Cap 17. La sala de los menesteres.

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Advertencia: Este capitulo contiene escenas de cama, o sea, sexo explicito. Es para mayores de 18 años, si lo lees es bajo tu responsabilidad.

Severus Snape entró en la sala con cierta reticencia. ¿Cómo era que en el fondo no le sorprendía que Hermione supiera la ubicación de aquella sala? Después de todo, San Potter y sus amiguitos habían demostrado cierta facilidad para poseer información que no debieran desde su primer año. Sus ojos recorrieron la habitación...

-¡Hermione!- dijo sin salir del asombro- ¿Se puede saber para qué demonios has pedido la sala?- Se cruzó los brazos y aguardó con semblante serio la respuesta. La chica se ruborizó un poco.

-Sólo he pedido una sala para que pudiéramos conversar...

Snape alzó una ceja.

-¿Conversar?- preguntó incrédulo- ¿Entonces me puedes decir por qué no hay ni una sola silla en toda la sala?

Una chimenea ardía al fondo de la sala, que iluminaba con una luz tenue la habitación. También había unas pequeñas velas flotando por la estancia, como solían haber en el gran comedor. Una gran alfombra cubría toda la superficie del suelo dándole una placentera calidez. Había una pequeña mesita con licores y una gran fuente de fresas con otras frutas y en mitad de la sala, frente la chimenea, una gran cama cubierta con pétalos de rosas.

Snape escrutó toda la habitación con la mirada, se olía una nueva encerrona. La leona lo tenía acorralado y él... no estaba muy seguro de querer huir.

-Además, yo no debería hablar contigo... Preferiste hacer el cafre con sus amigos, en lugar de una tarde apacible en mi compañía.

Ahora la que alzó la ceja fue Hermione. Las tardes en su compañía eran de todo menos apacibles...

-Venga, no te pongas así...- comenzó ronronear Hermione- Estaba mal que me fuera de mi propia fiesta de cumpleaños, además fuiste tú quien insististe que me fuera con mis amigos... lo hemos pasado en grande... hasta Neville se ha pillado una cogorza de campeonato.

Snape no pudo evitar una sonrisa maliciosa.

-Por favor, evítame los detalles escabrosos... Estoy terriblemente enfadado contigo...

Hermione se le acercó con una sonrisa pícara. Sabía que no era verdad.

-¿Qué puedo hacer para que me perdones?

-En serio Granger, debemos irnos de aquí... Está mal, a esta hora deberías estar durmiendo en tu cama.- Snape resaltó las palabras "tu cama" arrastrando un poco las sílabas.

¿Qué es lo que quería de él? ¿Por qué no le arrancaba la piel a tiras de una vez? La chica lo miraba fijamente, ya había superado su rubor, parecía segura de sí misma. Aquella mirada le era familiar, la misma que reflejaron sus ojos aquella noche cuando lo aguardó en la puerta de su despacho... La chica deseaba algo y su profesor sabía el qué. La cuestión es si lo conseguiría... había ido a reclamar lo que era suyo.

No debía flaquear, su voluntad estaba casi doblegada a la muchacha, como si le hubieran lanzado una maldición imperius, carente de poder de decisión. Hermione sonreía, sabía que estaba ganando otra batalla. Se acercó a su profesor y le abrazó por el cuello.

-¿De verdad quieres irte Severus?- Hermione le pasó los labios por el cuello, podía sentir su respiración cada vez más agitada.- ¿Tienes miedo a que te haga daño?

-¿Se puede saber qué quieres de mí Hermione?- dijo Snape con esa voz sedosa que la volvía loca.

-Quiero... quiero que me hagas el amor.- dijo susurrándole en el oído.

No te acerques tanto a mí. (Sevmione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora