Cap 21. ¿Se puede saber qué hace besando al profesor Snape?

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Severus Snape yacía todavía inconsciente en el suelo, cuando Hermione y el director llegaron al despacho del profesor. Albus se acercó rápidamente al profesor de pociones mientras sacaba su varita.

-¿Qué le ha pasado Hermione?- la interrogó, mirándola tras esas gafas de media luna.

-¡No lo sé señor! Lo... Yo...- Hermione titubeó. Se acababa de dar cuenta que al ir a buscar al director, había sido como contarle su relación con el profesor. Decidió que no era el momento de buscar excusas, era mejor decir la verdad que perder el tiempo inventando una mentira, que seguro que el mago no creería.- Le esperaba... llegó hace unos minutos, entró por la chimenea, dio un par de pasos tambaleándose y cayó desplomado en el suelo...

Albus le cogió el brazo y le miró la marca tenebrosa. Hermione nunca la había visto con tanta nitidez, siempre la había visto como desteñida, como si se tratase de un tatuaje muy antiguo que pierde el color por el paso del tiempo, además se movía.

El director dejó escapar un pequeño quejido y le tomó el pulso, presionándole la misma muñeca, unos pocos centímetros más abajo de la marca tenebrosa, que seguía retorciéndose en su piel.

-Está muy débil.- sentenció el anciano.

Albus apuntó con su varita al malherido profesor de pociones y con un hechizo de levitación lo llevó a la cama. Lo dejó caer con delicadeza encima del colchón y comenzó a murmurar un hechizo. De la punta de su varita comenzó a brotar una luz blanquecina, densa como el humo de un cigarro y caía sobre el cuerpo de Severus.

Hermione miraba nerviosa la escena, furiosa consigo misma por no ser de ninguna utilidad.

Entonces Snape abrió los ojos abruptamente.

El grito que salió de sus labios fue desgarrador. Snape gritaba de dolor y se retorcía con violencia en aquella cama. Hermione se encogió asustada, como si quisiera replegarse en sí misma. Nunca le había visto así... sentía un miedo profundo, desgarrador. Temía perderle y ese miedo primario se había revelado desde lo más profundo de su ser.

-¡Haz que pare, por favor!- le pidió Hermione al anciano director con los ojos llenos de lágrimas.

Albus seguía recitando su hechizo sanador. El anciano director no pudo evitar que se le resbalasen por la cara unas lágrimas. Su cara estaba desencajada de preocupación sincera, sufría mucho por Severus.

-Ya pasó muchacho...- le susurró- ya estás en casa, ya estás a salvo...

Snape seguía retorciéndose de dolor, sus gritos se clavaban en la cabeza de la joven, como si la golpeasen con un martillo. Ella se acercó a su rostro, ya sin preocuparse por disimular delante del director comenzó a besarle por toda la superficie de su cara.

-¡No te mueras Cariño! ¡No te mueras!- decía entre soñozos- ¡No sé que haría sin ti! ¡Por favor!

-¡Maldito Tom!- murmuró Dumbredore.

Hundió su joven rostro en su cuello, que estaba muy frío y comenzó a llorar encima de él desconsoladamente. Poco a poco sus gritos cesaron y su respiración volvió se volvió tranquila y relajada, Dumbledore seguía murmurando su hechizo.

Hermione sintió como su mano se posaba suavemente sobre su cabeza. La chica alzó un poco el rostro, Snape la miraba con sus ojos negros, mientras respiraba fuertemente.

-No llores nunca, Hermione. No llores nunca por mí...

-¡Severus!- dijo Albus con una gran felicidad.

No te acerques tanto a mí. (Sevmione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora