Escribo por dormir y para estar despierto.
(Si unos versos acunan, de otros Morfeo huye).
Escribo por sentir y purgar sentimientos.
(Si un verso es para amar, otro el amor destruye).
Escribo por morir y para no estar muerto.
(Si un verso es de Caronte, vida por otro fluye).
Escribo por huir, también para el regreso.
(Si un verso es despedida, otro el regreso incluye).
Escribo porque escribo versos alejandrinos,
coplas y seguidillas, romanceros y silvas,
sonetos estrambóticos, y a veces sonetillos.
Yo lo aprendí por Lorca y por Manuel María,
por Antonio Machado y por Rubén Darío,
y ya no digo más pues falta Rosalía.
Luis Alberto de Cuenca
(que también tengo deuda y espero no lo anote),
Gurruchaga y la orquesta van en el estrambote.
