Cap 3. Otra noche larga

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Hermione se apresuró a recoger su libro del suelo. Aquel cabestro se lo había lanzado con un desprecio absoluto y ahora la observaba con una autosuficiencia que despreciaba. Intentaba contener su lengua, después de todo se trataba de Snape y cualquier enfrentamiento en su contra era una mala idea. Pero ver su preciado libro tirado en el suelo... había mancillado algo que ella trataba con tanto cariño, el recuerdo del día que sus padres se lo regalaron, los momentos tan gratos que había pasado leyéndolo una y otra vez... tratado como si fuera una vulgar basura.

Aquello fue superior a sus fuerzas.

Aquel hombre había herido sus sentimientos y encima había pasado toda una tarde destripando sus estúpidos peces. Su paciencia se había terminado y a pesar que su instinto de auto conservación había encendido todas las alarmas, ella ya había tomado la decisión de no contener su ira.

-¡Es usted despreciable!- gritó todo lo que pudo su frágil voz de adolescente.

-¿Qué acaba de decir, Granger?-espetó el hombre levantándose del sofá como accionado por un resorte.

-Usted es la persona más despreciable, amargada y cruel que he conocido jamás...

Snape la miró sorprendido, no se esperaba que lo repitiese y además añadiendo cosas.

Hermione cerró un puño con fuerza, insuflándose valor. Ya el daño estaba hecho, ya no podía amedrentarse, en lo único que pensaba era en sacar toda su furia contra su odioso profesor de pociones.

-Es más, se pasa el día pisoteando los sentimientos y el amor propio de los demás. ¡Claro como carece de ellos!

Hermione miró el rostro furibundo de su profesor. Por un momento sintió miedo. Parecía que se debatía con el deseo de lanzarle un maleficio y de los chungos.

-¡Cállese de una vez niñata estúpida!-gritó casi desgañitándose.- Estoy harto de aguantar sus idioteces. Despídase de todos los sábados tarde hasta navidad y de treinta puntos para su casa... Y ahora lárguese de aquí, antes que me enfade más y termine maldiciéndola.

Hermione salió de allí a tropel, no sin dar antes un fuerte portazo que retumbó por todo el castillo.

Se dirigió a la torre Gryffindor mientras maldecía en voz alta. Le daba igual quién la pudiera escuchar, lo que más le apetecía era descargarse contra aquella figura siniestra del profesor. Le dio un puntapié a una armadura y mandó al carajo al fantasma Peeves que se alejó pronunciando las palabrotas más mal sonantes y ordinarias del diccionario y algunas otras que dudaba mucho que aparecieran.

En la sala común descansaban sus amigos en un viejo y raído sofá frente al calor de la chimenea. Todos se apresuraron a saludarla al verla entrar a través del retrato. Hermione se dejó caer a peso sobre el cómodo sofá. Crookshanks fue ronroneando hasta ella y se frotó contra sus piernas. Seguro que el gato estaba encantado del aroma que desprendía aquella tarde su joven dueña.

-¿Qué tal te ha ido con Snape?- Quiso saber Harry.

-Fatal, el muy bastardo me ha castigado todos los sábados hasta navidad.- comenzó a contar haciendo exagerados aspavientos.- Digamos que hemos tenido un cambio de "impresiones". ¡Menudo imbécil!

-Pero eso es un abuso.- le dijo Harry- Deberíamos hablar con el director. Snape se ha pasado de la raya contigo...

-Bastantes problemas tiene el director para que yo vaya ahora a complicarle la vida.- indicó Hermione aún enfadada.- Además, le llamé amargado y despreciable, así que no creo que esta vez tenga las de ganar.

No te acerques tanto a mí. (Sevmione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora