Cap 12. ¿Querrás rectificar las líneas de mis manos?

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Hermione terminaba de preparar sus cosas del colegio. Su madre, la observaba con la mayor de las angustias desde el quicio de la puerta de su dormitorio. Sólo tenía que contemplar el rostro de su hija, para comprender que algo le ocurría; Las noches que había pasado en casa, había dormido mal, estaba taciturna, despistada, montada en una nube continuamente. Su hija no era así, al menos últimamente había cambiado mucho. Desde que había conseguido encontrar un hueco en su mundo, se había vuelto más alegre, más sociable. Además, por fin en su vida, su hija tenía amigos, que no la consideraban el bicho raro del colegio, ni se metían con ella.

-Hermione. ¿Te ocurre algo cariño?- La chica inclinó la cabeza curiosa- Me lo puedes contar todo...

-No me pasa nada mamá.

La madre de Hermione se dejó llevar por su intuición. Ella no era bruja como su hija, pero el amor que sentía una madre por sus hijos, es mucho más fuerte que cualquier hechizo...

-¿Es por un chico?- La chica la miró muy seria- Es eso... ¿Verdad?

-No mamá.- Hermione torció el gesto. Francamente no mentía, ya que Snape hacía mucho tiempo que había dejado de ser un chico.

-He dado en el clavo... Mira cariño, he tenido tu edad y comprendo que quizás no quieras compartir esto conmigo. Sólo quiero darte un consejo: Sé tú misma.- Hermione le dedicó una leve sonrisa a su madre- No te apagues nunca por nadie, si él no te quiere, la vida sigue, ya se te pasará. Eso significa que quizás no era el indicado para ti. Pero si te quiere... disfruta de ello cielo. El amor es el sentimiento más puro que jamás puede llegar a sentir nadie...

-Mamá no es tan sencillo.

Su profesor de pociones era la persona más desconcertante que había conocido nunca.

-Sí que lo es, a veces somos nosotros los que nos complicamos innecesariamente. Lo importante es el amor, lo demás es segundario...

Hermione le dio un gran abrazo a su madre, agradecida por el sabio consejo que acababa de darle. Ella le besó en la frente, con la delicadeza del que sólo una madre es capaz. Por un momento sintió lástima por su madre, ni siquiera tenía la leve sospecha de los pensamientos bulliciosos que la acompañaban desde aquel beso con su oscuro profesor...

-Pero conserva tu virginidad hasta el matrimonio...

-¡Mamaaaaaá!- La censuró.

Ambas se echaron a reír.

-Lo que no entiendo es cómo llevas el baúl repleto de nuevas novelas. Creía que en ese colegio os daban mucho trabajo, en tus cartas nos cuentas que siempre andas agobiada. ¿Cómo es que te da tiempo para leer todo eso?

Hermione se encogió los hombros con una sonrisa en los labios. Aquello era un secreto...



Severus Snape se dirigió a su despacho asqueado, con esa expresión tan suya, como si hubiera lamido un limón. Aquellos mocosos habían vuelto a tomar el castillo, así que la tranquilidad que había respirado durante las navidades había llegado a su fin. Su mal humor habitual se hallaba sutilmente mezclado con un nuevo sentimiento que intentaba ahogar: le comía la impaciencia.

Ella seguro que se encontraría ya por el castillo, podía sentir su presencia, así que sólo era cuestión de tiempo que diera lugar un pequeño encuentro. ¿Y después qué Severus? ¿Qué se suponía que iba hacer? Pues nada en absoluto. Había tomado la firme decisión de alejarse de ella a toda costa, y lo cumpliría. Ya había procurado que ella se enterara de ello...

No te acerques tanto a mí. (Sevmione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora