Un Manhattan y un vals del revés

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Me sacaste a bailar en tu fiesta
mientras yo me apoyaba en la barra
del casino en tu cumpleaños
bebiendo un Manhattan,
y dos
y tres...

- Yo te invito,  muchacho, en mi santo
 a un Manhattan y a un baile, si bailas,
 con un beso de amor en los labios.
 Un beso y, si me amas;
 ay, dos
 y tres...

Me dijiste que no era educado
que un chico tan guapo mirara
como bailan, un vals, chicas solas.
Ese vals que conmigo bailabas,
y dos
y tres...

En el cielo lucía la luna,
a través de las grandes ventanas,
y en cristales de arañas de plata
se nos reflejaba,
y tú
también.

Decidiste que yo era el regalo
y quisiste llevarme a tu casa
y dejarme una vez reflejar
en tu piel de nácar,
y dos
y tres...





Relicario de aullidos disecadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora