Capítulo 14

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Un ruido en el dormitorio de mi papá me despertó a mitad de la noche. Era él que estaba arreglándose para salir hacia la escuela ya que habían encontrado varios agujeros en el campo de Lacrosse.

Me vestí rápidamente y trate de seguirlo, pero mi padre me quitó mis llaves del Jeep y se las llevó con él. Esto era injusto, yo solo quiero ayudarlo y él lo único que quiere es que vaya a la escuela.

Llame a Malia para que viniera por mí. No quería hacerlo, no quería llamarla. La culpa y la vergüenza me carcomían por dentro. Pensar que tendré que ver de nuevo la misma expresión que todos tenían cuando yo era el Nogitsune era horrible. No quiero volver recordarlo. No quiero que vuelva a pasar. Y menos incluyendo a Malia ahora.

Ella no me habló en todo el camino hacia la comisaria. Todavía estaría enojada conmigo por lo de anoche y, tengo que admitir, que yo también lo estaría conmigo si fuera ella. Cuando dormía con Malia las preocupaciones se iban; solo éramos ella y yo. La noche pasada no dormí mucho por lo mismo, las preocupaciones estaban ahí. No se iban.

Entramos a la comisaria y mi padre estaba caminando hacia su oficina con una taza de café en las manos. Cuando vio que igualmente me salí con la mía suspiró resignado y nos hizo un gesto con la cabeza para que entráramos a su oficina.

Me estoy arrepintiendo de haber venido hacia acá. Mi padre incluyó a Donovan en la lista de quimeras y, cuando Malia lo dio por muerto, él no la dejo hacerlo porque quería ver el cuerpo antes de sacar alguna conclusión. Lo que significaba que al no encontrar el cuerpo nunca se cerrará el caso de Donovan, siempre quedara en el aire... siempre quedara la sensación de culpa en mí.

Lo único bueno que salió de la excursión en la comisaria, fue que pude concluir que estos adolescentes tendrían que tener algo en común. Los doctores del miedo se tomaron muchas molestias, y por algo eligieron a estos adolescentes.

Le pedí mis llaves a mi padre y, con una advertencia, me las devolvió. Luego me subí al asiento del copiloto del auto de Malia y partimos hacia la escuela. Estaba un poco nerviosa cuando empezó a conducir. Lo hacía muy bien, no sé porque quería practicar más, ya lo hace perfecto.

― ¿Por qué me miras?― Su voz me sacó de mis pensamientos.

―Yo...― Me costó salir de mis pensamientos, pero sacudí la cabeza y le regale una pequeña sonrisa.― Me alegro mucho de que aprendieras a conducir. Lo haces muy bien.

― ¿Enserio?― Me sorprendo al ver que se sonroja. Sonrío y trato de ocultarla con mi mano.

―Eres una de las personas que si se propone algo lo consigue.― Inconscientemente mi mano va hacia su pierna y se la acaricia. Malia mira mi mano y frunce el ceño.

―Stiles, tenemos que hablar sobre tu actitud de ayer.― Desvío la mirada hacia la ventana.― Estabas extraño. Algo te estaba ocurriendo ¿Me quieres contar el que?

La vuelvo a mirar a los ojos. Podía ver preocupación en ellos. A lo mejor si se lo contaba me comprendiera y me lo perdonara. Malia me quiere, no dejara que algo como lo ocurrido con Donovan arruine lo de nosotros. Ella me seguirá queriendo.

Toda idea de decírselo se desvanece con ese último pensamiento. No merezco que me siga queriendo, no merezco que me lo perdone. Malia todavía tiene inocencia en su mirada, no me puedo aprovechar de eso. Además ¿cómo me perdonara si yo nunca me lo perdonare?

―Ayer me sentía mal, creo que me voy a enfermar.― Malia frunce el ceño y saca mi mano de su pierna. Suspiro.― Sé que no me crees, solo... no estoy listo para hablar.

Stalia: Mi mundo contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora