Cap 28. Un ritual ancestral.

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Hermione se recostó sobre el pecho de Severus con una gran sonrisa dibujada en sus labios. Su temible profesor de pociones, aún recuperaba el aliento bajo el peso de su cuerpo. Una luz de alarma se encendió en su cabeza y se incorporó de golpe, poniéndose de pie, mientras se colocaba bien la falda. Acaba de volver a la realidad, lo que acababan de hacer había sido muy arriesgado... Se habían dejado llevar por el momento sin pensar en las posibles consecuencias. ¿Y si los hubiera sorprendido alguien? O algo mucho peor... ¿Y si los hubiera pillado Harry? Snape se incorporó maldiciendo entre dientes, mientras se recomponía sus impecables ropas oscuras y se sacudía del pelo las hojas secas de los árboles.

-¡Harry!-dijo con preocupación la Gryffindor- ¡Seguro que me estará buscando! Tengo que irme...

Hermione dio un paso, volviéndose, pero la mano de Snape se aferró con fuerza en su brazo.

-¿No pensarás que dejaré irte? Aún queda mucha noche por delante...

-Pero Severus... mi amigo...- dijo dudando, mientras se perdía en aquellos ojos negros.

-Ya volverás con él mañana... no se va a perder...

-No, no puedo...-dijo no muy convencida- ¿Y qué le diré?

Snape alzó una ceja.

-Sé que no te gusta mentir, pero mañana por la mañana cuando vuelvas, le puedes contar que un mortífago te atacó y te dejó inconsciente...

-Pero Snape, yo no sé mentir... y eso es una gran mentira.

Severus acercó sus labios a su oído, pudiendo notar su cálido aliento golpeando su cuello con voluptuosidad. Le susurró con esa voz sedosa, que tan bien sabía usar, que tanto la perturbaba.

-Si vienes conmigo, - dijo arrastrando las palabras- juro que te dejaré inconsciente cuando acabe de hacerte el amor.

La chica sintió como su cuerpo se estremecía desde la cabeza a la a punta de los pies. Aquel hombre sabía cómo hacer que su cuerpo se erizase sin necesidad de tocarla. Dudó un momento y volvió la cara, encontrándose con aquellos ojos negros suplicantes. Titubeó, cogiendo la mano que la tenía aferrada por el brazo y estrechándola con fuerza.

-Vámonos... me voy contigo a donde tú quieras...

Hermione se dejó arrastrar, sumisa, por su profesor de pociones. La dejó que la abrazase, haciendo una desaparición conjunta. Llegaron a la linde de un bosque que le resultaba familiar. Severus la tomó de su mano y la conducía a través de un sendero del tenebroso bosque prohibido. La había llevado de vuelta a Hogwarts, pero no entendía cómo había podido aparecerse dentro del colegio, quizás era una de las ventajas de ser director.

Llegaron sigilosos al sauce boxeador. Con sumo cuidado, para que nos los descubriera nadie. Snape, que ya conocía la forma que el árbol dejase de agredir a todo aquel que se le acercaba, apretó los nudos de su tronco, dejándolo totalmente inmóvil. Severus le hizo un gesto caballeroso a Hermione, para que entrara a aquel húmedo pasadizo que la conducía directamente a la casa de los gritos. Cuando entró él, volvió apretar los nudos del tronco, dejando en "libertad" otra vez al violento árbol, que intentó en vano golpear al profesor.

Caminaron por aquel pasadizo, que olía a tierra mojada, parándose cada dos metros para dedicarse besos desesperados. Se hallaban ansiosos uno del otro. Era un sueño tenerle entre sus brazos otra vez. Hermione disfrutaba de cada segundo al lado de Snape, había pasado tanto, había sufrido en demasía por lo ocurrido aquella noche en la que Dumbledore... No quería recordar eso ahora.

No te acerques tanto a mí. (Sevmione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora