30.- Do You Remember It, Mr. Kaulitz?

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30.- Do You Remember It, Mr. Kaulitz?

(¿Lo Recuerda, Sr. Kaulitz?)

*-*


— ¡Bill, tienes visita! — La voz de Ava se escucha desde el piso inferior y detiene las manos de Tom sobre las seis cuerdas de su vieja guitarra acústica. Eleva sus ojos para encontrarse con la mirada curiosa de Bill.

¿Una visita?

Seguro, Bill ha hecho algunos amigos en los últimos seis o siete meses que ha estado ahí, pero también son los amigos de Tom. Usualmente quien quiera que vaya, pregunta por Bill y por Tom, no sólo por alguno de los dos. — Es como si de repente hubiera conocido a unos gemelos o algo así— Georg solía bromear. Parece ser que no puede completar una oración de uno sin al menos mencionar al otro de alguna u otra manera.

Cuando llegaron al final de las escaleras, la mandíbula de Bill se abre un poco y sus ojos se agrandan, lo que parece ser una reacción común cuando posa sus ojos sobre ese visitante.

Pero sucede que ese visitante es especial.

No ha mantenido contacto con él desde Agosto del año pasado, mayoritariamente porque sabía que sería muy difícil ver a esa persona de manera normal. Cortando lazos era lo mejor, pero esos son rápidamente renovados cuando los ojos del pelinegro caen sobre el joven que esta parado en la puerta principal, sus manos pegadas a su abdomen. Él viste ropa limpia y respetable y su cabello esta acomodado hacia atrás.

Es la obra de madre, Bill lo sabe inmediatamente.

—James— Saluda con un poco de sorpresa en su tono — ¿Qué estás haciendo aquí?

El jovencito se aferra a su fachada seria y dura, ni siquiera ofreciendo algo similar a una sonrisa. —Hay algo de lo que necesito hablar contigo— dice llanamente. Definitivamente hay un cambio muy aparente en su carácter desde la última vez que lo vio. Una sensación diferente, una más viaje y más fría. Un cambio que Bill no esta muy seguro si aprueba.

—Oh, está bien— El hermano mayor asiente con la cabeza y camina unos pasos hacia atrás. —Pero—se detiene y sonríe lentamente, — ¿Puedo al menos tener un abrazo? Ha sido casi un año...

Por un momento el muchacho no se mueve. Se queda en su lugar, y esta claro que esta librando una batalla en su propia mente. Pero mientras Bill abre sus brazos, James es incapaz de resistir esa urgencia natural, y se aleja de su lugar en la puerta y se avienta contra los brazos de su hermano, dejando su fachada dura en la puerta. Posa sus brazos alrededor del muchacho más grande y se aferra a él, mientras Bill se arrodilla para estar a su altura. Usualmente esa acción le molestaría pero no le importa en ese momento. Es simplemente gratificante el finalmente poder tener a su hermano mayor una vez más.

Un sollozo juvenil atraviesa su pequeño cuerpo y se queda en la extraña playera cubriendo el hombro de Bill donde James tiene enterrada su cabeza, avergonzado y a la vez completamente aliviado.

Bill coloca sus brazos sobre su hermano y lo sostiene cerca, callándolo suavemente con palabras reconfortantes. —Shh, James. Está bien. Estoy aquí ahora. Todo está bien.

— ¿Está todo bien aquí? Me pareció escuchar a alguien llorar... — Simone se muerde la lengua mientras sale de la cocina, secando sus manos en una toalla. Sus ojos, al igual que los de Tom, se mueven rápidamente hacia la escena que ocurre en su puerta. Los ojos de Tom se agrandan cuando nota la entrada de Simone, e inmediatamente corre hacia su madre y la jala del brazo de regreso a la cocina.

— ¿Quién era ese?— Sisea, sus cejas elevadas a la expectativa de una respuesta honesta.

Tom mira otra vez hacia la habitación principal y arrastra a Simone más adentro de la cocina, casi a la puerta trasera. —James se apareció para hablar con Bill de algo — susurra y aleja la mirada.

Al principio su madre parece no reconocerle pero después de un momento su mandíbula se entreabre cuando realiza quien es. — ¿James?—pregunta, manteniendo la voz baja — ¿cómo el hermano de Bill, mi abuelo James?

Con el asentimiento de su hijo una sonrisa jala de sus labios y se gira para regresar a la sala donde su joven abuelo esta parado, pero Tom la detiene. —Mamá, no puede entrar ahí— le advierte, la frente tensa.

— ¿Por qué?

— Mamá, tiene nueve años, no entenderá todo esto— le explica y finalmente suelta el brazo de su madre. —Especialmente si tú entras y lo saludas con un "¡Abuelo!" Quiero decir, no sabe siquiera de la relación familiar, Mamá. Inclusive no estoy seguro si entiende lo del viaje en el tiempo un poco, o si cree en eso— Tom se encoje de hombros y cruza sus brazos mientras mira de reojo a los hermanos abrazándose en la otra habitación. Mira como Bill se aleja un poco y aprieta los brazos de James. Puede ver el rostro del jovencito y las manchas de las lágrimas aún brillan sobre sus mejillas. Han pasado seis meses desde que esos dos se vieron, y esta más que claro que algo sucedió para que se diera este encuentro. James no vendría al futuro sólo de visita. Y tampoco es un llorón. No se hubiera parado en su entrada en el 2009 para comenzar a llorar.

Tom se da cuenta que está aquí por una razón.

**

— ¿Cómo deletreas Eleanor otra vez? Y dilo lentamente esta vez— Georg pide mientras mira el pedazo de papel en blanco que esta en el escritorio frente a él. Bueno esta casi vació. Todo lo que ha escrito hasta ahorita es Querida Ele—

Bill suspira profundamente, detiene su caminata y se sienta en el filo de la cama. —E-l-e-a-n-o-r— deletrea el nombre de su madre al muchacho que esta sentado en el escritorio de Tom, espaciando las letras y esperando a que el sonido de la pluma moviéndose sobre el papel se detenga antes de continuar con la siguiente. — ¿Ya lo escribiste bien está vez?— Pregunta mientras mira disculpándose con las otras cuatro piezas de papel arrugadas que yacen esparcidas por el suelo.

Son los últimos cuatro intentos de escribir esa carta, tan pobres que ni siquiera fueron lo suficiente para ir al basurero.

Georg despega la pluma del papel sonriendo ante el legible y casi sofisticado resultado —Listo— dice, levantando la hoja del escritorio.

Bill eleva la ceja incrédulo. —Léelo.

El joven mira sobre su hombro y sonríe ante la duda que se puede leer en el rostro de su amigo. Mirando de nuevo a la solitaria página, repite con tono jocoso —E-l-e-a-n-o-r— sonríe mientras encuentra los ojos de Bill.

—Correcto—El otro dice mientras deja escapar otro suspiro, pero esta vez de alivio. —Gracias a Dios que sabes deletrear. Finalmente.

—Entonces querida Eleanor— Georg no toma en cuenta el comentario — Lo siento, su hijo está muerto. Bueno, no realmente, pero necesito que lo piense así. Actualmente él está vivo y bien y viviendo en el futuro. Mis mejores deseos, su extraño viajero sospechoso, Georg. — El muchacho pausa y gira la silla del escritorio hasta que esta frente a Bill. — ¿Eso funciona, verdad?— Le sonríe.

Bill cruza los brazos —Dígame que está bromeando, por favor, Sr. Listing— El apellido formal se escapa de su lengua antes de que se de cuenta. Los viejos hábitos, Bill ha aprendido en el corto tiempo que tiene como un joven adulto en el siglo XXI, nunca mueren. Él aún llama a sus amigos con Sr. o Srta. A llamarlos por su primer nombre aún tiene que acostumbrarse. Simplemente no se siente correcto.

—Estoy bromeando—Georg responde para alivio de Bill. —Está bien, Oh magnánimo gran escritor— comienza mientras gira de nuevo la silla y coloca el papel sobre le escritorio- Guíeme. ¿Cómo debería de comenzar esta carta? Es tu madre quien la va a leer, así que dime que poner.

El muchacho de cabellos negros como la noche separa sus brazos y los deja caer a sus costados, los dedos enredándose en el sobrante de las cobijas en el filo de la cama. Agacha su cabeza, posa sus ojos en el suelo, desenfocados. Ha pensado en eso largo y tendido desde que James vino de visita hace una semana. De hecho, esta ha sido la única cosa en su cabeza desde esa vez.

Afortunadamente las acciones que están por venir ya estaban planeadas antes de que James llegará. Lo único de lo que tenía que preocuparse era de cómo llegarían a esas acciones y decirle a su madre y darle las noticias. Si él pudiera, escribiría la carta personalmente dado que ha sido una tradición muy larga en su familia, literalmente, pero eso sería demasiado seguro y tangente, y no iría de acuerdo con la cuestionable fecha de muerte escrita en todos los registros.

Y es aquí donde Georg, el sospechoso viajero quien se topo con Bill y Tom en 1900, entra en el juego, junto con una carta explicando el incidente.

El Incidente.

Bill cierra sus ojos y muerde el interior de su labio inferior. Es un incidente falso, pero se supone que es real. Será real. Será demasiado real para el corazón roto de una madre en 1909.

Inhala entrecortadamente y avienta el pensamiento de las reacciones de su madre al fondo de su mente. Ahorita no puede lidiar con eso, no aún. Ni tampoco lo desea cuando Georg regrese después de entregar la carta al día siguiente.

Abre sus ojos a la dorada habitación, el sol esta cayendo y proyecta una luz escalofriante sobre los objetos y los adornos. A esta hora mañana él estará en camino, Bill se da cuenta. Es lo que ellos han planeado de todos modos. Los cuatro, James y Tom incluidos. Tiene un corto periodo de tiempo para crear la carta falsa que indudablemente dejará a una madre en 1909 con el corazón destrozado, con sólo un hijo quedándole para mantener en nombre de la familia. Es horrible, lo sabe. Pero ella necesita cerrarlo.

Eso estaba claro en las suplicas de James para que Bill hiciera algo, lo que fuera. — Mientras ella siga sabiendo que estás por ahí vivo, no parará de esperar tu regreso— James le había informado una vez que se hubo calmado.

Con un suspiro, el pelinegro mantiene la vista baja después de un parpadeo largo antes de forzarlos a abrirse a la realidad un momento después. —Está bien— dice mientras se para de la cama y vuelve a pasearse por la habitación. Cruza sus brazos, una mirada determinada en sus facciones. —Comienza con esto, Georg— Lo mira por sobre su hombro esperando hasta que ve al muchacho con su pluma posicionada sobre el papel anormalmente grueso, retirado del paquete de cuidados que la Sra. Trümper mando con Georg hace tantos meses. Tomando un profundo pero enfocado respiro, Bill se hunde en la carta con una introducción arrepentida. —Querida Eleanor. Es con mis más profundas condolencias que le escribo a usted esta corta carta en este solemne día...

**

— ¿Tienes la carta?— Tom pregunta por la sexta vez en los últimos cinco minutos.

Georg revira los ojos y palmea el bolsillo frontal izquierdo de su chaqueta. —Esta aquí— les asegura a los dos muchachos ansiosos que están parados frente a él— Aún esta aquí donde la deje, créanme que aún le falta que le crezcan alas y vuele.

Una sonrisa se posa en los labios de Tom, pero Bill no esta ni asombrado. Nada de esto es un asunto de risa. No hay nada que debería de ser divertido o ligeramente humorístico en ese día y de lo que están a punto de hacer. Desapretando su mandíbula, pregunta con una voz tan suave que es casi un susurro. — ¿Por favor, podríamos parar de intentar hacer de este día una completa broma?— Mira a sus amigos a los ojos y luego aleja su mirada. —Sé que están tratando de hacer esto más fácil para mí, pero no está funcionando. Y yo... preferiría que paran de estar bromeando y sonriendo y, y-

La mano de Tom en su espalda baja detiene sus palabras y gira su cabeza ligeramente, encontrándose con los ojos del muchacho de rastas.

—Shh, Bill— dice con tono silencioso y acerca más su rostro al de Bill —Respira.

Bill obedece el comando y cierra los ojos, tratando lo mejor que puede de calmar sus nervios. Sabe que no está realmente enojado con ellos, como Tom y Georg lo saben. Es el significado de este día el que lo esta poniendo así, que esta afectando sus emociones. Y esta agradecido de no tener que explicar continuamente eso después de cada explosión. Tomando un respiro profundo, exhala el aire lentamente y abre sus ojos observando el viejo y deteriorado parque. El pasto esta crujiente y café en la luz del atardecer, las plantas no parece que tenga una oportunidad de renacer en la próxima primavera, y los arboles desnudos podrían hacer uso de una podada de vez en cuando.

La vista es idéntica a la que recuerda la primera vez que siguió a Tom a casa, en el 2008, un año antes. Pero mientras mueve sus ojos un poco a la izquierda y encuentra la pipa negra de agua inservible, no puede evitar el fruncir los labios. Detrás de la pipa, sabe, debería de estar una casa su casa, pero no hay una. Ni siquiera una piedra o ladrillo queda ahí. Nada queda, nada que diga que alguna vez una casa fuera construida ahí.

Con otro suspiro dirige su atención de nuevo a Georg, asintiendo. —Está bien— dice con un tono diferente—Será mejor que se ponga en camino, Sr. Listing. Yo... No me gustaría que interrumpiera la cena— pausa y cierra los ojos por un momento —No, es mejor su entrega la carta antes— gira su cabeza hacia Tom — ¿Qué hora es?

—Seis o siete.

—Bien— Bill dice con otro asentimiento de cabeza —Nunca nos sentamos a cenar hasta las siete treinta, así que... — Aún asintiendo, trata de mostrar una sonrisa, parpadeando para quitar algunas lágrimas de sus ojos —Deberías de llegar ahí antes de esa hora.

Georg asiente una vez y se gira, dando unos cuantos pasos más hacia la pila. Recorre con sus dedos la parte superior de la manija y rápidamente rememora la última vez que hizo eso, hace ya varios meses. Estaba en una misión entonces, y esta en una ahora. Es la única razón por la que aceptó participar en esta cosa ridícula. Llegando al final de la larga manija, mueve sus dedos hasta la mitad y se detiene, mirando a Bill y a Tom mientras sujeta el frio metal entre sus dedos —No debería de tomarme mucho— les dice, como si ya tuviera una idea de cómo se desarrollará la escena.

—Sí, no te quedes a menos de que Madre te lo pida— Bill ajusta su chaqueta de lana sobre su torso cuando una briza helada pasa. —A ella le gustan los visitantes, pero sólo en ciertas ocasiones. Y me imagino que esta no será una de esas veces en que desea que los visitantes se queden en la casa, Sr. Listing.

—Entraré y saldré.

—Bien, bien— Bill dice y mira a Tom por apoyo para llenar los huecos que se se hubieran olvidado.

Tom solo sonríe y aprieta el hombro del pelilargo como apoyo — Sabes que hacer, Georg— le dice a su amigo con una ola de la tan necesitada confidencia cubriendo su voz.

Con un asentimiento firme de su cabeza, Georg les sonríe a ambos jóvenes y aprieta sus dedos alrededor de la manija y la agita como recuerda que lo hizo la primera vez y de la manera que observo a Tom hacerlo hace ya casi un año, cuando estaba tratando de convencer a Georg de su tonta idea de los viajes en el tiempo. Recuerda como había visto a su amigo ahí parado un momento y al siguiente ya no estaba, mientras siente la briza levantarse a su alrededor frio y ágil, y una sensación de perdida momentánea a su alrededor antes de que abra sus ojos en una escena diferente.

Cuando antes estuvo, había en su mayoría pasto muerto y unos cuantos montoncitos de nieve que se negaban a derretirse con el sol. Con un movimiento de la manija de la pila, el muchacho se encuentra a si mismo parado en un jardín con más de cinco pulgadas de nieve. La temperatura ha bajado significativamente, enreda su relativamente delgada chaqueta alrededor de su cuerpo y cruza los brazos para tratar de capturar algo de su calor corporal antes de que tenga oportunidad de escapar.

Agachando su cabeza y jalando su gorra de golf lo más que puede para cubrirse, hace su camino a través del jardín y alrededor de la casa, esperando mientras tanto que ninguno de los Trümpers tome algún interés en seguir sus pasos.

—Nadie mencionó una maldita tormenta de nieve— se queja consigo mismo mientras llega al helado y bien cubierto de nieve camino de entrada que se dirige a los escalones principales. Usando el carril, lentamente hace su camino a la puerta principal de la casa Trümper y se detiene.

Por mucho que quiera dejar la carta y salir de ahí, sabe que no puede. Incluso si hay nieve cayendo del cielo, tiene que quedarse y actuar su parte. Tiene que hacerlo creíble.

Recolectando sus pensamientos, saca la carta doblada de su bolsillo y quita la gorra de su cabeza. Y con un profundo suspiro, estira su mano y toca ligeramente en la puerta varias veces.

Espera.

Y espera.

A punto de tocar en la puerta una vez más, escucha pasos del otro lado antes de que la puerta sea abierta precautoriamente.

— ¿Sr. Listing?— La mujer pregunta y abre la puerta un poco más, una mirada de claro desconcierto formándose en sus facciones.

Él asiente silencioso en respuesta gira su gorra entre sus manos. Mantiene su rostro de disculpa, ni siquiera ofreciendo una sonrisa en respuesta. —Sra. Trümper— comienza con voz suave. Mirando sus manos, lentamente extiende la carta a la mujer y termina con un tono de remordimiento, —Es con mi más profundo y más sentido pesar que estoy aquí hoy.

**

Tres días han pasado desde que Georg vio por última vez la casa de los Trümper. La nieve seguía cayendo fuertemente mientras caminaba hacia la pipa de agua, los sollozos de la Sra. Trümper resonando en sus oídos y grabándose en su memoria por siempre para acosarlo en el 2009.

Ahora vestido para el clima, está de regreso en el mismo punto del parque, pero esta vez sin Bill y Tom. Tres días antes le había dado las noticias a los Trümper y ahora fue solicitado de regreso para la ceremonia. No será mucho, supone, dado que no hay cuerpo o féretro. Será más un seguimiento que otra cosa, como el Sr. Trümper le comentó antes de que se fuera.

Para el momento en que llega a 1909, el sol hacia tiempo que ya se ocultó y la única luz iluminando el sendero hacia la casa es la que escapa de las ventanas. Sigue el camino de pisadas hacia la entrada principal, donde toca suavemente la madera antes de que un extraño abra la puerta y le de la bienvenida con una sonrisa cálida.

—Están guardando los sacos en el vestíbulo— el extraño dice calladamente antes de caminar alejándose, bebida en mano.

Hay gente por todas partes, platicando en grupos en las esquinas y hablando unos con otros en murmullos. Un piano suena en algún lado en la distancia. Pasa por más gente dando sus respetos en su camino al vestíbulo donde cuelga su saco en un gancho solo.

Todo esto por Bill, se da cuenta mientras deambula distraído por las habitaciones hasta que encuentra una mesa con bebidas y algunos aperitivos. Tomando algo para beber continua su caminata, deseando poder tomar algunas fotos de esto para Bill. Siempre esta tan deprimido, pensando que nadie realmente se preocupa por él... esto definitivamente le demostraría que está equivocado.

Pero no tiene teléfono ni cámara que sea aceptable en esa época.

Tomando un sorbo de su bebida, proclama una solitaria esquina como suya en el comedor, lo suficientemente lejos de los otros grupos con los que no tiene intención de fomentar conversación alguna. La única persona que esta cerca es una joven mujer, probablemente no más grande que él, con cabello café oscuro y rizado en tirabuzones y colgando un poco por debajo de sus hombros. Ella está ahí parada sola, su rostro muestra un poco de pérdida pero no de terrible tristeza. Después de que siente los ojos de Georg sobre de ella por un minuto, levanta la mirada y lo atrapa. Una sonrisa amistosa se forma en sus labios antes de desaparecer, sus ojos cayendo también con ella.

Un poco de conversación no matará a nadie, Georg razona consigo mismo y camina cuidadoso los pocos pasos que los separan hasta que esta al lado de la chica. Ella levanta la cabeza. —Hola— la saluda, a falta de una mejor opción para causar una buena primera impresión.

Ella asiente, su sonrisa temblando. —Buenas tardes.

— ¿Era usted amiga de Bill?— Pregunta después de que un minuto de tenso silencio pasa.

Ella asiente de nuevo, una sonrisa acentuándose en sus labios. —Oh sí, yo era su... — No termina, sus ojos entrecerrándose mientras aleja la mirada, buscando por una respuesta correcta en las enredadas profundidades de su mente. Su frente se frunce más mientras sacude su cabeza y termina tensa. —No, yo sólo era una amiga.

Que extraño, —Ah— dice con suavidad, — ¿Lo había conocido ya desde hace tiempo?

La joven se encoge de hombros y entonces se para derecha, como tratando de corregir esa prohibida acción. Se encuentra con los ojos de Georg y responde de manera nostálgica. —Sólo teníamos de conocernos una parte del año, Sr... Lo siento ¿no escuche su nombre?

—Georg Listing— Le ayuda con una sonrisa amable y una ligera reverencia, cómico para él pero aún así es cortesía común para ella.

—Sr. Listing— Ella termina, sus labios uniéndose en una sonrisa, la primera que no tiembla o desaparece en segundos.

Enderezándose y dándole un rápido trago a su bebida, pregunta — ¿Sería inapropiado de mi parte si pregunto su nombre?

—Florence Schäfer— Responde ella con un sonrojo esparciéndose por sus mejillas. Agacha la cabeza un poco avergonzada.

— ¿Florence? — Georg pregunta, el nombre sonándole conocido en su cabeza. Ella asiente como respuesta. —Lo siento, Señorita Schäfer, pero su nombre... me suena familiar, y no puedo recordar en donde pude haberlo escuchado antes.

—Bueno— dice, su sonrojo oscureciéndose más — Bill quizás me menciono ¿asumiendo que usted era su amigo?

Florence... Florence... ¡Oh, cierto! ¡Esa chica! James dijo que el nombre de esa muchacha era Florence ¿verdad? —Lo era, pero sólo pase una cuantas horas con él y su... su acompañante después de que se fuera de casa— Replica, sorprendido de lo bueno que es para evitar que se le salga algo de su léxico normal de todos los días. —Bueno, desprécieme si estoy traspasando sus limites de privacidad, pero ¿no era usted la joven que los padres de él eligieron? ¿La última esposa potencial?

Florence da un profundo respiro, sus hombros elevándose y asiente. —Sí, esa era yo, me temo.

— ¿Sabe, señorita Schäfer?— Georg suelta un momento después, —Bill jamás quiso lastimarla.

La joven mira hacia otro lado, girando su cabeza y causando que sus risos caigan sobre su hombro. Baja su mirada tratando de esconder el dolor que aparece en sus ojos. — ¿De qué está hablando, Sr. Listing? — Pregunta, tratando de sonar inocente, aunque el sabe más como para creerle.

Georg recorre la habitación con la mirada antes de explicar con voz baja, —Él me platicó sobre ese día y la razón por la que dejo su hogar. La mencionó también, Florence. Él jamás intentó lastimarla premeditadamente. Lo que el tenía con Tom, estaba... estaba fuera de su control, señorita Schäfer. — Se toma un momento mientras Florence gira su cabeza y le mira a los ojos. Mantiene la mirada de la muchacha mientras terminar gentilmente, —Él ya estaba enamorado antes de que la conociera a usted.

—Pudo haberme dicho— Ella aleja la mirada y la baja hacia el suelo. —Hubiera escuchado.

— ¿Pero lo hubiera entendido?

Ella eleva la mirada y le mira de manera momentánea.
Por mucho que desee decir que si, sabe que sería falso.
Incluso si Bill le hubiera dicho sobre Tom, sabe que nunca hubiera entendido.

— ¿Él amaba a Bill, verdad? — Florence pregunta minutos después, levantando la mirada hacia Georg una vez más — ¿El hombre con el que él estaba?

Una sonrisa se posa en el rostro del muchacho y asiente una vez confirmándolo. —Sí, lo hace, o lo amaba, quiero decir— Se corrige.

—Eso es bueno— Ella decide con una sonrisa casi imperceptible. —Estoy agradecida de que haya encontrado alguien con quien ser feliz mientras tuvo la oportunidad, incluso si, bueno —Termina con una sonrisa ladeada y un encogimiento de hombros. —Ya sabe.

**

Una hora y media después, Georg esta de nuevo en el clima más cálido del 2009, donde la nieve hace mucho se fue para darle la bienvenida a una primavera temprana. Él se despidió de Florence y agito su mano en adiós para James antes de desaparecer en la oscuridad y caminar a hurtadillas hacia el patio trasero, agitó la manija y fue traído de nuevo a casa. Ya no se siente extraño o asombrado del hecho de un segundo estar en el presente y al otro ser llevado cien años al pasado. Es extraño pensarlo, claro, pero llevar a cabo el acto ya no es tan emocionante como la primera vez.

La única razón por la que accedió hacer tal cosa para Bill y para Tom, como sea, es para asegurarse que nada del pasado o del presente cambie de acuerdo a lo planeado.

Él nunca haría algo así sólo por placer.
No, hay demasiados riesgos... ¿o no?

Sí, si, claro que los hay.

No hay razón para que el brinque al pasado por cualquier negocio tonto, si importar que hermosa muchacha espere su regreso en 1909.

Dejando el parque, Georg sacude la cabeza, sonriendo ante la idea loca de regresar por razones tan egoístas. No, mi misión esta hecha, decide mientras se adentra en las calles iluminadas suburbanas del 2009, caminando el familiar recorrido a casa. Aún esta vestido con pantalones de vestir, camisa y chaquete de lana que Bill eligió para él, y, para su sorpresa, el conjunto ya no pica ni es tan inconfortable como lo era al inicio de esa noche.

Su mente se atreve a pensar en las interminables posibilidades, imaginando lo imposible, él de regreso en el tiempo, vestido con esas ropas, interactuando entre esa gente como si perteneciera a ahí. Ya lo ha hecho unas cuantas veces. Podría manejarlo mucho mejor que Tom, eso es seguro, piensa riéndose por lo bajo. Tom no tendría una sola oportunidad entre ellos.

Pero mientras se acerca a su casa, se deshace de esos ridículos pensamientos.

No. Le dice a su propia mente. Ya fui, hice lo que tenía que hacer, ya salí, y eso es todo. El cerrar este caso era necesario para la familia de Bill. Ya lo tienen ahora, y eso era para lo que me necesitaban. Ahora puedo vivir una vida apacible, como cualquier otro adolescente. No hay razón para pensar en regresar.

A pesar de su posición tan confidente, no puede evitar que un recuerdo del pasado se burle de su mente consciente, tan diferente e intrigante del ahora.

**

— ¿Tom? — Bill se gira y se sienta, encarando al muchacho de rastas en el jardín frontal de la casa, la casa de Tom. El sol esta alto en el cielo, mandando sus rayos al húmedo y bochornoso mundo de abajo. Las aves están cantando. Unos cuantos hombres cercanos toman ventaja del día de verano relativamente frío y están avanzándole al trabajo de jardinería lo más que puedan en las horas del día. Un grupo de niños de la escuela elementaría están jugando a policías y ladrones más allá en la calle.

Tom eleva su cabeza y avienta los pedazos de pasto que estaba arrancando de nuevo a la mar verde y se limpia las manos en las rodillas del pantalón. — ¿Hm?

El muchacho de cabello negro espera hasta que sus ojos se topan. —Vamos a regresar— dice con la emoción irradiando de sus irises, una sonrisa traviesa estirando sus labios.

—Regresar... —Tom eleva sus cejas y finge confusión — ¿A dónde?

—Al pasado, tonto— Replica con una risilla. — ¿A dónde más?

—Bill...—

— ¿Por favor, Tom? — Suplica, frunciendo su labio inferior.

El otro muchacho baja la mirada y agarra más puñados de hierba, arrancándolas de la tierra y haciéndolas pedacitos entre su mano y regándolas por el patio. Repite la acción dos veces más. —Es demasiado riesgoso— decide. —Se supone que tú estás... Se supone que no deberías de estar vivo ahí, Bill, ¿Qué si alguien te ve?

Bill se encoje de hombros, su sonrisa desvaneciéndose. –Entonces desaparecemos entre las sombras y ellos dirán que vieron a un fantasma— Pausa y sonríe —No es tan importante.

—Bill, no sé... — Tom continua, la preocupación presente en su tono. Levanta su mirada de los pedazos de hierba en su mano y mira a Bill a los ojos desde su posición arrodillada.

Un suspiro nace de lo profundo de los pulmones de Bill mientras cierra sus ojos y recuesta su cabeza para mirar al cielo una vez más, el sol besando sus facciones pálidas. Después de un minuto, de nuevo se enfoca en el otro muchacho y le sonríe tiernamente. —Por favor, Tom ¿sólo esta vez?

Tom contrae sus facciones sintiendo la derrota personal muy cerca. — ¿Por cuánto tiempo?

La sonrisa cálida de Bill se transforma en una sonrisa abierta. —Unas cuantas horas a lo mucho, — Le tranquiliza, la emoción ya creciendo en su tono. — ¿Podemos ir, podemos ir?

El muchacho de rastas suelta un suspiro pesado y tira el más reciente puño de hierba que arrancó en el jardín mientras asiente derrotado. —Está bien— dice con la misma voz que se usa para marcar las reglas a sus hijos, —podemos ir, pero sólo esta vez ¿entendido?

Asintiendo en entendimiento, Bill se levanta de su lugar en la hierba y extiende su mano para ayudar a Tom. Mantienen sus manos unidad mientras recorren el camino familiar hacia el parque, el viejo y decadente parque que visitaron tantas veces en el último año y medio. El camino se volvió tan familiar que ninguno necesita siquiera pensar en que esquina girar. El camino se volvió parte de su naturaleza, un camino gravado en sus memorias por los siguientes años. Mientras entran a el parque y toman el sucio camino hacia la mesa rota enfrente de donde esta la pipa de agua inservible, su portal que misteriosamente los lleva 100 años al pasado. Cómo trabaja siempre será un misterio, y en este punto ninguno está demasiado ocupado buscando una explicación. Funciona y esos es todo. Es todo lo que necesitan saber. Y mientras la pipa siga ahí, todo está bien.

Mientras los dos se acercan a la pipa, pueden sentir la adrenalina pulsando más fuerte en sus cuerpos. Sus corazones se aceleran, llenos de anticipación, porque no han visitado el pasado en muchos meses, no por alguna razón. La idea de ser mágicamente transportado juega con sus mentes y les pone una sonrisa en los labios.

Tom aprieta la mano de Bill deteniéndose enfrente de la pipa. Mira los ojos del otro muchacho y no puede esconder la emoción que llena los suyos. — ¿Listo? — Pregunta, su corazón latiendo en sus oídos llenándole de coraje.

Los labios del pelinegro se curvan en una sonrisa traviesa, y simplemente asintiendo responde: —Siempre.

Con su mano libre, Tom agarra la manija tibia de la pipa de agua, sus dedos rodean el metal de manera familiar y, tomando un profundo respiro, cierra los ojos y la agita.

Y es justo como lo recuerda.

Una briza se levanta a su alrededor y por momentos se siente completamente desorientado antes de que la briza se desvanezca y el suelo sea remplazado bajo sus pies.

Abre los ojos en un escenario muy diferente, aunque el brillante pasto verde es familiar y las exuberantes plantas de todos colores que delimitan el jardín junto a una gloriosa casa que se vislumbra frente a ellos. Se queda hipnotizado por un segundo, atrapado en sus memorias pero Bill tira de su brazo y le susurra — ¡Vamos! — Lo jala hacia las sombras y la seguridad del área boscosa detrás del jardín.

Sin intercambiar otra palabra, Bill continua haciendo su camino entre los arboles, nunca soltando la mano de Tom.

— Bill, ¿a dónde vamos? — Tom se atreve a preguntar después de unos minutos de completo silencio.

El muchacho de cabellos negros mira sobre su hombro y le sonríe maliciosamente. —Ya lo verás— le dice con una risilla. —No te preocupes, ya has estado ahí antes. Sé que te gusta este lugar.

— ¿En serio? — Pregunta, su tono incrédulo.

Bill asiente, su cabeza regresando al frente para poder mirar hacia donde va. —Sí— Responde. —Hemos compartido un montón de... de maravillosas memorias aquí, Sr. Kaulitz.

—Hm, ¿memorias maravillosas? — Tom sonríe, su mente trabajando con la pista y llegando a posibilidades, una en particular. Su sonrisa se agranda, se adelanta y abraza la cintura de Bill mientras recuerda que hace casi un año siguieron esa ruta a lo que cree es el mismo destino. —Creo que ya me esta gustando este lugar— susurra con voz rasposa junto al oído de Bill mientras el muchacho se detiene y queda flojo en sus brazos. —Si lo recuerdo correctamente.

Bill inclina su cabeza contra el hombro de Tom y resiste la urgencia innata de gemir, incluso ligeramente. Han sido días, quizás una semana, desde que Tom lo trato de tal manera y lo tomó en sus brazos tan de cerca. Su vientre se aprieta con anticipación, el pensamiento de los labios de Tom finalmente contra los suyos inunda su mente y todos sus sentidos. —Creo que su memoria va en la dirección correcta, Sr. Kaulitz.

—Puedo ver que regresamos a los apellidos, Sr. Trümper. — Bromea y mece sus cuerpos con suavidad de lado a lado, descansando su barbilla en el hombro de Bill.

— Sr. Kaulitz simplemente suena mejor, ¿no lo cree? — El otro muchacho pregunta, incapaz de evadir sonreír mientras los labios de Tom rozan su cuello. —Tiene un timbre muy lindo, creo.

