murmullo un momento después.
-¿Qué?
-Esa risa.
Tom no puede evitar reírse suavemente, ganándose una mirada de reproche por parte de Bill.
-Bill. Es Ava. Su cuarto esta junto al mío- Apunta con su pulgar sobre su hombro para enfatizar sus palabras.
Bill sacude la cabeza. –Esa no fue la risa de una niña, Sr. Kaulitz.
-Bueno, tiene a una amiga aquí. No es un crimen, Sr. Trümper- dice y trata de atrapar a Bill en otra sesión de besos, pero no se lo permite.
-No- Sacude su cabeza, el ceño aún fruncido mientras escucha las ahogadas voces en la otra habitación- Conozco esa risa, Tom. Ese es... Por qué está...-Sus ojos se abren con sorpresa cuando la respuesta le llega.
Sin siquiera mirar a Tom, lo empuja ligeramente y sale corriendo de la habitación; Tom siguiéndolo momentos después. Encuentra a Bill parado en la puerta abierta de la habitación de Ava, paralizado y boquiabierto.
Preocupado y curioso, se mueve para poder ver lo que esta causando esas reacciones sólo para ser golpeado con la misma sorpresa.
Sentado en el piso de la habitación de su hermana, arrodillado cerca de la pequeña televisión rosa está un jovencito, enfundado en una bonita camisa y unos pantalones que son claramente de una época diferente al siglo XXI.
-¡James!- Bill dice ahogadamente, entrando a la habitación de Ava sin siquiera tocar.
El niño se gira en redondo ante el sonido de su nombre. –Bill- dice extasiado, una sonrisa jubilosa adornando sus labios, -¿Ya habías visto una de estas cajas?- Señala excitado hacia la televisión. Con grandes y brillantes ojos, baja el tono de su voz, como si estuviera compartiendo un secreto. – ¡Tienen personas ahí, Bill! ¡Personas reales! ¡Mira!
Bill sacude su cabeza, observa el televisor antes de volver su atención al su hermano menor. Se arrodilla junta al niño y coloca una mano en su hombro para mostrar su deseo de hablar con él. -James- comienza una vez que puede verle a los ojos, -¿qué estás haciendo aquí?
Las facciones infantiles se ponen serias ante la pregunta, y recuerda porque realmente está ahí en primer lugar. –Vine a verte, Bill- dice con franqueza.
El pelilargo observa la habitación, rosa, con volantes y tan obviamente el cuarto de una niña. -¿Y cómo le hiciste para entrar a la casa de Tom?
-Su hermana respondió a la puerta, y le dije quien era yo,- dice como si fuera sabido por todos. –Y ella le dijo a la niñera, creo así le llamo, que yo era un amigo de ella.
-¿Pero como sabías que iba a estar aquí? Nunca te dije a donde iba.
-¿A dónde más irías?- sus ojos se mueven hacia Tom, quien está parado en la entrada. –Sé que no huirías tú solo, y no tiene otros amigos—
-Oh, shh- Bill le detiene. Una mirada molesta se forma en sus ojos mientras su quijada se endurece ligeramente. – ¿Así que viniste hasta acá nada más para saludar?
James le mira de regreso, su labio inferior formando un puchero.-No,- responde con tono amargo. –Vine porque necesitas ir a casa.
El hermano mayor se queda boquiabierto y con la mirada en blanco en respuesta, incapaz de responder verbalmente. Palabras de que esta de acuerdo y en desacuerdo llenan su mente, cada una deseando ser hablada, y cada una peleando su lugar al inicio de la línea. –J-James- se topa con el nombre en sus pensamientos, -Yo...
-No puede y ni va a ir a casa- To9m le ayuda, metiéndose en la conversación y ganándose una mirada confusa del menor. Suspira con exasperación y entra completamente en el cuarto de su hermana, que ni siquiera está ahí. –Mira James,- dice mientras se acerca a los hermanos y se une a la conversación, sentándose en el suelo con las piernas cruzadas. Dobla las manos en su regazo y encuentra la mirada del niño, su voz más suaves, y su tono más amistoso. –No estoy tratando de ser malo, pero... dijiste que encontraste ese diario ¿cierto?
James asiente, mordiendo su labio inferior.
-¿Sabes de que habla el diario?
El pequeño toma un respiro profundo antes de responder en un susurro, -El futuro.
-Exacto, el cual es técnicamente ahora ¿si?- pregunta, recibiendo un asentimiento tentativo por parte de James. –El diario recolecta todo lo que ha estado pasando ahora, y si te llevas a Bill de regreso a 1908... digamos que la Madre Tierra no va a estar muy feliz por eso.
-Pero nuestra madre lo estará- James refuta con un tono casi inaudible, agachando la mirada.
Un escalofrío recorre a Bill por la espalda ante la declaración tan suavemente hablada. -¿Qué?- pregunta indeciso, - ¿Qué le sucede a Madre?
Con la sensación de incertidumbre adueñándose de sus facciones, el pequeño se encuentra con los ojos de su hermano una vez más. –Padre y Madre no están tomando tu ausencia muy bien,- su voz se vuelve un poco temblorosa. –Ella apenas ha dormido o comida desde que te fuiste. Sólo se sienta en el recibidor con una silla frente a la ventana. Aleja la mirada y solloza un poco, tratando de esconderlo mientras gira su cabeza lejos de Bill. –Todo lo que hace es mirar el jardín, como si tú simplemente fueras a llegar corriendo de entre los árboles.
-¿Qué es lo que está haciendo Padre?- Bill pregunta, abrazando sus brazos mientras trata de mantener un apariencia de seguridad. Erige una pared invisible con la esperanza de que las palabras de James no le lleguen. Él no puede dejar que le atrapen, después de todo. Tiene que ignorarlas. Necesita permanecer emocionalmente intocable.
Porque de otra manera sabe que no necesitará más que una plegaria para que regrese corriendo al pasado con James.
James solloza otra vez mirando hacia su hermano. –Bueno, ahora está ayudando a madre. Ayer por la tarde la encontró tirada junta a la vereda, afuera. No sé por qué o cómo llegó ahí... pero lo vi cargándola... y lucia muy preocupado.
-¿Lo están tomando tan mal?- Bill pregunta, mirando a Tom y respondiendo una mirada impasible como respuesta.
El hermano menor asiente. –Y madre piensa que es su culpa que te hayas ido. Papá le dice que no, y yo he tratado de decirle también, pero no va ha escucharnos. Ella sólo sigue mirando hacia afuera, esperando. No se que hacer, Bill. Ella te necesita de vuelta en casa. Incluso Padre te necesita de regreso.
Bill mira hacia Tom pidiendo ayuda, para el próximo paso. No tiene idea de a dónde ir en este momento. Su hermanito pidiéndole que vuelva a casa, de vuelta al pasado, pero el sabe muy bien que no puede. Si regresa a 1908...
Tiembla ante el pensamiento, sacudiendo la cabeza para si mismo.
No desea pensar en eso.
-James- Tom brinca a la conversación, notando como los ojos de Bill miran al infinito mientras se encierra en el mundo de sus pensamientos.
El pequeño niño pone su atención en el adolescente de rastas vestido en tan horrendas prendas; sólo desea que Bill no vaya a vestir esas rosas también. Eso sería espantoso.
-James ¿le has dicho a tu madre que Bill está bien?
James sacude su cabeza. –No- dice mientras la confusión frunce su ceño. –No me creería de todos modos.
-Hmm- Tom dice por lo bajo y acerca su pierna derecha a su pecho, abrazándola ligeramente. Mordisque un lado de su boca pensando. –Bien.- Mira hacia Bill sólo para encontrarlo perdido en sus pensamientos. –Ya pensaremos en algo para que todo regrese a la normalidad, ¿de acuerdo?
**
-No puedo creer que estoy haciendo esto- George murmura soltando un suspiro dos días después. Cierra sus manos en puños tratando de deshacerse de algo de esos nervios nauseabundos, pero la fina capa de sudor solo provoca que sus dedos se deslicen por sus palmas con desastre bien logrado. Mierda. Su ansiedad aumenta. –Recuérdenme de nuevo ¿por qué estoy aquí?
-Estás aquí- Tom comienza, una sonrisa adornando sus labios –porque eres un tonto que ama la idea de viajar en el tiempo.
El adolescente corpulento revira los ojos. –En películas, quizás ¿pero en la vida real? Tom, ya te dije antes. Es ridículo y completamente imposible.
-¡Ey!, entonces ¿qué soy yo, Sr. Listing?- Bill habla, ofendido y herido. -¿Me esta llamando falso, señor? ¿Un impostor? Por favor, explíqueme.
-Bien, tú...- Georg deja que sus ojos observen detenidamente a Bill en la luz de la media tarde. Una mirada de intensa reflexión domina su rostro desde el comienzo. Bill luce tan fuera de lugar, eso lo puede decir a simple vista, ¿pero al grado de que sea falso? Eso no lo puede decir, no ha si de fácil, al menos. Después de un momento, libera un suspiro resignado encogiendo los hombros. –No sé lo que eres.
-¿Y James?- La voz angelical presiona, sus cabellos negros cayendo sobre sus hombros mientras cruza sus brazos sobre su pecho de manera desafiante. –No pues negar su existencia—
-No estoy negando su existencia o la tuya- el joven se defiende, recargándose sobre la mesa de picnic podrida. –Sólo no estoy seguro de que eres de donde dices ser. Quiero decir, vamos, ¿realmente esperan que crea que puedes agitar la agarradera de la pipa de agua y mágicamente serás transportado al pasado? ¿Saben cuan idiota y fantasioso suena eso? ¿O cuán imposible es?
-Pero nos ha visto, Sr. Listing- Bill dice despacio, caminando de manera lenta hacia la mesa de madera, su cara inclinada y sus ojos observando el pasto seco debajo de sus pies. Una ligera brisa se levanta y mueve sus cabellos, liberando a los tres de la humedad por un muy corto momento. Deteniendo su andar, Bill eleva su mirada de la triste hojarasca verde y café que esta en el suelo del parque y deja sus ojos posarse sobe Georg con una intensa mirada. –Ya ha estado aquí, Sr. Listing- insiste, su voz agria en comparación con su apariencia agradable. –Me vio a mi hermano y a mi y se quedó hasta que ya no estábamos más a la vista. Nos vio desaparecer. ¿Cómo explica eso en su mente tan lógica?
Georg gira su cabeza hacia un lado enteramente, casi de manera irritada. Había estando tan interesado, pero no desea admitir eso. –Lo dudo- Dice encogiendo los hombros – ¿Quizás vienes de una larga familia de ilusionistas profesionales?
-Georg- Tom se ríe mientras se pellizca el puente de la nariz y sacude la cabeza con exasperación –Eres un idiota.
-Claro, por supuesto, eso tiene mucho sentido, Tom.- El muchacho levanta los brazos con frustración. –Soy el idiota porque no creo que los humanos realmente puedan viajar en el tiempo. Eso es lógica real.
Un pesado silencio cae sobre los tres muchachos mientras la humedad vuelve a sentirse, el sudor transpirando por la piel. El tono ácido de Georg se queda en el aire, sus palabras sorprendiendo a Bill y a Tom como una cachetada en el rostro. El muchacho de cabellos negros vuelve a su andar una vez más, sus brazos aun firmemente cruzados sobre su pecho. Una mirada de determinación un tanto temerosa adorna sus facciones.
Detiene su andar y encara a Tom, un sudor frio recorriendo su cuello a pesar del fuerte sol de esa tarde de agosto. –Está bien. Poniendo toda la lógica de lado, Sr. Listing, ¿podría hacer esto, por mí?- pregunta, sin ganas de seguir andándose por las ramas más tiempo. –Si odia la experiencia, o sus moléculas se reacomodan en otros lugares, como tanto teme, le garantizo que Tom y yo nunca no lo forzaremos a ir para allá otra vez. Le juro sobre mi tumba, Sr. Listing.
Los ojos de Tom se mueven hacia Bill ante la expresión, los cabellos de su cuello levantándose con inquietud.
Pensar en la tumba de Bill siempre le da ese sentimiento de debilidad, de poder inferior.
Georg inhala profundamente y encuentra la mirada de Bill a través de los varios metros que los separan. Copia la postura de Bill, sus brazos cruzados firmemente contra su pecho. Se relaja y deja que caigan a sus labios mientras deja escapar un ligero suspiro. –Bien- dice, una sonrisa juguetona jalando sus labios mientras le da una mirada rápida a sus ropas –Ya estoy vestido para la ocasión ¿o no?
Una sonrisa de gratitud brota en el rostro de Bill. Llenando cada recoveco de preocupación con tranquilidad. -¿En serio?
El otro muchacho se encoge de hombros mientras su sonrisa se hace más grande. –Sí, sí, claro. Iré.
-Oh, gracias, gracias, gracias, Sr. Listing, yo—
-Bill, es Georg, ¿de acuerdo? No Sr. Listing.
Bill sonríe ante la mueca de Georg y lo atrapa en un abrazo agradecido, compartiendo una mirada de euforia con Tom por sobre el hombro del muchacho castaño. –Bueno, gracias, Georg. No creo que entienda cuan... cuan- libera a Georg y se retira n par de pasos –importante y... monumental es esto.
-Prefiero no saber que tanto estoy cambiando la historia- Georg dice y se levanta de la mesa de picnic y se limpia la parte trasera de sus pantalones, jalándolos en el proceso.
Las ropas que Tom y Bill lograron encontrar para él no son exactamente las más cómodas, o libres de esa picazón, de principios de 1900. Los pantalones café son gruesos y pican mucho, aunque la ligera camisa de botones, tiene que admitirlo, es realmente más ligera que sus playeras usuales. Los dos primeros botones están desabrochados, y las mangas están enrolladas hasta sus codos. Se siente listo como para ir a pedir dulces, o vestido para alguna vieja obra de teatro.
-Está bien- dice, pasando sus manos sobre su lacio cabello café mientras camina hacia la pipa de agua. Se gira de espaldas hacia la pipa y encara a Bill y a Tom viendo las sonrisas en sus rostros. –Entonces ¿Cómo luzco? ¿Cómo un nativo?
Bill y Tom se ríen ante la pregunta, pero Bill asiente con una sonrisa ansiosa colgada en sus labios- Sorprendentemente lo hace, Sr. List- digo, Georg.
-Genial- Georg sonríe orgulloso, camina alrededor de la pipa y con precaución coloca una mano sobre ella. –Entonces creo que debería...
-Sí, mientras todavía sea de tarde.
-¿Hay algo más que necesite?
-Bueno, asegúrese de decirles a mis padres que es de Bliesdorf. Tienen amigos por allá, a quien adoran absolutamente. Bill dice, su sonrisa reduciéndose a casi una línea invisible. –Ellos aman a todos los que conocen que son de allá.
El adolescente vestido en atuendo de 1900 asiente, tratando lo mejor posible de retener la información. –Ok, Bliesdorf, y decir que yo—
-Nos encontraste de camino al pueblo- Tom termina, reiterando la historia completa que planearon hace rato por la mañana.
-Correcto- Georg asiente de nuevo.
-Y actúalo, Georg- Tom lo anima- hazlo creíble.
Asiente otra vez. –Lo haré. ¿Algo más?
-Recuerde decirles que estoy bien, que me va bien- Bill agrega, sus ojos distantes mientras dice esas palabras. –Y dígales que... digo que los quiero, ¿está bien?
Georg mira hacia la pipa, sus dedos picando alrededor de la manija y asiente de nuevo. –Lo haré- Promete con una sonrisa medio confidente. Respira profundo después de que Tom le da la señal para irse. Sus dedos agarran la manija tibia de la pila, y cierra sus ojos mientras su estomago se retuerce ante la idea de lo que esta por hacer. Es descabellado, pero empuja esa vocecilla de la razón hacia la parte más recóndita de su mente e ignora sus nervios por una vez en su vida. Soltando el aire de sus pulmones, termina con su indecisión y agita la manilla, es levantado y llevado lejos por una brisa burlona.
Las hojas se mueven cuando la brisa termina de morir, y Bill y Tom miran sin emociones al punto donde Georg estuvo parado sólo momentos antes.
-Él fue- Tom dice con tono plano.
Bill asiente ligeramente y mira hacia otro lado, girándose para poner sus brazos alrededor del cuerpo de Tom en busca de un abrazo que lo tranquilice. –Sí- Dice calladamente, -sólo deseo que funcione. Deseo que mis padres le crean- Coloca su cabeza en le hombro del joven de rastas, extrañando los días cuando era capaz de colocar su rostro contra el pecho de Tom.
Pero el tiempo pasa. Ha crecido y ha cambiando desde la primera vez que se vieron, pero ahora desea que aún estuvieran en aquellos días, esos de nerviosismo e incertidumbre, cuando ninguno de los dos sabia que decir o hacer por medio de alejar al otro. En aquel entonces, sus preocupaciones eran dóciles e infantiles. Los únicos pensamientos que plagaban sus mentes eran de amor y felicidad.
Ahora tienen muchos asuntos más grandes de los cuales preocuparse. ¿Creerán los padres de Bill la historia de Georg? ¿Aceptará su madre sus palabras a través de la boca de alguien más? ¿O su familia se separará en el pasado? ¿Será capaz de adaptarse al futuro, incluso con Tom a su lado?
Cada pensamiento hace que su mente se estrese y se llene de intranquilidad, y no quiere más que arrastrase hacia su cama con los brazos de Tom a su alrededor y ese seguridad interminable.
Es un pensamiento infantil, lo sabe. No puede simplemente ignorar las preguntas y la preocupación. Sólo puede intentar encontrar las respuestas y deseas que todo termine bien.
Y como si leyera su mente, Tom le asegura con un susurro gentil y delicado en su oído –Todo va a estar bien.
Bill respira entrecortado y aprieta sus brazos alrededor de Tom, sintiendo como los brazos del rubio reaccionan de la misma manera alrededor de su cintura. –Espero que estés en lo correcto, Tom, Realmente lo espero.
-Estará bien, de alguna manera lo va a estar- El muchacho de rastas se gira y planta un beso de esos ligeros sobre la suave mejilla de Bill como una promesa silenciosa.
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Turn Back Time
Fanfiction¿Qué sucede cuando tu verdadero amor es de una época diferente? ¿Podrán a pesar de tiempo estar juntos? Autor: Izzap Traductor: Devi