He visto sajar los abscesos del alma

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Yo, he visto sajar los abscesos del alma.
He visto cómo son, y cómo son drenados
de un cúmulo de pus y carne putrefacta.
Basta con perforar donde han fistulizado.

He metido los dedos con la mano enguantada.
He sentido el hedor del tejido dañado
por la putrefacción que un alma abandonada
desprende, sin descanso, por quien había amado.

Porque pude palparlas conozco las texturas
de todas las heridas que jamás cicatrizan,
de todas las heridas que resisten al tiempo.

No existe cementerios, ni existen sepulturas,
que entierren los forúnculos que el alma contaminan.
Porque pude tocarlos, conozco el sufrimiento.




Relicario de aullidos disecadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora