26.- A Broken Home & A New Home

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26.- A Broken Home & A New Home

(Un Hogar Destruido y Un Nuevo Hogar)



-¡Voy a la casa de Georg!- Tom grita dentro de la casa y rápidamente cierra la puerta detrás de él, girando la manija y dejándola ir antes de que su madre tenga oportunidad de preguntarle dónde ha estado la mayor parte del día.

Después de todo, es su primer día en casa después de unas largas vacaciones de verano en casa de sus abuelos.
Usualmente pasa el día paseando por ahí y ajustándose de nuevo a la vida en su casa de manera lenta, disfrutando su propia cama, su propio sofá, y todo lo demás que ha extrañado mientras estuvo lejos.

A parte de ponerse al tanto con cierta persona que extraño mientras estuvo fuera, su primer día en casa lo ha desperdiciado lejos de ella.

Son las 8:30 de la tarde y a lo mucho ha llegado para decirle hola a su querida madre. Aparentemente no tiene mucho tiempo para tan insignificantes asuntos. Dentro y fuero, va y viene, infiltrándose en su propia casa antes de hacer una rápida salida hacia el temprano y húmedo atardecer de uno de lo últimos días de agosto, una bolsa de lona detrás de él mientras deja que palabras falsas salgan de su boca como excusa por su salida.

Su pequeña mentira blanca no será notada cuando la puerta se cierra detrás de él.

Si alguien lo viera descender los escalones de la puerta frontal, podrían ver que su supuesto destino es una mera mentira.

Si uno viera al joven de rastas caminar por el sendero del patio y dar una vuelta hacia la izquierda, se daría cuenta de que se dirige en dirección contraria de la que se encuentra la casa de su amigo.

Si lo observaran todo el camino hasta el punto donde detiene sus pasos, se topa frente a frente con un joven de cabellos negros ansioso, de una edad similar, y deja caer la bolsa a sus pies antes de unir sus manos, verían que este joven no tiene intenciones de visitar a Georg.

Mirarían mientras se inclina y atrapan sus labios en un beso gentil, animoso, haciendo una promesa silenciosa de que todo estará bien mientras sella sus palabras mudas con un beso de amor.

Si han mirado tanto, verían el miedo que reside en los ojos angelicales del muchacho cuando los abre lentamente, y notarían la incertidumbre que desaparece antes de que Tom tenga oportunidad de notarla.

-¿Estás seguro de esto?- Pregunta con voz delicada, sosteniendo suavemente el rostro de Bill entre sus cálidas manos. Sus labios se fruncen con inquietud, sus ojos buscan los de Bill por alguna pisca de incertidumbre, por cualquier signo de bandera roja que lo detenga ahora y lo deje regresar a casa, de vuelta al pasado.

Bill fuerza una sonrisa y asiente, apartando los ojos un momento para alejar la incertidumbre que se atrevió a quedarse –Estoy seguro-replica de todos modos. Sus brazos se aferran más alrededor de Tom, sus dedos aferrándose a la familiar playera de una manera necesitada. Después de mirar rápidamente sus manos alrededor de la cintura de Tom, regresa su mirada para encontrar la del otro muchacho. Su sonrisa forzada desaparece mientras parpadea para quitar unas pocas lágrimas indeseables. -De todos modos, no puedo regresar ahí -agrega con voz temblorosa.

-Pero si quieres regresas¿r-Tom dice en contra de sus propios deseos –Puedes. No tienes que decir adiós, aún no.

Un sollozo ahogado escapa de la garganta de Bill, sacando consigo un par de inevitables lágrimas. Tom quita el líquido salado con las yemas de sus dedos.

-Bill, no tienes que irte—

-Tengo que- Lo interrumpe con voz suave, evitando que más lágrimas escapen tragando fuertemente. Se queda callado mientras el otro continua atrapando las lágrimas con sus cariños, y recupera la compostura lo mejor que puede en ese estado –Quiero decir- habla después de un minuto - no es un adiós para siempre... ¿verdad?

Tom sonríe y acaricia el cabello de Bill con su mano derecha –Claro que no es para siempre- Responde, sabiendo que puede usar el diario como una prueba tranquilizadora –James vendrá a visitarnos.

El labio inferior de Bill tiembla cuando trata de contenerse, haciendo su mejor esfuerzo por permanecer fuerte. No desea llorar y quebrarse de esa manera. No sabe por que esta actuando tan tontamente. Realmente no es tan grande el problema, ¿verdad? No es para siempre, sabe que no, pero se siente tan permanente. Escapando de su familia, del pasado, del caos que dejo atrás; es un gran salto, y lo sabe.

Sintiéndose perdido en sus propias emociones, se abre paso en el agarre de Tom y colapsa contra su cuerpo con tanta fuerza que el muchacho futurista siente como el aire se escapa de sus pulmones.

Aunque no se queja.
No quita a Bill o tan siquiera intenta aflojar su agarre.

En lugar de eso, aferra sus brazos a su alrededor para mantenerlo cerca, inclinando su cabeza para posarla sobre la de Bill.

Patea la bolsa entre sus pies, aventándola al otro lado de la acera mientras sostiene a Bill en sus brazos. No separa sus labios para preguntar que esta mal o tratar de ofrecer algunas palabras sosas para tranquilizarlo. Él sabe que Bill no necesita eso justo ahora.

Todo lo que necesita es esa sensación de seguridad, esa sensación de amor.

Necesita sentir ese sentimiento de pertenencia.

Necesita saber que pertenece a algún lado, a donde sea.
Si pertenece al pasado o al presente, no le importa.

Sólo desea pertenecer a algún lado, y si ese lugar es simplemente en los brazos de Tom, entonces que así sea.

Cuando Tom siente que el agarre de su compañero se afloja un poco, después de un par de minutos de significante silencio han pasado, sabe que es seguro moverse un poco más. Se aleja solo lo suficiente para mirar a Bill a los ojos.

Logra captar un destello de incertidumbre, seguido de una ola de determinación parpadear en esas oscuras y hermosas irises enfrente de él.

Sabiendo que Bill no puede regresar a casa, descarta la duda y aprieta su mano.

-Vamos- murmura con una sonrisa, señalando a la derecha con un ligero movimiento de cabeza –salgamos de aquí.

**

-Sra. Kaulitz, le vamos a pedir que por favor trate de calmarse. Ya regresará si le da un poco de tiempo. Recuerde que apenas han sido 24 horas. No podemos llamarlo todavía un caso de niños perdidos- Una oficial trata de tranquilizar a la Sra. Kaulitz mientras sale por la puerta frontal para reunirse con su compañero en el auto. Se gira con un pie fuera de la casa, su mano aún en la perilla. Frunciendo el ceño ante las mejillas llena de lágrimas, baja la voz –Mire, sólo relájese. Estoy segura que su hijo está bien ¿de acuerdo?

Los hombros de la Sra. Kaulitz se sacuden mientras trata de retener los sollozos detrás de un pañuelo húmedo, gastado y roto, pero trata de asentir al mismo tiempo.

Con un suspiro, la oficial deja la puerta regresar a su lugar y vuelve a entrar a la casa –Sra. Kaulitz- dice y guía despacio a la frágil mujer hacia el sillón –trate de relajarse. Sé que es difícil, pero piénselo. Es el final del verano, los adolescentes siempre se ponen un poco rebeldes ante el pensamiento de que la escuela va a comenzar de nuevo. El probablemente sólo... ¿tiene novia?

Simone sacude la cabeza, redoblando el pañuelo en sus manos –No, ninguna que yo sepa- responde suavemente.

-Entonces simplemente escapo con unos cuantos de sus amigos y se olvido de llamar. Dele tiempo, ¿por favor? Ya regresará o llamará. Por mientras, sólo... relájese, ¿si?- Le sonríe a Simone de forma tranquilizadora y se dirige a la puerta una vez más.

Antes de que ponga los dos pies fuera de la casa, la madre la detiene preguntándole -¿y si no regresa?

La oficial mira sobre su hombro a la Sra. Kaulitz directamente a los ojos en la habitación –Si no regresa por su voluntad –le envía otra sonrisa tranquilizadora –entonces nosotros lo encontraremos.

Simone no dice más mientras cierra la puerta y se queda sola en el silencio de su casa a las altas horas de la noche. Por mucho que desee creer cada palabra que la oficial le ha dicho, por mucho que desee no preocuparse y automáticamente creer que todo estará bien en poco tiempo, no puede.

Su mente no se lo permite.

Y en el silencio su mente comienza a preguntarse, su imaginación tiene la oportunidad de crear ideas precipitadas.

Así mientras se sienta ahogándose en sus sollozos en el mismo pañuelo sucio, su mente se llena de pensamientos de los peores escenarios, imaginando una llamada de uno de los oficiales después de encontrar un cuerpo tirado en alguna zanja a un lado de una carretera desierta.

Un llanto ahogado escapa de su garganta.

**

Bill despierta de su sueño, estirándose mientras se despabila y abre los ojos, un bostezo abriendo su boca. Esta apunto de girarse hacia otro lado cuando se da cuenta que no está en una cama.

No solamente no es una cama, tampoco está en una habitación.

O una casa...

Salta en asiento y se aferra a los reposabrazos con ambas manos, agarrándolos fuertemente, sus ojos se agrandan mientras su entorno en movimiento lo saca de cualquier sueño en cuestión de segundos.

-Buenos días, bella durmiente.

Bill gira su cabeza hacia el sonido de una voz familiar, soltando el aliento que tenía retenido cuando se encuentra cara a cara con un sonriente Tom. Su corazón comienza a latir más despacio como inmediata respuesta a su cuerpo relajándose, y sus manos sueltan los reposabrazos, la tensión y el miedo lentamente abandonando su cuerpo mientras mira alrededor del compartimiento.

No es una muy linda introducción.

Es un vehículo largo pero muy compacto, Bill supone. Hay gente por todos lados, la mayoría dormitando o leyendo, y hay un olor... muy fuerte arruinando el aire.

Hace una mueca mientras respira.

Mientras la mano de Tom encuentra la suya, sus dedos entrelazándose de manera natural, retrae sus ojos de estudiar los rostros de la gente cerca para una vez más encontrase con un familiar par de ojos café, tan similares a los de él.

-¿Estás bien?- Tom pregunta, agachando la cabeza intentando mantener su conversación privada.

Los ojos de Bill rápidamente recorren la cabina, como si no estuviera muy seguro de cómo responder. Con los labios ligeramente fruncidos, responde -¿Dónde estamos exactamente, Sr. Kaulitz?

-¿No lo recuerdas?

Tragando con dificultad mientras observa su alrededor de nuevo, sacude su cabeza despacio –Sólo ligeramente-Pone una cara de disgusto cuando mira a un hombre al otro lado sonarse la nariz de manera repugnante en un pañuelo arrugado -¿cómo llamas a esta...- se atora con las palabras mientras se gira de nuevo hacia Tom, la inquietud aun visible en el ceño y en su rostro –esta cosa?

Tom sonríe humorísticamente mientras analiza su alrededor –Es un autobús- dice con suavidad, deseando no tener que dar una explicación detallada. –Tú sabes. Es un trans...

-¡Oh, cierto!- Bill lo interrumpe, su rostro iluminándose con éxtasis al reconocer la palabra –Tenemos de estos- continua. Su rostro se opaca un poco mientras mira por el rabillo del ojo al interior poco atractivo del autobús. –Pero son un poco diferente a los que tenemos en casa.

-Te apuesto a que sí- El muchacho de rastas se ríe gentilmente a su lado.

Bill respira profundo, una suave sonrisa ganando terreno en sus facciones mientras la mano de Tom se aprieta alrededor de la suya. Se reacomoda en el asiento, girándose un poco para recostarse sobre un lado de su compañero mientras separa sus manos y con gusto descansa en una posición más familiar debajo del brazo que se acomoda seguramente en sus hombros. Soltando un suspiro de satisfacción, deja caer su cabeza contra la parte interior del ante brazo de Tom mientras sus ojos ven el escenario pasar a través de la ventana.

Están en el campo, Bill nota, viendo las praderas hermosas pasar. Está callado y parece lo suficientemente tranquilo a primera vista, pero no se parece a ninguno de los paisajes que hay alrededor de su casa o del pueblo, y el ocasional poste de teléfono no esta ayudando en nada a desafiar ese hecho.

Su estómago se encoje ante el pensamiento de su hogar.

Sus pensamientos se van por la tangente, disparándole imágenes y preguntas a su ya confusa mente. Preguntas de cómo su madre reaccionará cuando se despierte para encontrar que su hijo aún no ha regresado desde el día anterior, como su padre reaccionará, cómo crecerá James como un solo hijo en lo que solía ser una familia de cuatro.

Imagina a su madre pensando lo peor, su padre no teniendo otra opción más que consolarla, y James simplemente estaría confundido.

Su corazón se acelera por un momento en su pecho, su estomago se aprieta un poco más.

Sólo puede adivinar que sucederá con Florence y que tan rápido el escándalo se esparcirá por el pueblo. Después de todo, Gustav le había advertido que tomaría represalias si a Bill se le ocurría lastimar a Florence.

Pero, Bill se recuerda con una ola de malestar abrazando su cuerpo, Tom le prometió que todo estaría bien.

El diario decía que todo estaría bien al final. James lo dijo en el diario.
Le dio a Bill la tranquilidad de que estaba bien irse. El diario lo decía.

Todo es un poco tono, ¿no? Bill se pregunta mientras se remueve en el asiento, colocando su cabeza en una posición más cómoda sobre el pecho tibio de Tom Poner tanta fe en un pequeño diario, es más que un poco tonto.

Pero no quiere pensar en la posibilidad de que el diario esté incorrecto, no justo ahora, al menos.

-¿Tomi?- pregunta, sacando a su mente del diario y de esos pensamientos de anhelo por su hogar.

-¿hm?

-¿A dónde dijiste que vamos?- No se gira para mirar a Tom, pero mantiene sus ojos en el escenario de afuera.

Siente a Tom moverse debajo de él, deslizándose en una posición más cómoda en el asiento- Vamos a quedarnos con... alguien que conozco- Responde de manera suave, su voz sonando casi dormido –Vive hacia el norte.

-¿Quién es él?

Hay un momento de silencio, Tom vacila antes de contestar –Un pariente.

-¿ah?- La voz de Bill se eleva de tono antes la mención de familia -¿Significa que es un pariente mío, también?

Tom suelta una risilla por lo bajo que Bill solo siente a través de la vibración en el pecho de Tom –No- dice- Es del otro lado de la familia.

**

-Fui demasiado lejos esta vez, Mark, realmente lo hice- La Sra. Trümper murmura con voz temblorosa, dándole la espalda a su esposo y al resto de la habitación mientras esta parada cerca de la ventana. Sus ojos escanean el jardín frontal enfocados, llenos de esperanza. Sin embargo, la esperanza muere pronto mientras ve nada más que el soso patio sin un solo movimiento que ha estado observando cuidadosamente toda la mañana.

El Sr. Trümper aclara su garganta y permanece cerca de la entrada del recibidor -¿Cuánto tiempo llevas despierta?- pregunta, su propia voz llena de fatiga.

Su esposa le mira por sobre el hombro, observándolo por solo un milisegundo antes de quitarle la vista y volverla a su previa posición, mirando el patio por cualquier signo de movimiento –No lo sé- Le responde a su esposo con la voz perdida –No me he preocupado por ponerle atención al tiempo.

-Mm, ¿has dormido?- cierra uno de sus gemelos en el lugar correcto en su traje.

La Sra. Trümper se gira ante el sonido y mira a su esposo de pies a cabeza, encontrándolo completamente vestido y arreglado. –Tú...- comienza y se detiene, su tono tirante. Se mueve sobre sus pies y abraza sus propios brazos, su cabeza ligeramente inclinada hacia un lado, y termina con voz temblorosa -¿Vas a ir a trabajar hoy?

Mira como su esposo suelta un suspiro, sus hombros alzándose y cayendo de forma mecánica en su rígido traje. –Hay cosas que necesitan hacerse, Eleanor, estás consiente de eso –responde sin quitar la vista de sus gemelos.

-¿Cómo puedes trabajar en un día como este?

-¿Un día como qué?- cierra el otro gemelos en su lugar.

-Un día como...-La Sra. Trümper arrastra las palabras, las lágrimas escociéndole en los ojos –Mark, nuestro hijo esta perdido, ¿y tu puedes simplemente irte?

No hay respuesta otra que un suspiro molesto. La señora espera hasta que sus ojos encuentran los de su esposo antes de atreverse a decir otra palabra. Los ojos de él, se da cuenta, no son nada como los de ella. Son pequeños y brillantes, de mirada dura, escondidos por un par de lentes rayados. Son de un color entre azul y gris muy parecido al color de la pizarra. Ella solía amar ver dentro de esos ojos y mirar la sombra de un pacífico y vívido cielo en ellos, pero ahora, mientras mira del otro lado de la recepción a su esposo, no siente amor alguno o regocijo por esos ojos. No hay una pizca de tristeza o siquiera rastros de arrepentimiento es esas irises pálidas.

No hay remordimiento.

-Ni siquiera te importa... ¿verdad?- La Sra. Trümper pregunta, su voz quebrándose mientras mira fijamente a su esposo con incredulidad.

Él vacila con su respuesta.

-¡Tú no!- Su esposa casi chilla, cubriéndose la boca con su mano mientras lágrimas comienzan a caer libremente de sus ojos, rodando por los senderos secos de sus ya manchadas mejillas. -¡Nuestro hijo esta perdido y ni siquiera te importa!

-Me importa, Eleanor, claro que me importa- Responde con voz severa que revela todo menos preocupación.

La mujer llorosa cerca de la ventana sacude su cabeza, incrédula. –¿Entonces como puedes tan siquiera irte?- pregunta casi murmurando.

-Porque han sido ya tres días.

Se escucha un grito apagado cuando la Sra. Trümper se gira hacia la ventana, una mano cubriendo ligeramente sus labios entreabiertos. -¿Tres días?- Su voz se eleva con silenciosa histeria -¿en serio a pasado tanto tiempo?- Mira a través de la ventana, sus ojos mirando desde el siniestro cielo gris hacia la hermosa hierba verde en el jardín, todo el camino tratando de enfocar a través de sus lágrimas. Su mano libre se agarra de un lado del marco de la ventana, sosteniéndose con fuerza de la madera adornada mientras su otra mano deja de cubrir su boca y caer para quedar inerte en su costado- Es.. eso- Trata de hablar con voz histérica – No puede haber sido tanto tiempo... No... no, no aún.

Casi brinca cuando una mano se posa en su hombro, los dedos apretando sólo lo suficiente para que se gire.

-Eleanor- El hombre comienza en lo que intenta ser una voz suave- necesitas tomarte un día libre- Mira la cara de su esposa, sus ojos moviéndose de su revuelto cabello sin cuidar, hacia los círculos oscuros debajo de sus ojos, hasta las arrugas de preocupación que ya tienen tiempo de haberse asentado sobre su frente.

Por su apariencia, ella ha envejecido años en tan sólo unos cuantos días.

El Sr. Trümper oculta un suspiro y guía a su esposa a una silla cercana, una que no observa a la ventana. –Si Wilhelm desea regresar a casa, regresará por si solo- dice mientras la ayuda a sentarse en la silla- Que te quedes mirando por la ventana no lo hará aparecer mágicamente, Eleanor, por mucho que ambos deseemos que sucediera.

Su esposa eleva su cabeza repentinamente, una mirada dura plantada en sus ojos mientras encuentra la cara del hombre con sus ojos. Sin embargo no habla. Esta muy consiente de que sus miradas esperanzadas de ver algún movimiento en el jardín no traerán a su hijo en ese momento- Pero puede desearlo.

-Eleanor.

Mira a su esposo a los ojos.

-Él no se fue por tu culpa- Le asegura, su voz gentil. -Sabes eso ¿verdad?.

La madre rompe el contacto visual.

-Amor, necesitas parar de culparte a ti misma por esto- continua, su mano encontrando el camino hacia el ahora mojado cuello de su esposa, sus dedos quitando las lágrimas –No hiciste algo malo. Quizás esto es lo mejor, Eleanor. Quizás es tiempo de que Wilhelm se mueva y comience una vida propia—

-Detente.

-Ele—

-Mark, por favor- Se aleja del toque de su esposo, volteando su cabeza hacia otro lado –Solo... ve a trabajar.

Cerrando sus ojos, espera hasta que el sonido de las pisadas llega a sus oídos antes de atreverse a mover. Mientras la puerta principal se cierra, la cansada madre se levanta de su silla y la empuja por el piso, girándola para que ahora mira al ventana. Se para junto a ella por un momento, su brazo descansando en lo alto del respaldo, y mira a su esposo caminar por la vereda y girar hacia la calle. Un rastro de enojo la atraviesa mientras lo mira alejarse tan fácilmente, tan libre, sin embargo también quiere llorar por ese simple hecho.

Con su esposo ya fuera de vista, la Sra. Trümper lentamente se sienta en la silla y vuelve a posar sus ojos en lo tranquilidad del jardín frontal.

Esperando.

**

-Wow- Bill susurra al entrar a la habitación frente a Tom, sus ojos agrandándose con deleite cuando las luces se encienden. Mira a su alrededor, su quijada colgando ligeramente mientras observa los agradables colores. –Los hoteles han cambiado profundamente en décadas- comenta con voz suave y sorprendida, robando una rápida vista del baño.

Tom deja caer la bolsa de viaje contra la pared después de cerrar la puerta del hotel y mira alrededor.

Es una habitación relativamente pequeña y barata, con una cama doble, y definitivamente no es nada fuera de lo ordinario. Y aunque luzca tan simple y gastada a los ojos de Tom, para los de Bill esta más allá de lo humilde.

El chico de rastas no puede evitar sonreír mientras mira como Bill se mueve por la habitación, sus ojos brillando con emoción ante todo lo nuevo que ve. Parece un niño, completamente asombrado y entusiasmado por todo lo que ve y toca.

Se detiene en la cabecera de la cama y pasa sus dedos por las blancas almohadas de imitación, sonriendo mientras levanta su mirada de la cama para mirar a Tom.

-¿Qué?- Pregunta resistiendo el sonrojarse.

Tom sonríe gentilmente y se acerca a él. –Nada- responde, colando sus brazos alrededor de la espalda baja de Bill.

-¿Entonces por qué me está mirando tan intensamente, Sr. Kaulitz?

-¿Lo estaba haciendo?

Bill siente sus mejillas un poco calientes mientras Tom acaricia su cuello con la punta de su nariz juguetonamente –Lo hacía- dice entre risitas, sus parpados cerrándose después de sentir un par de labios presionar un delicado beso en la curva de su cuello. Los labios se quedan en su piel por un momento, pronto rompiendo el contacto solo para vacilar meros centímetros lejos. Tiembla cuando el cálido aliento golpea su cuello como si fueran cosquillas. -¿Tomi?- pregunta después de dudar un momento.

-¿Hmm?

-¿En qué estás pensando justo ahora?

El cálido aliento acaricia su cuello una vez más –En ti.

Se ríe por lo bajo, agachando su cabeza ante la respuesta de Tom -¿Qué cosas de mí?- pregunta, su voz no más fuerte que un murmullo mientras sus ojos viajan por la longitud del brazo de Tom, sus curiosos dedos siguiendo su mirada.

Hay una pausa antes de que el muchacho responda. Sus brazos se aprietan alrededor de la cintura del moreno y lo atrae un poco más cerca, enterrando ligeramente su rostro en los ya familiares mechones de cabello negro. Respira, sonriendo para si mismo. –De lo asombroso que eres- responde, fallando en esconder su felicidad . –Quiero decir, esto es el 2008 y tú estás... tú estás aquí. Aún no puedo creerlo.

-Lo sé, estoy teniendo problemas para creerlo yo también- Bill dice, su voz inaudita. Siente un extraño jalón en su estomago, recordándole del nudo que sintió en el autobús esa mañana. Nunca sintió algo como eso este día. Es miedo, está muy consiente de eso, pero allí parece haber un rastro de emoción mezclada también.

-¿Qué sucede?

Bill alza sus ojos para encontrar a Tom mirándolo directamente, no más sosteniéndolo cerca.

-No lo sé- dice, alejando su mirada de Tom por un momento –Supongo que sólo estoy cansado.

Un gentil toque en su mejilla causa que Bill engarce su mirada con la Tom una vez más -¿Estás seguro que eso es todo?- Tom pregunta, recorriendo con su pulgar calloso la mejilla del pelilargo. Su frente se arruga mientras observa a Bill morder su labio inferior antes de asentir rígidamente en respuesta.

No es una acción muy convincente.

Sin embargo, Tom no es estúpido, sabe que hay algo más que fatiga cansando a Bill. Pero también sabe que Bill no esta de humor para soltar sus pensamientos en este momento.

Probablemente solo extrañe su casa. Razona consigo mismo y le manda una sonrisa gentil al pelinegro -¿Por qué no tomas un baño para relajarte?- Pregunta, aún acunando la mejilla de Bill en su mano.

-¿Un baño?- Bill alza una ceja -¿para relajarme?

Riéndose divertido, Tom coloca su mano en la estrecha espalda de Bill y lo guía hacia el baño. Empuja la puerta para abrirla con la punta de su zapato y enciende la luz. –Vamos, ayudará- trata de explicarle a Bill.

El chico junto a Tom mira la tina de baño con una mirada desconcertante apoderándose de sus facciones. Es bastante diferente del baño que tienen en casa, aunque claramente puede ver las similitudes. -¿Qué quieres decir con que ayudará?

-Calmará tus nervios- Tom dice, guiándolo un poco más adentro en el baño.

-Pero no estoy... tan sucio- Bill jala el collar de su playera y olfatea, haciendo una mueca -¿o sí?

El muchacho de rastas se ríe y sacude su cabeza, caminando hacia la regadera. –No, no es eso- dice, recogiendo la esponjosa toalla blanca del filo de la tina y colocándola sobre el inodoro cerrado. Agarra una pequeña botella y un objeto chiquito envuelto en algún tipo de papel del lavabo y los pone sobre en la parte trasera de la regadera. Girándose, le sonríe a Bill y elimina la distancia entre ellos. Delicadamente poniendo un mechón de pelo travieso detrás de la oreja del pelinegro, explica –Te ayudará a relajarte, Bill. Han sido un par de días muy largos, lo sé, y estoy seguro que tomar un lindo y tibio baño te ayudara a relajarte finalmente, ¿de acuerdo?

Bill suelta un suspiro ligero, sus ojos pasando a Tom por un segundo para mirar la regadera una vez más. Nunca ha escuchado un plan tan más raro antes; los baños eran estrictamente para limpiar la suciedad y mugre del día – no para relajarse.

Pero suena agradable, tiene que admitirlo.

-Esta bien- cede con un simple asentimiento de cabeza, sonriéndole a Tom.

**

Tom salta, maldiciendo al haberse accidentalmente golpeado la cabeza contra la cabecera, después de escuchar un fuerte "bang" desde el baño. Es el primer sonido que escucha desde hace media hora además del rocío rítmico del flujo del agua desde la regadera en el otro cuarto, y no suena como un muy amigable "bang". Normalmente lo ignoraría; la gente siempre esta tirando la barra de jabón o la botella del shampoo.

Pero este sonido... no lo puede ignorar tan fácilmente.

Sin perder un segundo, apaga la televisión puesta de forma opuesta a la cama y hace su camino al baño. Se detiene afuera de la puerta cerrada, mirando la madera en la opaca luz mientras escucha.

Al principio todo lo que escucha es el mismo silbido de la regadera, pero entonces sus oídos captan un sonido que esta fuera de lugar.

-¿Bill?- pregunta a través de la puerta. Gira la perilla y abre la puerta solo un poco. -¿Bill?

Se escucha el sonido del agua del otro lado de la habitación, mezclado con unos cuantos quejidos ahogados que Tom puede apenas escuchar sobre la regadera aún abierta. –Bill ¿todo bien ahí?- Trata de nuevo a través de la pequeña abertura entre la puerta y la pared, escuchando cuidadosamente.

Los quejidos aumentan de volumen, causando que los ojos de Tom se abran con sorpresa mientras avienta la puerta del baño y entra apresuradamente, no importándole que la puerta golpe contra la pared –Oh mi Dios, Bill...

La cortina esta recogida y aventada fuera del camino al frente de la regadera. El agua aún está corriendo al máximo. Y sentado en la orilla exterior de la tina con su espalda a la puerta, esta Bill, enredado en una de las toallas que Tom puso a un lado antes. Esta encorvado, su cabeza esta colgando entre sus hombros temblorosos, su cabello húmedo goteando sobre su espalda desnuda.

Cuidadosamente, Tom camina hacia la regadera y alcanza el grifo, empujando el pomo para cerrarla. Mir abajo hacia el drenaje y encuentra que el jabón de regalo aún esta envuelto, aunque terriblemente mojado, junto a la pequeña botella de shampoo. Ignora los objetos tirados en el momento y gira su cabeza hacia Bill.

Aún esta mirando a sus pies en la pequeña alberca de agua esperando vaciarse, no sintiendo la entrada de Tom.

Sin decir una palabra, Tom se agacha y se sienta en la orilla de la tina junto a Bill, pero mira en la otra dirección.

Espera por un minuto aproximadamente, escuchando los pequeños lloriqueos resonar en la habitación.
Espera por algo que se necesite decir, pero pronto caen victimas del silencio.
Ninguno de los dos habla por unos cuando minutos.

Varios minutos después Bill finalmente dice –Me he ido- su voz temblorosa y entrecortada.

Tom gira su cabeza para mirarlo -¿ido?

Bill también gira su cabeza, encontrando la mirada del muchacho. Sus ojos están hinchados, sus mejillas manchadas por las lágrimas. Su labio inferior tiembla mientras mira el rostro de Tom, sus ojos recorriendo las facciones rápidamente antes de posarse de nuevo sobre esas hermosas irises. –Me he ido, Tomi- susurra, las lágrimas que se había detenido momentáneamente de nuevo fluyen. Trata de mantener su rostro inmutable, trata de mantenerse fuerte, pero se rompe. El llanto escapa de su garganta, su rostro se contorsiona cuando el dolor arremete con más fuerza.

Cae contra Tom en cuestión de segundos, doblando sus brazos contra su pecho mientras Tom lo abraza con fuerza, manteniéndolo cerca.

-Me he ido- Continua diciendo entre su llanto en la playera de Tom, su voz ahogada y débil. Sus sollozos se convierten en quejidos de dolor y se aprieta más en los brazos de Tom, esperando nada más que desaparecer en el hueco que forman los brazos, el pecho y el regazo de su novio. Desea ser más pequeño para poder caber ahí sin dificultad. Lo intenta, se mueve en medio de sus lágrimas, retorciéndose y girando para tratar de que suceda, pero sus piernas son demasiado largas al igual que su torso y sus brazos están demasiado en el camino. Aceptando la derrota de nunca encogerse, su llanta se duplica.

Tom cuidadosamente baja del dilo de la tina hacia el suelo mientras Bill comienza a retorcerse continuamente en sus brazos. Una vez en el suelo, coloca al lloroso muchacho completamente sobre su regazo, acunándolo en sus brazos como a un niño. –Shh- susurra en el cabello mojado de Bill mientras busca por otra toalla cercana que gentilmente coloca sobre los hombros y la espalda desnuda del muchacho, dejándola como una sabana –Shh, Bill. Estás bien. No te has ido, Bill. Estás justo aquí...

El llanto se suaviza con las palabras tranquilizadoras de Tom, pero están muy lejos de detenerse. Bill escucha las palabras repetitivas a través de sus sollozos, a través del caos que son sus pensamientos en su cabeza. Se retuerce en el regazo de Tom, escondiendo su rostro en la ahora húmeda playera del muchacho de rastas –No existo- susurra.

-Bill, shh, sí existes. Estás aquí, Bill. Estoy aquí. Tú existes—

-No, no es cierto- Bill lo interrumpe, su voz un poco más fuerte mientras aleja su cabeza ligeramente del pecho de Tom- Me he ido, Tomi.

-Bill—

-He sido borrado.

Sus palabras se quedan en el aire por un largo rato, su significado entrando en sus cabezas y causando que sus lágrimas fluyan más fuertes mientras se atraganta con otro sollozo. Se agarra de la playera húmeda de Tom, retorciendo el algodón mojado entres sus dedos mientras trata de olvidar lo que ha dicho. Mira la camiseta de su compañero a través de sus ojos llenos de lágrimas, llorando silenciosamente mientras trata desesperadamente de enfocarse en el ahora, en el presente, en el futuro.

Pero incluso mientras trata de permanecer en el presente, sus pensamientos se vuelven al pasado. El enojo, su madre sollozante, la confusión, gritos, amenazas... jala más fuerte de la camisa cuando piensa en James.

-Bill... shh, vamos...

Escucha los intentos de Tom por silenciarlo, deseando que pudiera parar su llanto, pero cada vez que trata de retenerlos ellos mismos fuerzan su salida. Muerde su labio y esconde su cabeza debajo de la barbilla de Tom, tratando de encogerse una vez más –Yo no... No quiero ser borrado, Tomi- logra hablar con un pequeño chillido contra el pecho de su compañero

El pecho de Tom se aprieta con las palabras de Bill, dichas con ese tono tan indefenso.

Lo hacen sentir impotente. Quiere abrir la boca decir algo reconfortante, algo que haga que las lágrimas se detengan, algo que termine con el dolor y haga que todo este bien de nuevo.

Con cada sollozo que no puede detener, se siente más débil.

¿A quién estoy engañando? Se pregunta a sí mismo, apretando sus brazos alrededor de Bill. No puedo cuidarlo. No pertenece aquí. No puedo forzarlo a que se quede aquí. Cierra los ojos cuando otro sollozo doloroso llega a sus oídos. Nunca debí de haberlo arrastrado hasta aquí.

Retiene un suspiro, preguntándose por qué pensó que esto funcionaría en primer lugar. Es ridículo ¿verdad? ¿Sacar a alguien de su hogar y empujándolo a un lugar desconocido cien años en el futuro?

Necesito llevarlo a casa.

Y entonces recuerda el diario y a James y todo lo que les ha prometido.

Todo lo de las historias que has escuchado sucederá, recuerda leer en la carta que su abuelo le dio departe de James.

El pequeño no mentiría sobre algo como esto, ¿o sí? Si hizo una declaración tan clara y se aseguró que el mensaje fuera pasado por generaciones, debió de haber estado bastante confiado sobre eso, ¿o no? Él no haría todo ese trabajo con estos diarios y haber hecho observaciones tan descriptivas durante año si no estuviera seguro que su trabajo funcionaría al final.

Él dijo que todo funcionaría.
Él dijo que Bill vive en el presente con él.

Entonces todo va a estar bien, decide, sus ojos observando el tembloroso cuerpo acurrucado entre sus brazos. Respirando hondo, coloca su mejilla sobre la cabeza de Bill mientras lo sostiene cerca y trata lo mejor que puede de evitar que sea borrado completamente.

**

Bill se gira en la cama tiempo después, abriendo sus ojos para encontrar la habitación oscura con un imperceptible brillo iluminando el techo a su izquierda. Rápidamente parpadea varias veces, frunciendo el ceño ante los aburridos remolinos en el techo mientras trata de recordar que pasó. Su cabeza duele, no de la misma manera que un golpe, pero puede sentir unas ligeras punzadas justo debajo de sus ojos. Despreocupadamente masajea el área adolorida mientras traga con dificultad, tratando de humedecer su boca seca. Hace una muerta ante el sabor. Es horriblemente amargo, y hace que su cabeza duela más.

Suspira para sus adentros, dejando que sus parpados se cierren y mueve su mano de su frente para cubrir sus ojos. Sus dedos suaves recorren la seca y lastimada piel. Encuentra sus ojos hinchados.

-¿Bill?

Quita su mano de sus ojos, reteniendo un grito de sorpresa ante la repentina voz. Aún no ha recordado donde está.

-¿Si?- pregunta después de un momento. Su voz rota por la fatiga.

Espera por una respuesta, pero sus oídos sólo escuchan nada más que un bajo, irritante y fastidioso zumbido que muchos confunden con silencio. Después de un minuto gira sobre su lado izquierdo, hacia la suave luz y el sonido de la voz que ha llamado su nombre.

Está más que complacido cuando encuentra a Tom yaciendo junto a él, sus ojos negros mirando intensamente a Bill, la preocupación cubriendo su frente fruncida.

-¿Cuán tiempo llevas despierto?- pregunta, sus facciones estoicas mientras levanta su manos y recorre con su dedo un lado del rostro de Bill.

Los ojos de Bill se cierran y acerca su mejilla hacia el toque. –Mm, no mucho- Una sonrisa adorna sus labios un momento –Un par de minutos o algo así- Se relaja mientras los dedos de su novio acarician las adolorida y lastimada piel, el toque frio sacándolo de su estupor en el silencio que le sigue.

Minutos después, la mano se detiene -¿Qué pasa?- pregunta, abriendo sus ojos y mirando los de Tom.

-¿tú... te encuentras bien? ¿Ahora quiero decir? ¿O lo estarás?

Bill sonríe y agarra la mano del chico de rastas que esta en su mejilla, envolviendo con sus dedos la mano mientras lentamente la lleva a sus labios –Estaré bien, Tomi- responde con voz suave antes de presionar sus labios entreabiertos en la palma de Tom con un beso tierno.

-¿Estás seguro?- Tom pregunta, esperando evitar lo más posible que se repita lo de esa tarde.

-Bien, Sr. Kaulitz,- Bill comienza con un pequeño brillo en sus ojos y una pequeña sonrisa traviesa jalando sus labios –Lo estaré, mientras que usted esté a mi lado- desliza sus dedos entre los de Tom por detrás y de nuevo presiona sus labios en la palma abierta –¿Sólo... quédate aquí conmigo por un tiempo?- pregunta sus cejas alzándose en plegaria.

La preocupación se borra del rostro de Tom, sus facciones se suavizan con las palabras de Bill. Una sonrisa encuentra su camino a sus labios por la primera vez en horas.

Se mueve para facilitar el camino que Bill está acortando para colocarse encima de el, una posición que toma sólo cuando necesita que lo mantengan cerca para saber que está seguro. Tom acepta y enreda su brazo cómodamente alrededor de la espalda del pelinegro, inclinando su cabeza para plantar un beso prometedor en la frente de Bill. –No te preocupes- le asegura en un susurro –No me voy a ningún lado.

-Bien- responde, sonriendo contra el pecho que sube y que baja. Exhala profundamente, sintiendo como sus nervios se relajan rápidamente. –Lo siento yo, ¿cómo le dicen hoy en día? ¿Me espanté? Siento haber hecho una escena hace rato- murmura suavemente, lamiendo sus labios de forma cansada- Creo que estaba—

-Shh, Bill, está bien- Tom replica calladamente- Lo entiendo. Estas nostálgico y... no tienes que explicarlo, ¿de acuerdo?

-¿Nostálgico?- se pregunta primero antes de estar de acuerdo- Supongo que lo estoy.

Tom respira hondo, exhalando lentamente mientras permite que sus ojos se cierren. Sus manos se mueven sobre la espalda de Bill de forma reconfortante a un ritmo lento, de forma inconscientemente mientras habla casi inaudiblemente –Sabes que no te has ido para siempre, Bill. Aún puedes visitar tu casa—

-Pero Tomi...- comienza pero vacila.

Tom detiene el movimiento de sus manos en la espalda del pelinegro, abriendo sus ojos solo para encontrar a Bill mirándolo fijamente -¿Qué?- pregunta muy bajito, no esperando romper el silencio de la habitación.

Bill curva sus labios en una pequeña sonrisa, sus ojos rompiendo el contacto cuando se sonroja, a pesar de que su sonrojo pasa inadvertido en la oscuridad del cuarto. –Tomi, esta es mi casa- dice de manera gentil. Obliga a sus ojos a mirar a Tom. –Mi nueva casa.

-Esto es sólo un hotel, Bill...

-¡No! Tom ¡No esto!- dice, su voz elevándose un poco mientras señala la habitación- No me importa el hotel, Tom, lo sabes. Quiero decir- se detiene otra vez, agachando la cabeza mientras su ojos se ponen al mismo nivel que los de Tom. Pone una mano sobre el pecho de su novio, levantando su cabeza un poco más para verlo mejor- Quiero decir esto- dice, presionando gentilmente el lado izquierdo de Tom, justo donde su corazón se sitúa. Sonríe dulcemente –Tú, yo, esto- casi susurra –es mi nueva casa.

Se miran por otro momento, sus ojos atrapados en los del otro, intercambiando unas cuantas palabras sagradas que significan demasiado para ser dichas en voz alta.

Los labios de Tom forman una sonrisa complacida-¿Es una mudanza permanente?- pregunta, pasando sus dedos por el cabello suelto de Bill.

El muchacho angelical se estira hasta que puede alcanzar la barbilla de Tom, donde deja un beso casto con sus labios entreabiertos. –No planeo buscar por una casa nueva en el corto plazo, Sr. Kaulitz- dice y le sonríe a Tom de manera juguetona en la tenue luz.

-Entonces ¿estás aquí para quedarte por siempre?

Bill ignora el calor que se apodera de sus mejillas, forzándose a si mismo a mirar al de rastas a los ojos y la mirada curiosa llena de pasión que existe en ellos. –Estoy aquí para quedarme por siempre.

Deslizando su mano desde el cabello negro, pasando por su mejilla y hasta que llega al mentón, inclina su cabeza hasta que sus labios chocan con los de Bill profundamente, chocando con caricias tiernas. Separándose después de un largo rato con una sonrisa iluminando su rostro, dice –Entonces bienvenido a casa, Sr. Trümper.


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