—Mm— Tom tararea y aleja su nariz de las profundidades del cabello de Bill. Sonríe y lo suelta tomando su mano mientras lo jala consigo, retomando el camino. — Algunas veces y en ciertos lugares lo tiene— Acepta y mira el rostro de su amante. —Como lo tiene Sr. Trümper.

Una sonrisa adorna los labios del pelinegro mientras salen del bosque y entran a la familiar ladera de hierba excesivamente crecida. Y a través de la saleada parcela pueden divisar su destino.

Un abandonado cobertizo de madera pintado de blanco.

En cuestión de minutos se encuentran parados ante el cobertizo tomados de la mana con sonrisas nostálgicas plasmadas en sus rostros.

— ¿Crees que aún exista en el 2009? — Bill pregunta, su tono bajo y suave, como si no deseara romper la serenidad de la situación, como si palabras demasiado fuertes fueran a arruinar el momento.

Tom le mira y sacude su cabeza con remordimiento. —Si es tan vieja ahorita— dice— entonces dudo que tenga alguna oportunidad de sobrevivir otros cien años.

—Lastima— Murmulla antes de abrir las puertas de la pequeña cabaña y guiarlos dentro del cobertizo. Está justo como lo dejaron, apenas tocado por el tiempo. Una gruesa capa de polvo cubre todo. Un olor húmedo de tanta lluvia que ha mojado las tablas les llega a las narices mientras se adentran y dan un vistazo. Hay unos cuantos hoyos en el techo, dejando que otros pocos rayos de sol se cuelen. Apretando la mano de Tom para llamar su atención, Bill le mira a los ojos mientras una sonrisa juguetea en sus labios.

No hay palabras que se necesiten, porque romperían la calma que sus memorias les proporcionan al inundar sus pensamientos conscientes, las escenas repitiéndose por pedazos. Manos, labios, palabras susurradas y risas nerviosas y entrecortadas.

— ¿Lo recuerdas? — La voz de Bill se abre camino en las memorias y provoca que Tom levante una ceja.

— ¿Recordar qué?

—La primera vez— Mira alrededor del cobertizo como si buscara que la memoria se repitiera frente a ellos. Sonriendo, se gira y atrapa la mirada de Tom con sus ojos en medio de las sombras. —El primer beso, ¿lo recuerda, Sr. Kaulitz?

Claro que lo recuerdo, la respuesta flota en su mente, pero Tom sella sus labios para mantenerlas dentro. Una imperceptible sonrisa jala sus labios hacia un lado, y en su lugar responde, — Apenas lo recuerdo, Sr. Trümper.

Como es esperado, el dolor cruza la mirada de Bill, pero el muchacho trata de no mostrar que le ha herido.

Tan pronto como su sonrisa tiembla, la fuerza de nuevo en su lugar y ofrece un desilusionado — Oh.

— ¿Sr. Trümper?

Bill levanta su mirada después de un rato, elevando una ceja curioso.

Tom sonríe y suelta la mano de Bill, abrazándolo lentamente por la cintura en su lugar. Cerrando sus manos en la parte baja de su espalda, dice con un tono gentil, — Recuérdeme.

Una gran sonrisa se adueña de los labios del pelilargo, y un sonrojo se esparce rápidamente y de forma natural por sus delicadas mejillas. Es un sonrojo que Tom no ha visto en un tiempo, uno que ha extrañado entrañablemente. Sonriendo, Bill se acerca hasta que sus labios caen en sus compañeros tan familiares, reviviendo la memoria de su primer beso.

El primer beso que llevo su relación a un nuevo nivel, donde una vez llegado ahí no había regreso.
El primer beso que encendió la llama de una relación que no podría nunca suceder en 100 años.
El primer beso que determinó el futuro entre los dos sin siquiera saberlo.

El primer beso que terminaría con Bill Trümper dejando su hogar y moverse a vivir en el futuro con un muchacho de rastas que responde al nombre de Tom Kaulitz.

El primer beso que ya estaba escrito para que sucediera antes de que Tom incluso apareciera en el jardín trasero de la casa de Bill.

Era una relación predestinada a convertirse en amor.

Con un sonrojo llenando sus mejillas, Bill se aleja de Tom, encontrando su espalda contra una de las paredes del cobertizo y las manos de Tom en sus caderas. Sonríe gentilmente y mira hacia abajo, colocando sus propias manos en los antebrazos del otro muchacho. — ¿Ahora lo recuerda, Sr. Kaulitz? — Pregunta con voz esperanzada, encontrando los ojos de su novio con un rayo de luz que se cuela por entre las tablas rotas del techo.

Tom sonríe, sus dientes brillando en la luz. — Incluso a pesar de que siento como si hubieran pasado cien años, Sr. Trümper, — dice y presiona sus labios contra los de Bill una vez más para saborear ese beso tierno, —Creo que aún lo recuerdo.

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