Al pie de un carballo centenario
dejad mis despojos en la tierra.
O echad mis cenizas a un regato;
¡mirad cómo el agua se las lleva!
O aventad mi polvo hacia el océano,
quizá en un cantil, allá en Fisterra.
O quemad mi cuerpo en una pira
sobre un arenal que al mar espera
ardiendo en la noche de San Juan,
después, que me lleve la marea.Mas no cedo el alma a un cementerio,
allá donde están las rosas muertas,
allá donde el pájaro se calla,
allá donde la noche es eterna
y todas las flores se marchitan,
y todas las lágrimas se secan,
y todo es desierto y es olvido,
y es la soledad toda certeza,
y es por toda música el silencio,
y es toda visita... despedida.