Detrás de cada desgracia,
hay siempre otra mayor
de infinita tristeza
con la que nuestro corazón
se somete a ese dolor
que, como al eco la voz,
precede a la despedida
y, cuando ya sucedió,
transmuta en melancolía.Detrás de cada invierno,
siempre estarán por llegar
otros inviernos, más fríos,
que vendrán a congelar
aquellas almas que anhelan
los abrazos que calientan
cuando compartes la vida
y faltan en las ausencias
entre vaho y neblinas.Los abrazos que hacen falta
en toda melancolía.