Al túmulo de un pueblo

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¡Voto a Dios que me espanta tal grandeza
de un pueblo que no sé ya describilla!
Porque ¿a quién no sorprende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?

Un pueblo con mentira y sin cabeza,
que se cree la patraña y muletilla
que tocando doquiera el oro brilla
y en sus poros rezuma la nobleza.

Que el vecino les roba hasta los muertos.
Que la libertad es la algarada
(y no ley y respeto al diferente).

Que fueron, de los pueblos, los electos.
Que el engaño es verdad y ésta es vedada
por demagogia que a la turba miente.

Y luego, incontinente,
exige votarlo todo una jornada
y no poder votar ya nunca nada.

Fdo:  Miguel de Cervantes y Juan de Enero

Relicario de aullidos disecadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora