Cap 30. El final del camino.

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Hermione se deslizó al interior de la tienda de campaña. Harry se apresuró abrazarla con fuerza, con lágrimas en los ojos.

-¡Hermione pensaba que te habían capturado!

-Me atacó un mortífago... pero estoy bien.

-¡No sabes lo mal que lo hemos pasado!- gritó el muchacho, soltándola al fin.

-¿Pasado?- dijo con extrañeza Hermione, entonces se percató de una presencia que se mantenía en un segundo plano. Ron estaba allí de pie, lleno de vergüenza. Los había abandonado antes de navidad, dejándolos a los dos con el marrón de destruir los horrocruxes.

-¡Tú!- dijo la chica furiosa, y sin más dilaciones, se acercó a él y le pegó una sonora bofetada. Harry se apresuró a contener a su amiga, que quería volver a golpearle a toda costa.

-¡Cómo te atreves a volver después de habernos dejado tirados! ¡Cobarde de mierda!

-Tranquila Herms... confía en mí.

La chica se tranquilizó, sólo porque se lo había pedido su mejor amigo. Le dedicó una última mirada de desdén al pelirrojo y se sentó en una silla.

-No sabes lo que nos pasó anoche...- dijo Harry lleno de felicidad, mientras le enseñaba la espada Gryffindor a su enfurruñada amiga.

Ella sonrió. Sabía quien les estaba ayudando en la sombra.

Hermione desde la noche de su boda, comenzó hacer gala de ciertos conocimientos que no dejaban de sorprender a sus amigos. Ya estaban más que acostumbrados que la chica los superase en cuanto a sabiduría y a conocimientos en general... Pero últimamente daba un poquito de miedo. Sabía cosas que era inexplicable que supiese, ya que estaban aislados del mundo exterior y era ridículo pensar que lo hubiera sacado de algunos de sus libros.

Harry la observaba sin que ella se percatase, notaba cómo a veces se quedaba ensimismada, con la mente perdida a varios kilómetros y murmurando cosas que era incapaz de escuchar. Quizás la chica sí que tenía un ojo interior, con el cual podía adivinar todas esas cosas...

Hermione lo estaba pasando realmente mal. Ya no sólo por lo que traían entre manos sus amigos y ella, si no que entendía en carnes propias, lo mal que se pasaba como agente doble. Naturalmente el caso de su marido era diferente, ya que ella estaba rodeada de amigos, pero tenía ciertas similitudes. Debía tragar con ciertas cosas que sabía y no poder compartirlas con sus amigos, sobretodo con Harry.

Después estaba el dolor de la separación. Le extrañaba muchísimo. Al cabo del día, se concentraba varias veces para que sus almas se conectasen, para poder al menos sentirle en la lejanía y en contadas ocasiones, habían sido capaces de conectarse telepáticamente, pero a eso no se arriesgaban a probarlo con insistencia, Severus podría tener problemas, y eso era lo último que quería Hermione. Así que lo habían reservado para cuando verdaderamente necesitaban decirse algo.

Aunque a veces, la conexión se realizaba por sí sola. Ocurría cuando algunos de los dos se hallaban en una situación límite. Hermione había presenciado a través de los ojos de su marido, la profanación de la tumba de Dumbledore por parte de Voldemort. Había sentido las náuseas y el asco que había inundado a Severus. Al igual que él, que había presenciado, lleno de frustración cómo Bellatrix había torturado a su mujer, resuelto ha mandar todo el plan a paseo para ir en su busca, cuando fue adelantado por aquel pequeño elfo... Al que por desgracia jamás podría agradecerle lo que había hecho. Se prometió respetar esa noble raza.

No te acerques tanto a mí. (Sevmione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora