Aire negro

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No estaré ya mañana, no. No me esperéis porque
soplará un aire negro sobre mi calavera
desprendiendo la carne que quede todavía.
No, no me esperéis porque mi sangre será polvo, serán polvo mis venas,
y será el corazón
sólo polvo y arena.

Y en el viento zaíno que llevará la sombra
a mis huesos vacíos, sin sentires ni penas,
se encontrará el oxígeno que avivará la llama
de un olvido postrero en que ya nada vuelva
de mi recuerdo, nada.
Ni una humilde pregunta habrá de mí siquiera,
nada

No, no me esperéis porque ya no estaré mañana.
No quedará de mí nada sobre la tierra.
Me iré con silencio, como se va a niebla,
y no quedará
nada.


Relicario de aullidos disecadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora